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Opinión: Los vacíos de accountability y transparencia que revela la venta del Banco Penta al Grupo Luksic

Opinión: Los vacíos de accountability y transparencia que revela la venta del Banco Penta al Grupo Luksic

Gonzalo Jiménez
Por : Gonzalo Jiménez CEO Proteus Management & Governance y profesor de la Facultad de Ingeniería UC
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Lo que hemos conocido de esta operación parece anticipar una nueva forma de hacer negocios, distinta de las tradicionales adquisiciones como las hemos conocido, aunque no inusual en contextos en que predomina la incertidumbre. Se trata de una compra restringida a los activos, sin que el nuevo controlador deba hacerse cargo de la “caja negra” del propietario previo.


A poco más de un mes de que se oficializara la compra del banco Penta por parte del grupo Luksic, el mundo empresarial sigue al debe en materia de accountability y transparencia, dos conceptos que cobran más relevancia que nunca tras los sucesivos casos que lo vinculan al ámbito político.

Partamos por el contexto en que se produce este movimiento: ambos grupos, Penta y Luksic, estuvieron en el ojo del huracán en los últimos meses, con el arresto domiciliario de los dueños de Penta como lo más grave visto hasta hoy por el escándalo de financiamiento de la política. La situación del grupo Luksic es distinta: si bien no existe situación legal alguna respecto de la relación de la familia croata con las maniobras irregulares tras el caso Caval, hay un cuestionamiento público a las formas que facilitaron el acceso a créditos de esta última, dado su carácter de operación con PEP.

Aunque en rigor los casos no son comparables, ambos siguen estando presentes en la discusión actual sobre la desconfianza generalizada de la ciudadanía en las instituciones públicas y privadas.

Lo que hemos conocido de esta operación parece anticipar una nueva forma de hacer negocios, distinta de las tradicionales adquisiciones como las hemos conocido, aunque no inusual en contextos en que predomina la incertidumbre. Se trata de una compra restringida a los activos, sin que el nuevo controlador deba hacerse cargo de la “caja negra” del propietario previo.

¿Será que estamos frente a un hecho que marcará tendencia de compra de activos en vez de fusiones y adquisiciones en Chile? ¿Es este el nuevo modelo de un país distinto, que ya no puede jactarse de los niveles de confianza y probidad de hace unos años?

Aunque no deseada, según confesó el presidente de las empresas Penta, Alfredo Moreno, la venta de los activos permite dar viabilidad a dos compañías que “las crearon desde cero”, pero con un tremendo problema: su nombre. Por la contraparte, los Luksic vieron con interés esta nueva opción para concretar al menos tres hitos: crecer en un año difícil, acercarse al puntero en colocaciones –Banco Santander–; y dar una señal de proactividad en un escenario todavía resentido por el caso Caval.

En términos regulatorios, este paso no exigió al grupo Luksic ni a sus socios del Citi una aprobación de la SBIF, al margen que el contexto hacía recomendable un gesto de transparencia activa y sobre todo proactiva, acorde con el nivel de excelencia y profesionalismo que históricamente han mostrado sus empresas.

La desconfianza exige actuar, dar señales concretas que permitan devolver la tranquilidad al mercado. Si a eso sumamos un contexto de estrechez económica, operaciones como esta pueden ser señales positivas para ayudar a ir recuperando en parte la vitalidad perdida. Por ello, ha sido bienvenida para un ecosistema económico-social que necesita que los activos lleguen a manos de quienes puedan agregar mayor valor.

Sin embargo, desde el prisma de la governance, el gran problema de esta nueva modalidad, de imponerse generalizadamente como forma de hacer negocios entre privados, está en la pérdida de sinergia al interior de las compañías adquiridas. ¿Qué pasa con la cultura, los intangibles, los valores, la forma de hacer negocios, el know how de las empresas en marcha? (No me refiero a Penta, como grupo, naturalmente, cuyas prácticas corporativas resultaron un pasivo imposible de solventar). En esos casos, es la economía en su conjunto la que pierde, se empobrece, porque la suma de las partes rara vez alcanzará a superar el valor de la totalidad.

Gonzalo Jiménez
Presidente de Proteus Management
y Director del Centro de Gobiernos Corporativos & Familias Empresarias UDD

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