Opinión
En 1995, la ciudad de Kobe fue azotada por un devastador terremoto que provocó cuantiosas pérdidas de vidas e infraestructura. Sus habitantes tienen el vívido recuerdo de una ciudad a oscuras y desolada. Desde entonces, y hasta ahora, sus habitantes conmemoran el Kobe Luminarie, una demostración de luz que se celebra cada mes de diciembre y que tiene como objetivo un homenaje a las víctimas de la tragedia y al mismo tiempo recordar a sus ciudadanos que, pese a la tragedia, la luz ha vuelto a la ciudad.
Tanto Japón como México, Perú y Estados Unidos tienen definido en su calendario un día destinado a recordar su vulnerabilidad y aprender de ella. Chile, a pesar de ser el país más sísmico del mundo y contar con una de las principales cadenas de volcanes del planeta, no contempla un día de reflexión y educación ante emergencias.
El año 2020 fue sin duda un año capturado por un desastre global, la pandemia. En una nueva demostración de que las emergencias que creíamos superadas por la historia vuelven a recordarnos nuestra vulnerabilidad, asistimos también a la enésima comprobación que en no pocas ocasiones podemos prevenir o mitigar sus efectos si activamos nuestra memoria de eventos pasados.
Como Fundación Proyecta Memoria en el 2019 junto a diversas diputadas y diputados, presentamos un proyecto de ley para conjugar memoria y educación ante desastres socio-naturales y emergencia climática. Se trata de una iniciativa que contempla un minuto de silencio y reflexión para recordar a las víctimas de desastres a lo largo de nuestra historia y la activación en establecimientos educacionales de una serie de actividades de recuerdo y de enseñanza para prevenir y/o mitigar sus efectos.
No se trata de una fecha más en el calendario del “día de”, sino de un llamado a activar una serie de actividades culturales, gratuitas para la ciudadanía, que involucran al conjunto de la sociedad con medidas de autocuidado y prevención, individual y colectivamente, especialmente en la comunidad escolar.
El día propuesto es el 22 de mayo, la fecha que en 1960 marcó el mayor evento sísmico registrado por instrumentos que ha sacudido a la humanidad y que tuvo como epicentro la región de Los Ríos.
El Día Nacional de la Memoria y Educación ante Desastres, ingresado al parlamento en el 2019, fue aprobado por unanimidad en la Cámara de Diputados aquel mismo año, lo que fue seguido por la aprobación, también en forma unánime, por la Comisión de Educación del Senado. Sin embargo, aún espera la votación en sala de la Cámara Alta.
Chile necesita honrar la capacidad de las comunidades de sobreponerse ante los desastres. Es un día para no olvidar y aprender sobre nuestra vulnerabilidad, pero también sobre nuestra resiliencia porque la memoria salva vidas.
Este sábado 27 de febrero se conmemoran 11 años del minuto en que cambió la vida de miles en Chile, en honor a ellas y ellos, y a los miles de chilenas y chilenos que a lo largo de nuestra historia han vivido un desastre es preciso este homenaje. No se trata de números en estadísticas, sino de personas cuya historia y sacrificio pueden servir para transformar la memoria en educación.
Por ello, reiteramos nuestra solicitud a los Senadores en el sentido de agilizar el Proyecto de Ley para que este próximo 22 de mayo sea nombrado el Día de la Memoria y Educación ante Desastres y Emergencia Climática.
Dar este paso posibilitará generar un espacio de educación formal e informal en todas las ciudades de Chile sobre la emergencia climática y desastres, así como acciones permanentes todos los años y fomentar una cultura de prevención. De esta forma, daremos un profundo sentido de memoria al 27/F, porque después de todo la memoria salva vidas.
