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La urgencia de una Carrera Inicial Docente

Claudia Allende y Sylvia Eyzaguirre
Por : Claudia Allende y Sylvia Eyzaguirre Asesoras del Ministerio de Educación
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Después de un año y medio de haber sido enviado el proyecto de Carrera Docente, el cual no logró avanzar en la Comisión de Educación de la Cámara de Diputados, y dado lo urgente que es mejorar la profesión docente, el Ministerio de Educación presentó hace unas semanas un nuevo proyecto, que si bien no resuelve todos los problemas, sí aborda el inicio de la profesión docente, de manera de atraer a jóvenes talentosos a ésta.


La evidencia tanto nacional como internacional indica que uno de los factores más importantes en el proceso de aprendizaje de un niño  dentro de la escuela  es el profesor. Un mal profesor puede perjudicar el desarrollo de un niño, atrasándolo incluso en más de 6 meses cada año. La evidencia es cruel en mostrarnos lo difícil que es revertir los retrasos en el desarrollo cognitivo y socioemocional de los niños que se producen en la infancia, los cuales evidentemente tendrán  consecuencias negativas en las posibilidades futuras de éstos.

Una característica común entre los sistemas que han mostrado no sólo tener una educación de buena calidad, sino también equitativa, es que seleccionan a jóvenes con excelentes méritos académicos a la profesión docente. Para lograrlo, todos coinciden en tener altos requisitos a la entrada de los estudios de pedagogía, eligiendo entre los alumnos que pertenecen al 30% superior de habilidades cognitivas. Muchos de estos sistemas cuentan además con exámenes habilitantes al finalizar los estudios (Alemania, Inglaterra, Japón, entre otros) e incluso hay países que cuentan con un segundo examen habilitante luego de dos años de ejercicio, como es el caso de Nueva Zelandia. Sin embargo, prácticamente en ningún país donde la profesión docente goza de prestigio se cuenta con exámenes de vocación o de evaluación de habilidades blandas al ingreso a los estudios, como lo sugiere en su columna Alfredo Gaete, pues se entiende que se desarrollan durante el estudio y sobre todo en el ejercicio de la profesión, y la vocación a la docencia se manifiesta por la preferencia del estudiante al postular. En los sistemas donde la profesión docente es altamente valorada existen altas expectativas académicas de sus docentes, pues es una profesión que está íntimamente ligada con el conocimiento. Algo similar ocurre en nuestro país con profesiones de alto prestigio, como es el caso de medicina, cuyo ejercicio exige una marcada vocación y, sin embargo, nadie cuestiona las altas exigencias académicas que se exige a quienes entran a estudiar, así como tampoco se cuestiona el examen que deben pasar todos los egresados para recibir recursos fiscales.

[cita]Después de un año y medio de haber sido enviado el proyecto de Carrera Docente, el cual no logró avanzar en la Comisión de Educación de la Cámara de Diputados, y dado lo urgente que es mejorar la profesión docente, el Ministerio de Educación presentó hace unas semanas un nuevo proyecto, que si bien no resuelve todos los problemas, sí aborda el inicio de la profesión docente, de manera de atraer a jóvenes talentosos a ésta.[/cita]

Esta realidad contrasta drásticamente con la situación de la profesión docente en nuestro país. Actualmente, 72% de los egresados de carreras de pedagogía no rindió la PSU u obtuvo menos de 500 puntos. El área de educación es la que tiene el promedio PSU más bajo de todas las áreas del conocimiento. Además de esto  varias  instituciones de educación superior no están haciendo bien su trabajo, al menos en términos de lo que se observa en los resultados de la prueba Inicia, dónde más de la mitad de los alumnos que rindieron la prueba obtienen una calificación insuficiente. Es verdad que la prueba Inicia no evalúa todas las habilidades que deberían exigirse a un futuro buen profesor, pero nadie puede negar que lo mínimo exigible a un recién egresado es que conozca la materia que debe enseñar a sus alumnos, y es precisamente esto lo que mide esta prueba.

Esta baja valoración de la profesión docente está vinculada, entre otras cosas, a las bajas remuneraciones que perciben los docentes, al ser una de las carreras profesionales peor pagadas. Sin bien el salario no es el principal aspecto para elegir una profesión, la evidencia nacional e internacional es contundente en mostrar que las expectativas salariales sí juegan un rol importante al momento de decidir la profesión, y que jóvenes con vocación para enseñar optan por otras carreras que les permitan acceder a mejores salarios.

Después de un año y medio de haber sido enviado el proyecto de Carrera Docente, el cual no logró avanzar en la Comisión de Educación de la Cámara de Diputados, y dado lo urgente que es mejorar la profesión docente, el Ministerio de Educación presentó hace unas semanas un nuevo proyecto, que si bien no resuelve todos los problemas, sí aborda el inicio de la profesión docente, de manera de atraer a jóvenes talentosos a ésta. Este proyecto, en línea con lo que hacen todos los sistemas de mejor desempeño, eleva las exigencias a la entrada de los estudios de pedagogía y al ejercicio docente en el sector subvencionado por el Estado. Para quienes quieran ingresar a estudiar una carrea de pedagogía se les exigirá haber rendido la PSU y cumplir con uno de los siguientes requisitos: i) haber obtenido al menos 550 puntos en la PSU o ii) haber obtenido 500 puntos en la PSU y encontrarse dentro del 30% superior del ranking del colegio o iii) encontrar dentro del 15% superior del ranking del colegio, el que se realiza comparando  con las generaciones anteriores de modo de evitar la competencia entre compañeros y de corregir  al mismo tiempo por el sesgo socioeconómico de la PSU. Con todo, las instituciones podrán matricular hasta un 10% de alumnos que no cumplan con estas exigencias vía admisión especial, resguardando así que extranjeros, discapacitados u otros puedan tener acceso a la carrera de pedagogía. De forma complementaria, se exigirá a quienes quieran ejercer la docencia en establecimientos que reciben subvención del Estado tener un título de carrera y/o institución acreditado, haber rendido la prueba Inicia y para quienes ingresen a estudiar vía admisión especial haber obtenido una calificación satisfactoria en la prueba Inicia. Cabe decir, a diferencia de lo que opina Alfredo Gaete en su columna, que la PSU sí tiene una alta correlación con indicadores de éxito académico, como los son la tasa de titulación, los años de estudio para obtener el título y las notas de egreso, además de tener una correlación positiva significativa con los resultados de la prueba Inicia y con los de la evaluación docente. Además, al exigir un título de una carrera acreditada se obliga de forma efectiva que los programas de pedagogía cumplan con un estándar mínimo -algo que con la actual legislación no ocurre- y los resultados de la prueba Inicia entregarán información a las instituciones formativas sobre su desempeño, la cuál es necesaria para el diseño de estrategias de mejora y que influirá en el proceso de acreditación de las carreras.

Asimismo, se crea un Reconocimiento de Excelencia Académica Inicial para todos los egresados que demuestren mérito. Así, todos los que obtengan una calificación satisfactoria en la prueba Inicia podrán recibir este beneficio, así como también quienes se encuentren dentro del 25% superior del ranking de su carrera (ranking que se construye considerando las cohortes anteriores para no provocar competencia entre los compañeros) o quienes hayan obtenido un buen puntaje en la PSU. La amplia gama de instrumentos utilizados permite aumentar las remuneraciones a la mayor cantidad posible de egresados que acrediten mérito. Probablemente en los primeros años el número de beneficiados por año será cercano a los 5.000 docentes, pero se aspira a que en el mediano plazo el 100% de los nuevos profesores cumpla con los requisitos y obtengan así este reconocimiento. Las remuneraciones iniciales se elevan significativamente con este beneficio, llegando incluso a doblar la remuneración inicial para quienes ejerzan en establecimientos con alta concentración de niños vulnerables.

Con todo, sabemos que la excelencia académica no es el único factor que influye para ser un buen profesor. Por eso mismo este reconocimiento dura sólo cuatro años, al cabo de los cuales los docentes deberán demostrar buen desempeño en la sala de clase para obtener la Asignación de Excelencia Profesional (AEP), la cual se aumenta en más del doble para hacerla coincidir con los montos del Reconocimiento Inicial. Esta asignación pueden recibirla todos los profesores que trabajan en el sector subvencionado por el Estado, ya sea municipal o particular, y busca premiar el esfuerzo de los docentes destacados. También se aumenta la remuneración mínima total y se disminuyen las horas lectivas, entregando dos horas más a la semana a los docentes que tienen jornada completa para preparar sus clases, diseñar y corregir ejercicios y pruebas, etc.

Por último, es importante mencionar que aún quedan asuntos por abordar, como por ejemplo: perfeccionar el proceso de selección de profesores titulares en el sector municipal, entregar más autonomía a los directores de colegios municipales, inculcar una cultura evaluativa participativa al interior de los establecimientos que sirva para diseñar las estrategias de mejora continua, crear una carrera profesional docente con escalafones, entre otras; pero esto no debe ser una escusa para no abordar los puntos donde sí existe consenso, pues al final del día la pasividad en esta materia perjudica a los niños de nuestro país y, en particular, a los más vulnerables.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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