Publicidad

Fuerza Pública: la rebelión de las elites

Juan Cristóbal Portales y Julio Valdés R.
Por : Juan Cristóbal Portales y Julio Valdés R. Juan Cristóbal Portales es Investigador Escuela de Periodismo UMayor y Julio Valdés R. es Abogado PUC
Ver Más

Es en otras palabras, la manifestación concreta de una añoranza o retorno al vientre materno, entendido éste como el origen del Partido Conservador, y a su composición enraizada en la fronda, esa que generaba alianzas y fórmulas de gobierno entre pares de similar procedencia cultural, donde la democracia se concebía desde un sistema elitista competitivo racionalista schumpeteriano, y no desde una matriz de poder y racionamiento colectivo, comunitarista y participativo.


El pequeño espacio de cálculos y agendas propias y excluyentes que han denunciado los miembros de Fuerza Pública como argumento para su marginación de la Nueva Mayoría, más que sonar a crítica o invitación a la construcción de nuevos paradigmas político-ideológicos, demuestra una pésima lectura de la realidad actual y un profundo desarraigo con los principios fundamentales de toda convivencia democrática: el respeto a las mayorías y la lealtad en el cumplimiento de los acuerdos.

[cita]Es en otras palabras, la manifestación concreta de una añoranza o retorno al vientre materno, entendido éste como el origen del Partido Conservador, y a su composición enraizada en la fronda, esa que generaba alianzas y fórmulas de gobierno entre pares de similar procedencia cultural, donde la democracia se concebía desde un sistema elitista competitivo racionalista schumpeteriano, y no desde una matriz de poder y racionamiento colectivo, comunitarista y participativo.[/cita]

La supuesta falta de democracia en la DC, denunciada por quienes no comparten la decisión mayoritaria del partido, suena a exactamente lo contrario. Las definiciones políticas hoy encarnadas por Walker y su mesa, fueron tomadas en su órgano más representativo, el Congreso Ideológico, donde se asume el compromiso de apoyar, impulsar y eventualmente corregir de forma propositiva el programa de transformaciones de la Presidenta y la Nueva Mayoría. El desconocimiento de las dinámicas democráticas internas por un grupo de desafectados que asumen las banderas de lucha del caudillismo de las “buenas prácticas” velasquista, aparece entonces como un síntoma inequívoco de una nostalgia hacia modelos de dictadura de las minorías, que añoran una filiación conservadora primigenia, que desprecia a una clase media que paradójicamente la propia DC ayudó a crear. Es en otras palabras, la manifestación concreta de una añoranza o retorno al vientre materno, entendido éste como el origen del Partido Conservador, y a su composición enraizada en la fronda, esa que generaba alianzas y fórmulas de gobierno entre pares de similar procedencia cultural, donde la democracia se concebía desde un sistema elitista competitivo racionalista schumpeteriano, y no desde una matriz de poder y racionamiento colectivo, comunitarista y participativo. Todo lo contrario a ese pequeño grupo de falangistas descontentos ejemplificados en Frei Montalva, Leighton, Gumucio, Palma y tantos otros que, a diferencia de los ahora velasquistas, deciden cambiar de domicilio político, pero para encarnar un reformismo social cristiano de avanzada, de centro izquierda, lejano a un coqueteo con la derecha liberal servil a ciertos intereses empresariales y corporativos defensores del statu quo.

Es una lástima que este pequeño grupo de adherentes a Fuerza Pública, dotado de personas de gran calidad humana y talento, haya emprendido una rebelión elitista cooptada por un piñerismo disfrazado y por ciertos enclaves de poder corporativo escasamente democráticos y competitivos. Más aún bajo las circunstancias expuestas y en momentos donde resulta de vital importancia aportar en la construcción de una nueva institucionalidad que dé por superada la herencia dictatorial, y avance en el desarrollo de un país más inclusivo y solidario.

Como contrapunto y por suerte para la DC y el país, hoy este partido cuenta con una conducción que ha sabido poner orden donde otrora dominaban liderazgos y maquinarias de poder funcionales a una minoría, desprovistos de raigambre en las bases sociales. Walker y su directiva han recuperado una tradición de centro y clase media que parecía perdida, para sumarse, desde su visión particular y dialogante, a un proyecto mayoritario de reformas profundas.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
Publicidad

Tendencias