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Días después del anuncio: ¿qué tipo de canal cultural queremos?

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Carmen Romero
Por : Carmen Romero Directora de Fundación Teatro a Mil.
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El reciente anuncio presidencial de crear un canal público cultural se instaló en el centro del debate. Las voces detractoras apuntaron al monto –la inyección de US$ 25 millones, frente a las urgencias de financiamiento en otras áreas– y a un eventual riesgo de “ideologización”de los contenidos, dado que el aporte de recursos se realizaría a TVN. Pero una segunda mirada más de largo plazo sobre este proyecto, que forma parte del programa de gobierno de la Presidenta Michelle Bachelet, permite ver su oportunidad.

Si es el momento o no para destinar esos recursos, no puede inhibir la urgencia de abrir un debate y zanjar, en un espacio de diálogo abierto, qué tipo de televisión pública queremos. TVN, como lo dice su misión, debiera ser el canal público de todos los chilenos y ya fue erróneo pensar en que debía competir en el mercado con los demás canales.

Más que entregarse a la disputa sobre si la medida es retrógrada, como han mencionado algunos, la pregunta que debiera dirigir el debate es qué modelo de canal cultural-educativo necesitamos. Porque no da lo mismo el tipo de contenido que se vaya a emitir y el origen de este, quiénes participarán de la dirección del canal y lo independiente que pueda ser del gobierno de turno.

Miremos algunos datos para enriquecer este debate.

Programación cultural es apenas un 6% de lo que se emite en TV abierta

Si bien se ha avanzado en materia de programación cultural en la televisión abierta, aún queda camino por recorrer. Cifras del Anuario Estadístico de Oferta y Consumo de la Televisión Abierta 2015, del Consejo Nacional de Televisión (CNTV), muestran que en 2015 la programación con “contenido cultural” representó un 5,9% del total de programación emitida en TV abierta, lo que equivale a 60 horas de programación a la semana.

Si se mira por canales, TVN aporta el 39,4% del total de la programación cultural, con 23,7 horas semanales en promedio. Le sigue La Red (13,9%); Canal 13 (12,9%); UCV TV (9,5%); Mega (8,7%); Chilevisión (7,9%), y Telecanal (7,8%), según datos del CNTV.

De acuerdo a la misma fuente, el consumo promedio anual durante 2015 de programación con contenido cultural fue 5,2%, es decir, 49 minutos de consumo promedio durante la semana. Pese a que esta cifra indica un alza respecto al año anterior, la pregunta que debemos hacernos es qué entendemos por programación cultural y la relevancia de su masividad.

Una plataforma para la creación y exhibición de contenidos nacionales

La televisión abierta sigue siendo relevante para amplios sectores de la población, aún cuando la televisión por cable ha seguido expandiéndose. Si bien la televisión de pago ha incorporado mayor oferta cultural en su parrilla, no todos tienen acceso a esta.

Hoy en día además el acceso a contenidos audiovisuales a través de diversas plataformas –tablet, teléfono móvil, computador– amplía las oportunidades de un canal cultural-educativo: justamente se trata de colocar contenidos en una red abierta y pública para que las personas, de forma transversal –tanto territorial como socioeconómicamente– puedan acceder a estos.

Respecto de su contenido, es importante que este canal incorpore y emita contenidos de calidad. No solo eso. Este nuevo canal cultural debería transformarse en una plataforma para producciones locales culturales independientes. De este modo, los fondos públicos destinados a la producción audiovisual, encontrarían un soporte de exhibición.

La experiencia internacional más allá de la BBC

En el marco de esta discusión, el Consejo Nacional de la Cultura y las Artes, y el Ministerio de Educación, repasaron los modelos que existen de medios públicos en Orientaciones editoriales y programáticas canal público cultural educativo, publicación de marzo de este año. Un ejemplo citado en estos días es el de la Corporación Británica de Difusión, la BBC. “Sobre el 80 por ciento de los ingresos de la BBC proceden del pago de la licencia que cada persona que opera un aparato de televisión está legalmente obligada a pagar”, señala el documento.

[cita tipo=»destaque»]Somos partidarios de un canal cultural educativo donde participe la comunidad y cuya programación no se defina entre cuatro paredes. No es suficiente la existencia de un directorio, por más democrática que sea su constitución.[/cita]

Otro caso que se cita es el Public Broadcasting Service (PBS), de origen estadounidense, una red de televisiones públicas con 169 operadores de licencias educacionales no comerciales. El PBS se ha convertido “en un líder multiplataforma (…) a través de la televisión, la televisión móvil, la web o las pizarras interactivas en el aula”.

También se menciona a Canadá y la Canadian Broadcasting Corporation (CBC), que hoy agrupa a varios canales de televisión y radio, señales en lenguas de pueblos originarios y varios servicios a través de cable, satélite e internet.

América Latina no se queda atrás, ya que existen varias experiencias de señales públicas, como el Canal 11 en México –el primer canal educativo y cultural de Latinoamérica–, Señal Colombia, TV Cultura en Brasil y Encuentro y Paka Paka, en Argentina, con propuestas culturales y educativas.

En Argentina, el canal Encuentro alcanza a más de seis millones de hogares, sus contenidos están en la web y propone actividades educativas para la sala de clases. Un 70% de la programación es producción propia. Vemos que estas experiencias han empujado externalidades positivas, generando “más de 21 mil puestos de trabajo”.

Finalmente, TV Cultura de Brasil, principal canal cultural abierto de este país, que obtuvo el segundo lugar en el informe mundial de calidad de la TV realizado por la BBC.

Un canal independiente del gobierno de turno

Somos partidarios de un canal cultural educativo donde participe la comunidad y cuya programación no se defina entre cuatro paredes. No es suficiente la existencia de un directorio, por más democrática que sea su constitución. En cambio, aspiramos a que este canal incorpore instrumentos innovadores para que las audiencias y el mundo cultural, y en un sentido más amplio la sociedad civil, de Santiago y regiones, pueda ser parte de su modelo.

Hace rato que la televisión, y hoy las redes sociales, reemplazaron la plaza pública en la convivencia democrática y, por lo tanto, la conversación se lleva a cabo en estos espacios. El punto, de nuevo, es qué tipo de conversación les estamos proponiendo hoy a los ciudadanos.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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