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Ausencia de garantías para cultivar la dimensión espiritual

Milton Flores
Por : Milton Flores Psiquiatra. Investigador en Desarrollo Esencial Humano. Director Triagrama, Instituto para el Desarrollo de la Vida en Comunidad.
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El Colegio Médico, por su parte, ha explicitado oficialmente la presencia de la vulneración de los derechos a la salud, los derechos para cuidar de nuestra vida, para trabajar por nuestra integridad psíquica y física, cuando se coarta y compromete el uso de medicinas naturales como la Cannabis con fines medicinales, ampliando e incluyendo en su comprensión de lo terapéutico la cobertura para atender la espiritualidad de la vida.


La invitación es a que, cuando hemos conmemorado la fecha que marcó hito en lo que a violación de los Derechos Humanos se refiere en nuestro país, no desconozcamos la violación que en este minuto presente se sigue realizando desde el Estado hacia todos los ciudadanos.

Violación insidiosa, concertada, flagrante, dada en el marco de la ignorancia que significa soslayar nuestra condición de seres espirituales y materiales, establecida en derecho, cuando se impone un modelo donde la inclusión de una dimensión de realidad sutil de la existencia toda –y, por tanto, también la humana–, no existe.

Desconocer la realidad de la dimensión espiritual de la vida humana, significa comprometer de modo definitivo la oportunidad para el desarrollo integral y armónico del Ser Humano, individual y colectivo, y de este con su entorno.

[cita]El Colegio Médico, por su parte, ha explicitado oficialmente la presencia de la vulneración de los derechos a la salud, los derechos para cuidar de nuestra vida, para trabajar por nuestra integridad psíquica y física, cuando se coarta y compromete el uso de medicinas naturales como la Cannabis con fines medicinales, ampliando e incluyendo en su comprensión de lo terapéutico la cobertura para atender la espiritualidad de la vida.[/cita]

El sistema, como ha sido demostrado, no se encuentra en condiciones de garantizar el despliegue libre de derechos esenciales del ser humano, es decir, la dimensión íntima de cada persona, propia de esa identidad que trasciende la nacional de los Estados y que merece protección internacional; esa profundidad y esencialidad de la vida, no se contempla en los esfuerzos del Estado para atender al ciudadano, ni al principio ni nunca; se ignora la presencia de responsabilidades en este plano, no se incluyen en el rol.

Es cierto, nos encontramos en una fase de transición evolutiva, donde la ignorancia funcional en operaciones es efectivamente una atenuante a la hora de juzgar intenciones. No obstante, por el estado actual de las cosas, donde sin ir más lejos la Defensoría Penal Pública, organismo que protege al ciudadano jurídicamente, ha incluido oficialmente en su comprensión de la realidad judicial en Chile la ocurrencia de violaciones a los Derechos Humanos de última generación a ciudadanos que, en ejercicio de sus facultades, despliegan conductas que, a juicio de ellos, se encuentran en derecho vinculadas al cultivo de la dimensión espiritual.

El Colegio Médico, por su parte, ha explicitado oficialmente la presencia de la vulneración de los derechos a la salud, los derechos para cuidar de nuestra vida, para trabajar por nuestra integridad psíquica y física, cuando se coarta y compromete el uso de medicinas naturales como la Cannabis con fines medicinales, ampliando e incluyendo en su comprensión de lo terapéutico la cobertura para atender la espiritualidad de la vida. En la actualidad, en Chile son muchos los pacientes de distintas edades que presentando diversos grados de urgencias y situaciones no pueden usar los beneficiosos efectos de la Cannabis, para aliviar el sufrimiento y alcanzar la cura. Y son muchos los que, desafiando el absurdo y patético, a estas alturas, orden establecido, han salvado vidas humanas cuando se atrevieron a emplearla.

Sectores de la ciudadanía demandan desde distintas áreas de la convivencia por más inclusión.

Organizaciones ciudadanas que explicitan el cultivo espiritual con medicinas naturales.  Desde todos lados concordando sobre la necesidad de proteger libertades individuales sutiles.

Desde muchos lados, sosteniendo la necesidad de actualizar la aplicación de conocimiento científico definitivo, que surge como actitud ética para levantar lecturas maduras de realidad que nos ordenen.

La necesidad de integrar la sabiduría ancestral y eterna para afinar y prosperar en la comprensión de la vida.

Resulta demasiado evidente, para muchos, que las transformaciones profundas reconocidas como imprescindibles para alcanzar niveles superiores de desarrollo como sociedad, están vinculadas precisamente con la conquista, para todos, de garantías fundamentales. La dignidad humana es propia de la dimensión espiritual, las Garantías Fundamentales factibilizan el cultivo de lo espiritual, y es en presencia del Espíritu individual y colectivo cuando –desde lo digno del Ser– se toma conciencia de la verdadera naturaleza de nuestra condición y caemos en otro paradigma, donde cristalizan las transformaciones profundas, como experiencias de vida recreadas, enriquecidas, concretas, para todo aquel que despierta.

Por esto y mucho más, la invitación es a que, aquí y ahora, despertemos y trascendamos la inercia para no seguir haciéndonos cómplices de la violación inconsciente, involuntaria, sistemática, en realización, desde cada uno de nosotros –en los distintos grados de responsabilidad que a cada uno le toque– y por instituciones del Estado que, por acción u omisión, se encuentran determinando un bloqueo para la instauración de un momento evolutivo superior, donde la dignidad humana propia de la dimensión espiritual se encuentre verdaderamente protegida y acogida como bien común superior que, alcanzado, garantiza la oportunidad para la realización plena de la verdadera condición de la persona humana y de ella en la vida.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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