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Frei, we can!

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Gabriel Angulo Cáceres
Por : Gabriel Angulo Cáceres Periodista El Mostrador
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Okey, a Halpern lo que es de Halpern y a Frei lo que es de la Concertación. Tengo la impresión que los estrategas de esta campaña, están algo confundidos.


Por Pablo de la Vega*

A propósito de la entrevista que el jefe de comunicaciones de Frei, Pablo Halpern entregó al podcast «Mediápolis», en el cual entre otras máximas señalaba que «la gente dejó de tener sueños» o que una dupla de periodistas «tienen un conflicto de intereses», razón por la cual el candidato no debía ni pisar el set de su programa, cuya casa televisora es propiedad de su contendor; me pregunto ¿cuál es la idea?

Volvamos a lo de mí novia y mi pública declaración de amor e intención de voto. El fin de semana pasado señalaba que entre otras casas iba a votar por Frei porque no quería que la derecha se hiciera del control total del Estado, o porque Frei era, tal vez, el que más se acercaba al sueño de país que yo y una generación en torno a mis años aún conservamos. Como el Sr. Halpern dice que yo ya no tengo sueños, me quitó una de las razones para votar por este ex presidente.

Okey, a Halpern lo que es de Halpern y a Frei lo que es de la Concertación. Tengo la impresión que los estrategas de esta campaña, están algo confundidos.

Públicamente hemos sido testigos de una sonora riña entre quienes creen que Frei debe ser una figura alejada de los partidos, y aquellos que estiman que el candidato debe estar pegadito a éstos. Cómo todo en la vida debe tener un término medio, es de sentido común sostener entonces que respecto de la Concertación, Frei no debe estar ni muy cerca para no quemarse, ni muy lejos para no enfriarse. Santo remedio y foto para la prensa, aunque el Sr. Halpern crea que el candidato en la suma y resta de votos de diciembre lo lamentará.

Despejada esta variable y a menos de cuatro meses de que sean las elecciones presidenciales, me sigo preguntando qué pasa con la campaña de Frei, a qué nos está convocando, dónde quiere llevar el país, qué metas nos quiere proponer. Declaraciones más, reacciones menos, lo único concreto es que esta campaña, hasta hoy todavía no nos invita a nada y, por el contrario, es notoria la inconformidad del candidato con sus actuales equipos.

En lo personal, y como el Sr. Halpern me dijo que no me puedo dar el lujo de tener sueños, me parece razonable, por el momento y a falta de nuevas propuestas, aspirar a que mí país siga siendo dirigido por un grupo de chilenos que tras 20 años en la administración del Estado, más bien que mal, han hecho la pega.

En efecto, más allá de las promesas de continuismo y profundización de las actuales políticas de protección social, estimo que el gran capital que ha acumulado la Concertación en estos últimos 20 años, es sin lugar a dudas, esa camada de funcionarios públicos profesionales, técnicos y administrativos que, literalmente, le han cambiado el rostro al país.

Ciertamente y asumiendo que ejemplos de funcionarios que se confunden respecto de a quiénes hacen el bien, políticas malas, programas fallidos y algunos focos de corrupción, existen y la lista es bien larga, no es menos cierto que en la vereda de los aciertos, la Concertación y sus profesionales y técnicos pueden apuntarse un palmarés que sería bien mezquino no calificar de impresionante.

 A Halpern lo que es de Halpern y a Frei lo que es de la Concertación decía un par de párrafos arriba. Don Eduardo: hágale caso a su asesor, pero nunca tanto. Después de todo y como soy porfiado, sigo teniendo un sueño de país, que es el sueño de una generación que salió a la calle a derrotar a la dictadura.

Sr. Halpern, usted que reconoce estar un poquitín desconectado de lo que  pasa en el Chile actual, no se olvide que hace casi un año, un desconocido senador de Illinois les dijo a los gringos que el sueño americano sí existía y sí era posible. ¿No será hora de recordarle al país que el sueño de Chile aún existe?, y que  yes, we can!

*Pablo de la Vega es periodista.

 

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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