Imagínate que una mañana te despierta el sonido de un helicóptero que sobrevuela tu barrio. Te asomas a la ventana y vez que de él están arrojando paquetes que caen frente de cada una de las casas de tu calle.
En cada paquete hay US$10.000 en billetes nuevos, un regalo de tu gobierno sin ninguna restricción.
¿Qué harías?
La esperanza de los economistas sería que tú y tus vecinos salieran de compras; así, al gastar, estarían ayudando a impulsar las estancadas economías postindustriales.
El economista Milton Friedman utilizó esa metáfora para tratar de entender lo que pasaría si el gobierno transfiriera dinero en efectivo a los ciudadanos (probablemente a través de pagos electrónicos, no mediante helicópteros) para reactivar la demanda en la economía.
El símil se ha prestado no sólo para el debate académico sino para discutir audaces planes, como el de Finlandia de pagar un sueldo básico a todos los ciudadanos.
La BBC consultó a cuatro expertos sobre si el dinero del «helicóptero de Friedman» podría ser la solución.
Adair Turner: Tómate la medicina, pero cuídate de una sobredosis
(Turner empezó a dirigir la Autoridad Británica de regulación del sector financiero cinco días después del colapso de Lehman Brothers en 2008. Es el autor de «Entre la deuda y el diablo»).
«Fue un período extraordinario. Un sistema financiero colapsó completamente, y no anticipé que la recuperación iba a tener que ser tan profunda.
Ciertamente, en 2008, no sabía que en 2015 estaría abogando por la financiación monetaria abierta (bancos centrales imprimiendo dinero para dárselo directamente a la gente).
Quedamos tan endeudados que no podemos salir del hoyo: deberíamos considerar una opción radical.
Supón que la Reserva Federal acordara un nivel total de estímulo y que la manera más fácil de entregarlo fuera un reembolso de impuestos o bonificación fiscal. Usemos la cifra de US$10.000.
Se mandarían cheques por esa cantidad a todos los ciudadanos. Así, la gente de ingresos medios y bajos -que es la que más probablemente lo gastaría- tendría más dinero.
Eso traería un aumento en empleo y actividad, pues se venderían más en autos o máquinas de lavar o ropa o lo que sea.
El riesgo es político: se rompe un tabú. Los políticos pensarían: ‘Ah, bueno, si eso es posible, me gustaría hacerlo todo el tiempo y en cantidades muy grandes, sobre todo cuando se acerca una elección que quiero ganar’.
Por eso es una propuesta peligrosa y necesita ser estrictamente restringida.
Es como una medicina que, tomada en cantidades pequeñas y en las circunstancias apropiadas, puede ser beneficiosa. Pero una sobredosis es fatal.
Tienes que decidir si la posibilidad de una sobredosis te aterra tanto que prefieres deshacerte de la medicina, pero eso sería desventajoso».
Barry Eichengreen: la tecnología impulsará el crecimiento
(Eichengreen es catedrático de Economía y Ciencias Políticas en la Universidad de California, Berkeley).
«En el ambiente actual, creo que la gente saldría y gastaría parte de ese dinero del helicóptero.
Estamos en una situación en la que ni las firmas ni los gobiernos están invirtiendo.
Así que una forma de aumentar el nivel gasto sería darle dinero directamente a los hogares.
Que sea políticamente posible, por supuesto, es otro asunto.
Pienso que no es correcto argumentar que a una recesión profunda o una crisis financiera, le sigue inevitablemente un crecimiento lento.
A la gente le preocupa lo que llamamos ‘estancamiento secular’ y la posibilidad de que los motores de la innovación ya no funcionan como antes.
Pero contamos con 200 años de historia que contradicen esa conclusión pesimista.
La misma frase ‘estancamiento secular’ data de los años 30, cuando cundía el pesimismo debido a la Gran Depresión.
Pero luego llegó el motor del jet, el radar, la televisión… Tuvimos un período de crecimiento rápido basado en gran parte en las tecnologías desarrolladas durante los años 20, 30 y la Segunda Guerra Mundial.
Las nuevas tecnologías a menudo reducen el crecimiento en la productividad inicialmente, hasta que entendemos cómo reorganizar la economía para aprovechar lo que ofrecen.
Tomó décadas en el caso del motor de vapor, la electricidad, el motor de combustión interna; y en este momento podríamos estar atravesando un período de trastornos y crecimiento productivo ralentizado temporalmente similar a esos episodios anteriores.
La inteligencia artificial, la robótica, la biotecnología; todas tienen el potencial de ser tan revolucionarias para la economía, para la calidad de vida, para el crecimiento económico como el motor de combustión interna o la electricidad lo fueron en su momento».
Mohamed El Erian: Se necesitan reformas más amplias
(Mohamed El Erian es presidente del Consejo de Desarrollo Global de Barack Obama).
«El dinero helicóptero no es la mejor respuesta pues no aborda las dolencias reales de las economías occidentales.
No hemos invertido en motores de crecimiento genuinos. No hemos invertido suficiente en infraestructura ni en el reequipamiento y reentrenamiento de la gente. Tampoco hemos reformado nuestro sistema de impuestos corporativos.
Además, tenemos lo que llaman ‘el problema de sobreendeudamiento’, focos de endeudamiento excesivo que paralizan a los muy endeudados -piensa en lo que le pasó a Grecia- y desalientan la entrada de capital nuevo.
Y tenemos una arquitectura económica incompleta, tanto a nivel regional en Europa como a nivel global.
Entonces, ¿puede ayudar el dinero helicóptero?
Sí.
Puede ayudar incrementando el consumo y un poco de inversión, pero no implicaría un cambio a largo plazo y entretanto habría consecuencias no intencionadas.
Primero, expondría los bancos centrales a la interferencia política.
Segundo, no es un promotor genuino de crecimiento económico, es artificial, y tiende a fomentar conductas artificiales. Esas conductas a su vez pueden socavar el crecimiento futuro.
Lo que necesitamos es comprender que este afán de crecimiento es crítico no sólo para esta generación sino también para las próximas, y eso requiere una respuesta del sistema político.
Richard Koo: El dinero helicóptero socava la confianza
(Richard Koo es economista en jefe en el Nomura Research Institute, y asesor económico de gobiernos sucesivos de Japón, país que ha estado luchando por crecer durante décadas).
«No creo que (el dinero helicóptero) sea una muy buena idea pues la confianza que la población tiene en su moneda nacional es la infraestructura económica más importante de cualquier país.
Si uno empieza a entregar dinero así no más a los hogares, la gente se va a empezar a preguntar si la moneda va a tener algún valor el día de mañana.
Como consumidor, corres a las tiendas a comprar cosas.
Pero cuando los vendedores se den cuenta de que el gobierno está imprimiendo billetes y no se sabe cuándo parará, seguro que varios cerrarían sus puertas o demandarían que les pagaran con divisas extranjeras u oro.
Si la gente empieza a perder la confianza en el valor de las monedas, la economía se cierra en vez de expandirse, como pensaba Milton Friedman.
Yo argumentaría que debemos entender que el sector privado está minimizando sus deudas -a pesar de las tasas de interés de cero- lo que nos deja completamente fuera de la economía convencional, pues todo lo que aprendimos de Economía está basado en el supuesto de que el sector privado maximiza ganancias.
De manera que estamos completamente fuera de esa realidad y es sólo en ella que el gobierno debe actuar como prestatario de último recurso, tanto para impulsar la economía como para evitar que el suministro de dinero se reduzca.
Hay que esperar hasta que los balances del sector privado estén reparados y luego, una vez ese sector esté dispuesto a tomar fondos prestados, se revierte el curso. Pero el gobierno tiene que estar ahí para asegurarse de que los balances del sector privado sean reparados».