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El asunto Irak y la degradación de los Estados

El puzzle incoherente de la guerra de Irak 2003 continúa transformándose en espiral de contrasentidos e inconsistencias, donde el Estado es la gran víctima. El espectáculo de portavoces de los países responsables de este desastre global, negando y afirmando múltiples razones para esta guerra, expresa el nivel de degradación del funcionamiento los estados respectivos.


La tendencia predominante en los políticos y diplomáticos que están activos en esto de esclarecer los hechos, es minimizar los efectos de esta suma de incoherencias. "Son situaciones tan complejas que nadie estaba habituado a enfrentarlas. Lo que sobresale es un marco de información desigual en los jefes de Estado. Cada uno se remite a su propia fuente y lo que queda claro es la profunda desconfianza en la información que compartían", nos dice una analista apostada en Bruselas, lugar que debe ser en este momento el sitio por donde circula la información con más fluidez. Coincidentemente, Bélgica ha sido el país con más consistencia en criticar esta aberración de invadir Irak.



Un estado debilitado en su núcleo de control



En esta guerra, donde los órganos de inteligencia debían demostrar su sincronía -donde se contó con tecnología de punta y que fue la primera guerra de la «globalización»-, es donde más tropiezos encontraron y, por lo mismo, se expuso a los propios Estados que supuestamente debían proteger.



"Es una debacle, a todas luces, de los aparatos estatales encargados. Se escribirán páginas y páginas, y los representantes de los países harán cientos de declaraciones. Pero no será posible generar por un largo tiempo el cuadro coherente donde el público sienta que se está en un ambiente global de seguridad. Y esa es la obligación de esta generación de políticos. Hay un fracaso generalizado que atraviesa a los políticos que conducen la situación", continúa nuestra fuente.



Estado amenazantes y amenazados



Es una tendencia generalizada entre los analistas occidentales señalar que los estados, esas criaturas alimentadas en el tiempo por teóricos venerables como Alexis de Tocqueville, Montesquieu, y últimamente por Hobsbawn y Habermas, sufren mínimas transformaciones en el tiempo y mantienen su razón de ser.



A pesar de los vaivenes que sufren, son entidades donde prevalecen tradición y eficiencia, a pesar de que pasan los peores políticos. El estado continúa allí sirviendo al país con el político de turno, como un fiel animal doméstico.

Sin embargo, más allá de la inconsistencia imperante en las administraciones de Bush, Blair y Aznar para aminorar el caos en Irak y sus consecuencias a escala mundial, también se constata la complacencia de cientos de otros países y sus estados que son afectados diariamente por las causas centrales para invadir Irak, las económicas-energéticas.



Esa inercia, que se vio también a la hora de haber evitado la guerra, no es más ni menos que un indicador de que los Estados en general, pero en especial Estados Unidos, Reino Unido y España, sufren de una degradación política expresada en sus propios medios.



Y esa no es exclusiva responsabilidad de los líderes que dirigen. Es una responsabilidad de la sociedad civil y de los métodos de expresión política a su disposición. En el caso de estos tres países, se podría decir que casi se trata de nuevas "dictaduras" en donde los estados vigentes y el cómo operan, en la práctica, ha aplastado a la civilidad con los métodos ya conocidos de la incertidumbre a los que se le agrega ahora el poderoso instrumento de la amenaza del terrorismo.



No en vano, España, Reino Unido y EEUU, que lideran esta tendencia de nueva "dictadura", son los que supuestamente más experiencia antiterrorista poseen y, coincidentemente, son los que más han reconocido fracasos en su lucha contra el terrorismo: en España la ETA; en el Reino Unido, IRA; y en EEUU aún indefinido porque el espectro es viscoso. Los tres países y sus estadios muestran un mosaico de fracasos y las misiones están inconclusas.



La actitud de estos estados frente al tema de Irak no es un fenómeno aislado. Guarda relación, por ejemplo, con el hecho que las políticas antiterroristas de estos tres países sean cuestionadas por Amnesty International por contener elementos que las ponen al margen de los principios universales de los derechos humanos.



En Irak, según nuestras fuentes, y la página web de Amnistía Internacional está a disposición del público, los estados ocupantes cometen abusos a los derechos humanos diariamente. Esta situación ha sido revelada por las pocas ONG’s -como Oxfam- que han podido denunciar arbitrariedades. Amnesty International tiene una visión crítica a la situación actual. Además, el administrador Bremer aún no ha dado el pase a alguna comisión de derechos humanos de la ONU.



Esta degradación que se percibe en los Estados ocupantes se extiende también hacia aquellos países que enfrentan pasivamente, y con escasa capacidad de maniobra, la virtual extorsión económica que se les ejerce.



Tampoco parecen demuestran un interés visible por proteger su independencia. Son estimulados para un alineamiento con la invasión de Irak, por ejemplo, por la vía de examinar a Cuba en sus derechos humanos o de insistir en la violaciones del régimen derrocado de Sadam.



Sin embargo, Jerry Rawlings, el militar que gobierna en Ghana desde hace más de 20 años, privilegiado alumno del Banco Mundial, sin elecciones libres y libertad de prensa, una situación análoga a la de Cuba, ha cometido las mismas violaciones a los derechos humanos que se le consignan a Cuba, y su régimen permanece fuera el ojo de la homogeneización de los medios.



No solamente Naciones Unidas como organismo se ha visto avasallado. También las instituciones agrupadas en lo que todavía se llama Estado, han sido objeto -en la práctica- de una suerte de depredación por parte de una generación de políticos embelesados en dos conceptos cada vez más inasibles para la ciudadanía: democracia y mercado libre.



Este cuadro de la situación de estos estados y de sus dirigentes no es reconocible porque no hay espejo donde mirarse, es el único modelo que tenemos. Los sistemas políticos que los sustentan muestran síntomas de fatiga. Irak fue como el catalizador para que una clase política complaciente no pudiera demostrar su destreza en este tipo de crisis. Su objetivo central estaba sobredeterminado por orientar la sustentación económica de los regímenes que representan. Pero se ha demostrado que con eso no basta.



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