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¿Qué es más crítico, la política o los políticos?

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La figura de Patricio Aylwin en la presidencia de PDC inspira confianza y solvencia. La consecuencia y compromiso de Escalona en el PS es señal que a veces ciertas luchas necesarias serán inevitablemente incomprendidas. La serenidad del Presidente de la República para hacer frente a tantas situaciones singulares es una muestra de autoridad y valor político. Podemos aprender, así, que de las crisis políticas -las que ocasionan algunos actores políticos- siempre podemos recuperarnos y crecer.


Es lugar común defenestrar la actividad política cuando algún actor, persona o colectividad, incurre en conductas inapropiadas. Recordemos el carmengate de 1988 y lo que significó en un momento crucial del proceso de recomposición de la propuesta democrática mientras aún había dictadura.



Más tarde podemos citar el piñeragate y el escandaloso cobro de cuentas internas en la derecha, que implicó a conspicuos personajes conservadores. Qué decir de las bochornosas indemnizaciones en el sector público el año pasado. Para no ser menos, agregamos ahora un grueso error administrativo en el proceso de inscripción de candidatos, y la no menos compleja resolución en pocas horas de una salida legislativa a la medida del problema.



Una toma de posición del socialismo respecto de una extendida exclusión del PC del escenario parlamentario causó que se desataran nuevas controversias y decires, unos más inconvenientes que otros. En todos estos escenarios son los dirigentes los que en nombre de la actividad política la representan, no siempre de manera afortunada.



La opinión pública es observante de estos procesos. No siempre es claro cuán crítica es esta masa mediática que todo lo percibe a través de los noticieros y la prensa escrita o radial. Por lo general, es esa misma masa que después ya está sumergida en las campañas electorales, activa o pasivamente, y que finalmente concurre a votar y termina eligiendo, paradojalmente, a los mismos que cuestiona o a parte de ellos.



¿Qué es más crítico entonces? La actividad política nunca dejará de ser fundamental en la vida de una sociedad. En todo momento estamos adoptando de alguna manera una decisión política. El problema de fondo está en quienes ejercen la política, personas con intereses, voluntad, decisión y capacidad de influir en la toma de decisiones.



Y lo que la vida enseña es que las cosas siempre resultarán al modo de las personas que las hacen en definitiva. Y en consecuencia, así como hay políticos que no dan el ancho para ser reconocidos como auténticos servidores públicos, los hay -afortunadamente son la mayoría- que sí pueden contar con ese reconocimiento.



La figura de Patricio Aylwin en la presidencia de PDC inspira confianza y solvencia. La consecuencia y compromiso de Escalona en el PS es señal que a veces ciertas luchas necesarias serán inevitablemente incomprendidas. La serenidad del Presidente de la República para hacer frente a tantas situaciones singulares es una muestra de autoridad y valor político. Podemos aprender, así, que de las crisis políticas -las que ocasionan algunos actores políticos- siempre podemos recuperarnos y crecer.



Lo que no podremos remediar es el pecado de vanidad, el doble discurso, la contradicción entre vicios privados y virtudes públicas. Esto es parte del ser humano: nobleza en pocos, defectos en muchos.



Alentamos la confianza de que hechos bochornosos recientes en el acontecer político no vuelvan a repetirse, o al menos que su siguiente aparición se retrase tanto como sea posible conjurarla. Esto en aras de la democracia y de una sociedad que no termine agobiada y subsumida en un ambiente de soledad cívica.



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