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La triple desigualdad de las mujeres indígenas Opinión

La triple desigualdad de las mujeres indígenas

Eve Crowley y Natalia Lizama
Por : Eve Crowley y Natalia Lizama Representante de la FAO en Chile/Consultora FAO
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Las mujeres indígenas están abriéndose espacios públicos con un enorme potencial de dirigencia, que es necesario reforzar. Por eso, la Escuela de Liderazgo de Mujeres Indígenas entre FAO y el Foro Internacional de Mujeres Indígenas (FIMI) en esta semana está formando a 30 futuras lideresas, pertenecientes a 19 pueblos de la región, en el marco del Día Internacional de la Mujer Indígena. No obstante, para visibilizarlas se requiere mucho más. Ello implica un esfuerzo del Estado por generar una coordinación intersectorial que conjugue tres agendas: de los pueblos indígenas, de género y de desarrollo rural.


La Encuesta Casen 2017 reflejó que, si bien la pobreza se redujo, la desigualdad se intensificó respecto de 2015, es decir, los sectores pobres se han hecho más pobres. Gran parte de las regiones con una alta proporción de población indígena mantienen elevados niveles de pobreza, como La Araucanía, Los Ríos o Los Lagos. En efecto, la región que concentra la mayor cantidad de población indígena, La Araucanía, sigue siendo la más pobre (17,2%). Como vemos, si estas cifras son preocupantes para la población en general, lo son más aún para las mujeres indígenas.

La exclusión histórica de los pueblos originarios y la pobreza asociada con esta exclusión se intensifica en el caso de las mujeres. Las mujeres indígenas tienen menor acceso a ingreso monetario que las mujeres no indígenas.

La vulnerabilidad de aquellas se observa en las bajas tasas de pobreza por ingreso y multidimensional, las cuales se acercan respectivamente al 18% y al 30% frente al 11% y 20% de las mujeres no indígenas. Asimismo, en la tasa de participación laboral por sexo, hombres y mujeres indígenas registran un 69,7% y 47%, respectivamente (CASEN 2015). Ello es preocupante, ya que del 12,8% de la población, 2.185.792 personas, que se considera perteneciente a un pueblo originario, cerca de la mitad corresponde a mujeres, según el censo de 2017. Asimismo, según la Corporación Humanas, el 66% de las mujeres considera que una mujer indígena es más discriminada que una que no lo es.

[cita tipo=»destaque»]La vulnerabilidad de aquellas se observa en las bajas tasas de pobreza por ingreso y multidimensional, las cuales se acercan respectivamente al 18% y al 30% frente al 11% y 20% de las mujeres no indígenas. Asimismo, en la tasa de participación laboral por sexo, hombres y mujeres indígenas registran un 69,7% y 47%, respectivamente (CASEN 2015). Ello es preocupante, ya que del 12,8% de la población, 2.185.792 personas, que se considera perteneciente a un pueblo originario, cerca de la mitad corresponde a mujeres, según el censo de 2017. Asimismo, según la Corporación Humanas, el 66% de las mujeres considera que una mujer indígena es más discriminada que una que no lo es.[/cita]

FAO reconoce que muchas mujeres indígenas juegan un papel crucial en la producción de alimentos y en el desarrollo socioeconómico de la sociedad, por cuanto son pescadoras, agricultoras, pastoras, protectoras de semillas nativas y de plantas medicinales. También muchas de ellas son la columna vertebral de sus comunidades al mantener el conocimiento ancestral, y defender sus tierras y los derechos colectivos de los pueblos originarios. Incluso, han sido protagonistas de los movimientos socioambientales por la protección de los recursos naturales afectados por la industria extractiva.

Reconocer estas brechas cobra especialmente pertinencia ahora con el surgimiento del nuevo movimiento feminista y de los esfuerzos de las mujeres indígenas para ganar espacios de toma de decisión. Este año ingresó al Parlamento la primera diputada indígena, Emilia Nuyado Ancapichún. No obstante, son contados con los dedos los cargos públicos que ellas ocupan, como la alcaldesa de la Municipalidad de Paillaco, Ramona Reyes, o María Carolina Catepillán, miembro de la Corte de Apelaciones de San Miguel, la primera ministra mapuche que incluso podría llegar a la Corte Suprema.

Las mujeres indígenas están abriéndose espacios públicos con un enorme potencial de dirigencia, que es necesario reforzar. Por eso, la Escuela de Liderazgo de Mujeres Indígenas entre FAO y el Foro Internacional de Mujeres Indígenas (FIMI) en esta semana está formando a 30 futuras lideresas, pertenecientes a 19 pueblos de la región, en el marco del Día Internacional de la Mujer Indígena.

No obstante, para visibilizarlas se requiere mucho más. Ello implica un esfuerzo del Estado por generar una coordinación intersectorial que conjugue tres agendas: de los pueblos indígenas, de género y de desarrollo rural. La coyuntura actual constituye el contexto propicio para fomentar su empoderamiento, su inclusión en las demandas del movimiento feminista y el surgimiento de nuevas lideresas representativas del mundo indígena femenino.

 

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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