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Apareció Xi Jinping Opinión

Apareció Xi Jinping

Patricio Torres Luque
Por : Patricio Torres Luque Académico investigador en la Facultad de Economía y Negocios de la Universidad Finis Terrae.
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Extraño, por decir lo menos, ha sido que el presidente chino no haya estado apareciendo en televisión estatal últimamente. Hace algunos años, al recorrer China, y utilizar el metro en cualquier ciudad, televisores dentro de cada vagón de la estación mostraban cada día al presidente Xi inaugurando puentes, carreteras, aeropuertos, etc., presentándole como el gran caudillo que llevaría a China al desarrollo. Su silencio se rompió, reapareciendo en Pekín, afirmando que China ganaría la batalla contra el coronavirus.

Hace menos de tres semanas, el presidente Xi Jinping, ante una ferviente audiencia en el gran salón del pueblo de Pekín, proclamaba sus exitosos logros acerca de conducir China en medio de una coyuntura turbulenta, prometiendo al pueblo chino un histórico 2020. «Cada ciudadano chino, cada miembro de la nación china debería sentirse orgulloso de vivir en esta gran era, nuestro progreso no será paralizado por ninguna tempestad o tormenta».

Durante el discurso el presidente no hizo mención del nuevo coronavirus que ya se había apoderado del país. Mientras el presidente hablaba, el gobierno estaba cerrando la ciudad de Wuhan, en un intento de contener el brote del virus; días después, pone a su ministro del interior Li Keqianga a cargo de la emergencia y como la cara visible de la respuesta gubernamental.

Al chatear recientemente con amigos chinos, me comentan el malestar que muchos sienten por la lentitud con la que el gobierno reconoció el brote del virus; muchos afirman que el malestar es porque ellos saben que el gobierno ocultó información. La muerte del doctor Li Wenliang, un oftalmólogo de Wuhan, quien fue censurado por advertir a sus colegas acerca del brote de una nueva enfermedad en diciembre pasado, ha desatado un sentimiento de dolor e ira acumulada por la forma en que el gobierno ha manejado esta contingencia, llevando incluso a académicos de universidades chinas a lanzar peticiones al Ejecutivo a favor de la libertad de expresión.

El desafío de Xi Jinping no es nada fácil, si a lo anterior agregamos la desaceleración del crecimiento económico, las protestas de Hong Kong que se acrecientan, la elección taiwanesa que rechazó la reunificación con China y la prolongada guerra comercial con EE.UU., dada la posición de poder absoluto del presidente Jinping, esta es la prueba más grande que debe enfrentar el sistema autoritario que él mismo creó en torno a su persona, y que a nivel de partido de gobierno, desde la masacre de Tiananmen en 1989, no enfrentaba una crisis de legitimidad.

¿Cúanto de esta crisis podría erosionar su posición política? ¿Debilitará su posición a la larga mientras se prepara para continuar gobernando un tercer mandato como secretario general del Partido Comunista en 2022? ¿Aumentará el malestar civil?

El mismo 2018, el Parlamento removió las limitaciones constitucionales de su mandato, permitiéndole entonces gobernar de por vida, elevando así su potestad al mismo nivel de Mao.

El presidente chino aparentemente está utilizando la misma estrategia que Mao alguna vez utilizó durante la Revolución Cultural, o Deng Xiaoping luego de la masacre de Tiananmen: dar un paso hacia atrás, mientras permanece implacable a cargo del gobierno de la nación del centro.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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