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Isapres: El peso del lobby en el Congreso

Andrés Jirón
Por : Andrés Jirón Director de Comunicación Corporativa GestCom. Abogado, MBA, dos postítulos en Comunicaciones, presidente de #redliberal y candidato a concejal por Providencia.
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¿Cuántos proyectos de ley duermen envidiablemente sin ninguna esperanza de convertirse en norma, manteniendo un statu quo injusto y perjudicial para los chilenos?


La aprobación de la Ley de Isapres en la Cámara de Diputados generó un gran revuelo, debido al simultáneo rechazo al plan garantizado y al IPC de la salud.

“Los diputados de la Concertación le han hecho un gran favor al sistema de Isapres en el día de hoy”, señaló el ministro Mañalich iniciando una guerra de declaraciones. De inmediato, el diputado socialista Juan Luis Castro replicó: “preferimos que sea el próximo Gobierno, que creemos será el de Michelle Bachelet, el que de verdad coloque solidaridad en el sistema privado, el que de verdad termine con estas exclusiones, con esta lógica de legislar para las empresas y no para las personas, y que termine con las utilidades multimillonarias para las Isapres”, olvidando de un plumazo los 20 años de Concertación en que no se hizo nada para mejorar la indefensión de los usuarios de este  sistema.

Más de alguien podrá señalar que “no existían las condiciones políticas” en esa época para enmendar el sistema, aludiendo a senadores designados dejados por la dictadura militar. Sin embargo, es necesario recordar que una vez derogados éstos, la ex Presidenta Bachelet  tuvo mayoría parlamentaria durante los dos primeros años de su gobierno, la que no supo mantener. No obstante ese período, pareciera que no hubo intención de aprovecharlo para realizar estas reformas, incorporadas en todo discurso político pero permanentemente pendientes.

A su vez, la ministra Secretaria General de Gobierno concluía el día de ayer declarando: “La Concertación le ha dado la espalda a los pacientes y a los trabajadores para beneficiar a las Isapres. Este rechazo es incomprensible, porque los parlamentarios de la oposición votaron en contra el corazón de esta ley, que permitía que no se discrimine por edad ni por sexo,y que no se le cierren las puertas a quienes tienen enfermedades preexistentes”. Sí, porque la votación de los honorables diputados sorprende por hacer caso omiso de los 30 fallos de la Corte Suprema que determinaron que las Isapres no pueden aumentar unilateralmente los planes de salud. Y en un contexto en que las Isapres alcanzan cifras récord de ganancia, la mantención del statu quo sólo perjudica a los chilenos.

Y es que en una primera lectura, se podría interpretar que la votación de los diputados de oposición corresponde al  rechazo de todo proyecto de gobierno. Quizás envalentonados por las cifras de la última encuesta CEP, se deduciría que la oposición decidió negarle la sal y el agua a este gobierno que cuenta con los más altos índices de desaprobación ciudadana de la historia. Lo hizo con el veto a la designación del ministro Muñoz para la Corte Suprema, con el rechazo de la aplicación de la Ley Antiterrorista en La Araucanía y desde ya critican la urgencia de la Ley de Encapuchados, como lo anticipa el diputado Fuad Chahín.

Sin embargo, en un segundo análisis que integre el contexto político nacional actual, la explicación al rechazo del IPC de la Salud y al Plan Garantizado puede darse quizás desde otra lectura. Gracias a la implementación del voto voluntario y Ley de Primarias, por primera vez se establece un entorno de competencia, real e impredecible. Como primer elemento de incertidumbre, la abstención electoral del 60% en las Municipales 2012 inhabilita cualquier cálculo  electoral de partidos políticos. En segundo término, la existencia de primarias -por primera vez verdaderas, competitivas y con campañas financiadas exclusivamente con aportes privados-obligan más que nunca a nuestros honorables a pasar el platillo desde ya. En un año en que se visualiza una competencia a muerte, las contribuciones de empresas privadas para financiar campañas se hacen más necesarias que nunca.

Y es que La Moneda, en una ingenuidad legislativa supina, dejó una gran mayoría de proyectos emblemáticos para su último año de gobierno. Sin mayoría parlamentaria —y con oposición muchas veces desde sus propias filas—, pensó que este año sería  el momento ideal para remachar sus proyectos de ley emblemáticos, ya que cada parlamentario estaría concentrado en su propia reelección. Olvidó que poderoso señor es don dinero y hoy más que nunca, la búsqueda de aportes de empresas privadas resulta fundamental para cada honorable que aspira a su reelección. Y algo hay que ofrecer a cambio.

Por lo tanto, esa rapidez legislativa que esperaba el Ejecutivo, no se dio. Los legisladores, conscientes de un mayor control ciudadano, no votan contra las iniciativas legales, sino que las dilatan, entorpecen o traban,  esperando que se diluyan con el tiempo. Esa fue la estrategia de la bancada UDI con la postergación de la votación de la Ley Antitabacos, que ya contaba con el apoyo de laoposición. Y así lo hizo a su vez ésta respecto a la aprobación de la nueva Ley de Isapres, pero eliminando el Plan Garantizado y del IPC de la Salud yconvirtiéndola en una mera declaración lírica. ¿Resolvían el problema de los reajustes unilaterales?  Es probable que no, más aún con las actuales integraciones verticales de Isapres y prestadores de servicios, pero precisamente el Congreso era el lugar para discutirlo. ¿Cuántos proyectos de ley duermen envidiablemente sin ninguna esperanza de convertirse en norma, manteniendo un statu quo injusto y perjudicial para los chilenos?

Hasta ahora ha habido por parte de nuestros legisladores un franco rechazo —disfrazado bajo una ya instalada, conocida y aceptada desidia— a legislar sobre la relación entre  dinero y política. Tal como lo describe el abogado Renato Garín en su investigación “Cómo y por qué el lobby no está regulado en Chile” y publicada por Ciper Chile, sistemáticamente se ha entorpecido, postergado, diluido la regulación del lobby. Lo peor de todo es que no existe ninguna voluntad política de regularlo, independiente de todas las gárgaras hechas en tanto discurso escuchado desde el retorno a la democracia. Y hay que tenerlo claro:  ¿quién financia el lobby? Lo paga Moya…es decir, lo pagamos todos nosotros.

(*) Texto publicado en El Quinto Poder.cl

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