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Ajedrez con claro tinte geopolítico en Venezuela Opinión

Ajedrez con claro tinte geopolítico en Venezuela

Iván Witker
Por : Iván Witker Facultad de Gobierno, Universidad Central
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En materia de deuda externa, las disputas se ven complejas. Para los acreedores chinos y rusos no es baladí que Maduro pague sus deudas con petróleo y en algunos casos recurriendo a la participación en yacimientos. Este escenario indica que no hay razón para que los países que, en la actual coyuntura, apoyan a Maduro cambien de criterio y opten por cambios que les signifiquen enormes pérdidas.


Las disputas geopolíticas son centrales para entender el conflicto de Venezuela. La fractura en el Consejo de Seguridad de la ONU así lo prueba.

Se trata de varios tipos de disputas, siendo la principal aquella que pretende el control de algunas materias primas, donde las insignias son el oro, los diamantes y el petróleo. Otro tipo de disputa es el de los pasivos económicos y, con importancia relativa, la seguridad y defensa.

En cuanto a las materias primas, se distingue un claro choque de intereses estadounidenses, por un lado, y rusos con chinos, por otro. En medio, se cruzan indios y sudafricanos.

Poco se ha escrito sobre que, en estos últimos años, indios y sudafricanos se asociaron a empresas rusas pasando a controlar las exportaciones venezolanas de diamante, cuya calidad los especialistas ensalzan. El año 1942, en el río Surukún, se encontró la famosa Barrabás, una piedra de diamante de 155 kilates, la más grande y pura jamás hallada. El mito dice que la piedra fue fragmentada y con una parte se hizo una joya especial para la reina Isabel y la otra fue un regalo de Richard Burton a Elizabeth Taylor.

Ocurre que los joint ventures de Rusia, India y Sudáfrica en este rubro lograron, en noviembre del año pasado, hacer retornar a Venezuela a la certificación Kimberley, esencial para acceder a los mercados mundiales del diamante. Debe añadirse que los rusos controlan en la actualidad el llamado Arco Minero (estado de Bolívar –allí donde fue encontrado Barrabás–) que alberga millones de toneladas de diamantes, oro y otros minerales valiosos como el coltán.

En el caso chino se trata del principal inversor en yacimientos petrolíferos venezolanos y el cliente clave. Por sus características, el petróleo pesado del Orinoco (igual que el petróleo iraní) es fundamental para Beijing.

En materia de deuda externa, las disputas se ven igualmente complejas. Puesto en números, los pasivos más importantes contraídos por Maduro son con la RPChina (alrededor de US$ 70 mil millones). La empresa rusa Rosneft es el segundo acreedor, a mucha distancia de China, con “solo” US$ 17 mil millones.

Luego, para los acreedores chinos y rusos no es baladí que Maduro pague sus deudas con petróleo y en algunos casos recurriendo a la participación en yacimientos. Este escenario indica que no hay razón para que los países que, en la actual coyuntura, apoyan a Maduro cambien de criterio y opten por cambios que les signifiquen enormes pérdidas.

Es menester tener presente que otros acreedores muy relevantes son las estadounidenses BlackRock y el banco Goldman Sachs. Esto último explica que Maduro haya anunciado la ruptura de relaciones políticas y diplomáticas con EE.UU., mas no económicas. Esto además explica que las empresas occidentales tengan su propio juego. En realidad, el 62% de los tenedores de deuda de PDVSA son estadounidenses (Goldman Sachs, BlackRock, Fidelity Management, T. Row e Invesco) y el 12% británicos (Ashmore), sin que ninguno se haya quejado del trato recibido por Maduro. Incluso, Goldman Sachs desató una polémica en 2017 cuando adquirió casi toda la emisión de US$ 3.000 millones del PDVSA 2022 (los llamados “bonos del hambre”), ocasión en que fue acusada por la oposición venezolana de dar auxilio financiero a Maduro.

Para cualquier actor, es básico saber qué pretende hacer la oposición con estos pasivos. Ninguno de los acreedores olvida que varios de los personeros opositores han repetido, desde épocas de Chávez hasta hace pocas semanas, que “las deudas contraídas por el régimen no serán pagadas”.

Por lo expuesto, y aunque extrañamente se ha popularizado la idea que la batalla se juega más en los campos diplomáticos y en la actitud de las FF.AA., resulta plausible pensar que el gran desafío del Presidente de la Asamblea es mostrar un programa de atención a la deuda que sea creíble a los acreedores. Por extensión, suele ponerse énfasis en la necesidad (deseable ciertamente) de llevar a cabo elecciones creíbles. Es extraño que se omita que es igualmente necesario y deseable que quienes pretenden el poder político doméstico indiquen una solución creíble (y competitiva) al tema de la deuda externa.

Nótese, como elemento adicional significativo a la disputa geopolítica, que, paralelamente a los intereses descritos, se añaden otros específicos, turcos e iraníes, provenientes del ámbito de la seguridad y la defensa. Para ambos, tanto la ubicación geográfica de Venezuela (de la Orchila a Miami hay solo 2.200 km) como los altos decibeles de Maduro contra EE.UU., son enormemente funcionales y actúan como piezas activas en el juego de ajedrez global.

En síntesis, las disputas en torno a Venezuela tienen muchos componentes, donde aquellos de naturaleza geopolítica son, probablemente, los claves para el curso de los acontecimientos.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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