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Desempleo: ¿Hacia una crisis de Doble Zambullida?

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Estas notas fueron escritas antes de la información sobre las cifras negativas de inflación y de la disminución de la tasa de interés determinada por el Banco Central.



Es muy posible que se estén acumulando problemas de la economía chilena y de la economía internacional que lleven a nuestro país a una nueva crisis económica. La crisis de inicios de los 80, por la forma en que se dio, se la denominó a nivel internacional como una «crisis de doble zambullida». La política económica actual del gobierno y el comportamiento empresarial están agravando los problemas y empujando a la economía chilena a una «crisis de doble zambullida».



Todos los análisis de los economistas de diferentes instituciones: centros de estudio, universidades y de personeros del gobierno, no sólo fueron erróneos en relación a la desocupación, sino que en la realidad las cifras muestran un comportamiento opuesto en relación a las optimistas perspectivas.



En efecto, se difundió con mucha fuerza el pronóstico de disminución de la tasa de desocupación en el período de verano en línea con lo que venía sucediendo en los últimos meses debido al crecimiento del empleo temporal en la agricultura, en el turismo y también en actividades relacionadas con las festividades de fin de año.



Estos errores son mucho más significativos que el que se refleja en el aumento de la tasa de desocupación. Este aumento fue sólo de un 8,3%, en diciembre de 2000 a un 8,4% en enero del 2001.



No obstante, detrás de este leve aumento que con los días pudiera irse diluyendo para plantear que la tasa de desocupación se mantiene en los mismos niveles, se oculta una profunda modificación en los niveles de reactivación y dinámica de la economía chilena y en la ocupación global.



1. La información, tomando como punto de partida enero de 1995, muestra que la ocupación total en el país, de enero a enero de cada año aumentó en cada uno de esos años hasta el 2000. Incluso, aumentó en los años de crisis. Ahora, en enero del 2001, la ocupación global disminuyó. En enero del 2000, la ocupación global en Chile fue de 5.425.000 personas, en enero del 2001, bajó a 5.367.000.



En plena crisis, la ocupación crecía, en parte explicado por los Planes de Empleo de Emergencia implementados en el Gobierno de Eduardo Frei. Ahora, en recuperación y con un crecimiento del producto de 5,4% anual, la ocupación disminuye en 58.000 personas.



Esto tiene relación con un cambio estructural en la economía chilena. La disminución de la capacidad de generar empleo a partir de mediados de los años 90, que fue ampliamente investigada y que viene siendo publicada en el Centro de Investigaciones Sociales del ARCIS desde hace varios años. Las informaciones recientes se dan al interior de ese cambio estructural.



2. Esta disminución de la ocupación global en el país en el último año, es de tal gravedad que lleva a que en enero del 2001, la ocupación total en el país, es la más baja en los últimos cuatro años. En efecto, en enero de 1998, la ocupación global era de 5.398.000 personas. En enero de este año, como ya se ha señalado el empleo es menor y alcanza a 5.367.000 personas.



La disminución de la ocupación global en enero de este año, luego de cinco años de crecimiento junto a el hecho de que actualmente la ocupación global es la menor en los últimos cuatro años, expresa una situación cualitativamente diferente al que podría deducirse del pequeño incremento de la tasa de desocupación que ha entregado el INE.



3. Lo anterior es más grave aún si se tiene presente que en el mismo período, como es natural, hay un aumento de la población total en edad de trabajar. La población en edad de trabajar se incrementó en poco más de medio millón de personas en los últimos cuatro años, en tanto que la ocupación global, como lo hemos dicho, disminuyó.



4. ¿Por qué entonces la tasa de desocupación varía tan poco? Esto se debe a que la tasa de desocupación es un indicador relativo. Puede suceder que disminuya la cantidad de personas que está trabajando, lo que lleva a pensar que debería aumentar la tasa de desempleo. Sin embargo, la tasa de desempleo en vez de aumentar disminuye. Esto se produce debido a las consideraciones que existen para incluir a las personas en la categoría de Desocupados y en la categoría de Fuerza de Trabajo.



Las personas que dejan de buscar trabajo, que eran cesantes o que buscaban trabajo por primera vez, cansados de hacerlo y porque esto también -entre otras consideraciones tiene un costo-, dejan de ser consideradas Desocupados y por lo tanto, dejan de ser parte de la Fuerza de Trabajo.



5. Cuando la población total del país crece permanentemente, se produce también un crecimiento de la población en edad de trabajar, y debería crecer la Fuerza de Trabajo. Esto no está sucediendo en Chile en el último tiempo.



Desde enero de 1995, y comparado con cada enero, hasta enero del 2000 la Fuerza de Trabajo creció permanentemente en correspondencia con el crecimiento de la población global del país y con la población global en edad de trabajar. En el último año esta regularidad se rompió. La población en edad de trabajar aumentó en 200.000 personas. Y, la Fuerza de Trabajo, en vez de aumentar disminuyó en 65.000 personas.



Tal es la significación de este fenómeno que el INE, a diferencia de quienes sacan cuantas alegres ha señalado que «‘la evolución de la fuerza de trabajo tenderá a normalizarse’. Hasta ahora su tendencia decreciente ha colaborado para que el desempleo no sea mayor». (El Mercurio, 2 de marzo de 2001).



6. Si se corrige esta situación tomando como normalidad el nivel relativo de la Fuerza de Trabajo antes de la crisis, la desocupación pasaría de 490.000 personas que ha señalado el INE para enero de este año, a una desocupación de 681.000 personas. En estas condiciones, la tasa de desocupación pasa de 8,4% a 11,3%.



Si tomamos el comportamiento relativo de la Fuerza de Trabajo en los años 1994-1995, la desocupación en enero de este año, en vez de 490.000 personas, sería cercana a las 800.000 personas, y la tasa de desocupación sería cercana al 13%.



Frente a la gravedad del problema, las autoridades de gobierno que tienen poder de decisión y la mayoría de los economistas que son considerados en los medios de difusión, reaccionan con gran frivolidad.



Han tenido una fe ciega en el mercado y en los empresarios. El gobierno ha confiado en la mano invisible del mercado que llevaría a la superación de la crisis y al aumento de la ocupación. Los empresarios y la derecha rechazan la tímida reforma laboral del gobierno y el proyecto que evitaría ilícitos tributarios. Estas serían intervenciones del Estado que afectarían la acción de la mano invisible. La mano invisible del mercado -para el gobierno, para los economistas y para los empresarios- es el «Piloto Automático».



Es una irresponsabilidad, en un doble sentido, plantear ahora que el «Piloto Automático basta». Primero, porque en las diferentes escuelas teóricas en la ciencia económica se le da mucha importancia al mercado, pero en todas ellas se plantea que no basta el mercado. Esto es así en la economía clásica, en la economía marxista, en la economía keynesiana, e incluso en la economía neoliberal. Sólo las versiones extremas del neoliberalismo, el fundamentalismo neoliberal, plantea que «basta el Piloto Automático», que ha sido hasta ahora la política aplicada en el primer año de gobierno del Presidente Lagos. Más allá de las formulaciones globales y de pequeñas acciones, algunas irrisorias como el subsidio de los $10.000, se ha tenido una fe ciega en el mercado.



Segundo, es la fe en el «Piloto Automático», que junto con llevar a profundos errores de predicción -entre otros, los 200 mil nuevos empleos que se crearían en el primer año de gobierno-, la que está revirtiendo la recuperación económica y generando condiciones para una nueva crisis; dando origen así, a la «crisis de doble zambullida».



Para evitar una nueva crisis no basta reconocer que «el Piloto Automático no basta». Se está perdiendo el rumbo. Se necesitan grandes cambios y nuevas propuestas globales en el plano de la inserción de la economía nacional en la economía mundial, en relación al mercado del trabajo y la jornada de trabajo y una política nacional en relación al cobre, como la principal riqueza básica del país, que constituyen temas de otras notas.

Santiago, 2 de marzo de 2001

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Orlando Caputo es economista investigador de la Universidad ARCIS.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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