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Grandes pensadores

Por: Rolando Salvo Gutiérrez


Señor Director:

Los Matinales, Lates y demás programas de televisión, nos han permitido conocer pensamientos de connotados “actores políticos”, convertidos en aventajados “panelistas, comentaristas y opinólogos” de la realidad nacional que, más bien parecen “generales después de la batalla” (no digamos “guerra” porque se puede mal interpretar). Estos personajes se han unido en una virtuosa mixtura a “rostros televisivos”, haciendo gala en conjunto de su erudición y versatilidad para abordar distintos temas pasando a transformarse de un momento a otro en un “panel de expertos”, en temas jurídicos, policiales, económicos, sociales, psicológicos, educacionales, políticos, etc.
Un ejemplo de lo anterior, es entre otros, el Alcalde Lavín, quien “extrañamente” desde el inicio de las manifestaciones y demás acciones inmersas en la “revuelta socio-delictual”, desapareció de las calles (de su comuna) y su reciente actuación “en terreno”, fue aportar una dotación no señalada de lo que el calificó “semáforos humanos” (curiosa descripción cuando, en estos días, es precisamente el reconocimiento y valor de la dignidad de la persona humana la que se encuentra cuestionada), indicando que con ello se aporta a comunas como Santiago donde se ha destruido estos reguladores luminosos, afirmando que existe norma legal que lo avala y permite pero sin precisar cuál.
Así, en el marco de esta mediática exposición se ha dado rienda suelta a la “creatividad político-pirotécnica” con “diagnósticos”, “aportes” y “propuestas de soluciones teórico-académicas” muy interesantes para ser analizadas en un “laboratorio de administración y finanzas”, pero de dudosa aplicación o bajada práctica, ya que, como sabemos, en el mundo de las ciencias sociales no hay “exactitudes” matemáticas, a las que los tecnócratas nos tienen acostumbrados con sus “modelos cuantitativos y proyectos en papel” que más temprano que tarde se convierten en un fin en sí mismos que adolecen del elemento socio-cualitativo esencial para su real y correcta aplicación.
De lo anterior, Lavín y otros saben muy bien. El Alcalde permanente (de Las Condes eso sí) constantemente ha dado muestra de su “altruismo, caridad y empatía” sin igual con los “más desposeídos” y de antiguo nos tiene acostumbrado, por ejemplo, a hacer llover sobre la contaminada Capital del país; a instalar playas en las cercanías del Mapocho; canchas de nieve en sectores “poco acomodados, postergados u olvidados” de su propia comuna; funcionamiento de drones de vigilancia, etc., “iniciativas” que poco o nada han pervivido en el tiempo y se desconoce la existencia de evaluaciones acerca del gasto y real impacto o aporte social de las mismas.
Incluso, es más, parece que hemos olvidado que en una oportunidad Su Excelencia lo calificó como “Flor de un Día” (su motivo tendría para así rotularlo), pero pese a ello, luego de haberse declarado “Bacheletista- Aliancista”, después de sus fallidas intentonas presidenciales y de su “tortuosa incursión” en la casa edilicia de la comuna de Santiago (que claramente en nada se asemeja a ser Alcalde de Las Condes), en una ocasión el actual primer mandatario decidió “probarlo” en la “primera división” de la administración pública y lo nombró “Ministro de Educación”, destinación donde sus modelos tecnocráticos, aprendidos o reforzados en la segunda mitad de la década de los 70 en Chicago, y su experiencia en la aplicación de iniciativas – que más bien se sitúan dentro del ámbito de campañas de publicidad o marketing – poco o nada le sirvieron, sumándose así al destacado y siempre “fugaz elenco de ex Ministros” de esa cartera que , sin perjuicio de no solucionar mucho, o mejor dicho nada, del problema real de la educación, abandonaron ese Ministerio derrotados, cuestionados e, incluso algunos, interpelados o acusados constitucionalmente.
Como dice el adagio: otra cosa es con guitarra. Podemos pensar, teorizar, criticar o comentar desde un plano ideático aspectos sobre la situación actual o más bien “real” que nos aqueja hoy y siempre, pero cuando veces “el pensamiento falla”. Lo que la gente necesita es menos palabrería o belleza en el discurso, lo que se pide, entonces, es más acción y menos “diagnóstico farandulero”.

Rolando Salvo Gutiérrez
Abogado

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