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La buena salud de la Orquesta Sinfónica de la Universidad de Concepción

Alberto Larrain
Por : Alberto Larrain Director de Elencos Estables de la Corporación Cultural de la Universidad de Concepción
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En la época de la “post-verdad” resulta imposible no referirse a las palabras escritas por el señor Pedro Cisterna en El Mostrador, en las cuales, realizando una mezcla bastante confusa de referencias y menciones, critica la gestión de la Corporación Cultural de la Universidad de Concepción y efectúa una serie de planteamientos falaces e infundados, con un manejo tendencioso y poco riguroso de los hechos, intentando crear una ficción alejada de la realidad.

Ante ello, es necesario explicar que la Universidad de Concepción, como ninguna otra universidad regional, dedica esfuerzo y recursos cuantiosos a la extensión, y uno de sus brazos para ello es su Corporación Cultural (Corcudec), de la cual depende la Orquesta Sinfónica, la mayor institución de regiones de este tipo, sólo comparable a las dos orquestas capitalinas.

Para ello, la Universidad dedica algo más de dos millones de dólares anualmente, inversión que se justifica a plenitud si se revisan los resultados de la Sinfónica, pues sus presentaciones atraen alrededor de 120 mil espectadores cada año. Si agregamos a ello los restantes espectáculos que la Corcudec presenta en su sala, la cifra asciende a cerca de 300 mil. En los últimos años,  además, ha resultado muy importante el aporte del Consejo de la Cultura y las Artes, del orden de 300 millones de pesos, lo que ha permitido dar énfasis a la interpretación y difusión de música de autores chilenos.

[cita tipo=»destaque»]Que algunas personas manoseen descaradamente dicho lema y dibujen una realidad completamente distinta a través de distintos medios de comunicación es solo parte de una bien organizada campaña comunicacional, que ha incluido decenas de insultos y agravios por redes sociales, “reportajes” efectuados por una organización de profesores opositores a la actual Rectoría, cercana a un docente que ya anunció su candidatura a Rector para 2018, y una serie de notas y columnas de prensa.[/cita]

La Orquesta, que cuenta con más de cincuenta músicos estables, realiza una temporada de más de diez  conciertos de música sinfónica, una temporada de música de cámara,  al menos una ópera, numerosos conciertos educacionales con programas originales (desarrollados por sus propios músicos) y una diversidad de conciertos de difusión, incluyendo presentaciones en las diversas comunas de la región. Espectaculares conciertos gratuitos, dedicados a la música popular chilena, argentina, de conocidas películas y otros, fueron enormes éxitos que convocaron más de 7 mil personas cada vez, en el Foro del Campus universitario, algo que no se encuentra en ninguna otra parte de Chile, ni siquiera en Santiago.

Por ende, no existe otra organización comparable en el país en cuanto al alcance  de sus actividades.

Para poder mantener esta actividad, la Universidad de Concepción debe administrar los recursos celosamente, debiendo por lo tanto asegurar que cada peso que se gasta o invierte esté plenamente justificado. En este contexto, un músico que recibe un sueldo de dos millones 750 mil pesos mensuales, al que se le pide que atienda sus compromisos y asista a todos los conciertos en su rol de primer violín, y que no está dispuesto a cumplir con dicha obligación, no puede mantenerse en el elenco.  Una orquesta bien administrada tampoco puede tener en algunas familias de cuerdas un exceso de intérpretes que haga quedarse en casa a un músico de siete, en cada concierto.

Tres desvinculaciones en estas condiciones, así como la necesidad de orden administrativo y artístico musical al interior de la orquesta, no significan que exista una crisis en ella ni que se deje de lado el lema de la Universidad de Concepción. “Por el desarrollo libre del espíritu”, por cierto, es una insignia que tiene que ver con la libertad intelectual necesaria que siempre ha imperado en nuestra casa de estudios superiores, pero nada tiene que ver con la obligación de las autoridades universitarias de velar por los recursos y la gestión de las entidades que administra. Que algunas personas manoseen descaradamente dicho lema y dibujen una realidad completamente distinta a través de distintos medios de comunicación es solo parte de una bien organizada campaña comunicacional, que ha incluido decenas de insultos y agravios por redes sociales, “reportajes” efectuados por una organización de profesores opositores a la actual Rectoría, cercana a un docente que ya anunció su candidatura a Rector para 2018, y una serie de notas y columnas de prensa.

Sin embargo, la verdad, aquel escaso valor que por estos días parece a nadie importar mucho, especialmente en redes sociales, es muy distinta.

Existe una excelente orquesta de 52 músicos cuya calidad y profesionalismo no depende de dos o tres personas, así como una programación para 2017 que, al igual que en años anteriores, entusiasmará a los espectadores y auditores, del mismo nivel y calidad artística de siempre, y ajustada a los presupuestos que maneja Corcudec.

Lo anterior será posible, más allá de los intentos de algunos por denostar a las personas y la gestión de nuestra Corporación Cultural, porque tanto el Directorio como su plana administrativa mantienen el mismo interés y dedicación de siempre a esta labor, para lo cual están desarrollando un proceso de reestructuración que la potenciará aún más allá de lo que es hoy día, contando para ello con un apoyo muy importante de gran parte de los músicos.

Esperamos que las genuinas inquietudes de nuestros espectadores se vean compensadas con este proceso, pues para ellos, para quienes nos van a ver al Foro de la UdeC, al Teatro o a cualquier lugar de Chile donde se presenta la Orquesta, es que se trabaja con ahínco, no para personas que persiguen otros propósitos, que intentan crear una realidad que no es y que se arrogan una representación que no tienen.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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