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La variante ómicron: responsabilidad de la comunidad internacional Opinión

La variante ómicron: responsabilidad de la comunidad internacional

Renata R. Lisboa
Por : Renata R. Lisboa Estudiante de Estudios Internacionales, Universidad de Chile
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En diciembre se cumplen dos años desde el primer caso de COVID-19. Los avances en las campañas de vacunación en nuestro país han traído esperanzas, especialmente para el sector de nuestra sociedad que se ha visto más afectado. Sin embargo, no hay forma de asegurar una fecha de término para la crisis sanitaria. Asimismo, tampoco las autoridades pueden asegurar que desde ahora en adelante la situación mejorará y no empeorará. En este dilema de incertidumbre, hay luces de una posible recuperación, pero aquello solo es una ilusión para países desarrollados que han tenido la oportunidad de acaparar las vacunas. En países de menores recursos la situación es precaria, y de aquella situación no son culpables ellos, sino que la comunidad internacional. 

Chile ha sido elogiado mundialmente por su plan de vacunación y su buen manejo de la pandemia, aunque muchas de las medidas que nos han llevado a ese lugar de prestigio internacional significaran situaciones de inestabilidad y crisis para las familias más pobres de nuestro país. De acuerdo al Informe DEIS del Ministerio de Salud (2021), el total de población objetivo vacunada en nuestro país, al día de hoy, corresponde a un 87.1%, con al menos una dosis. Asimismo, a nivel internacional, de acuerdo con Our World In Data (2021), Chile se encuentra en el cuarto lugar de países con la población más vacunada. De esta manera, este avance que ha ocurrido en nuestro país, ha significado un gran avance en cuanto a implementar medidas menos restrictivas durante los últimos meses, que han permitido la reactivación laboral, como también una salida de emergencia para los graves problemas de salud mental que se agravaron durante la crisis.  

Tomando en cuenta solo la vacunación hoy en día, sin las medidas de restricciones, los Casos Diarios, los Casos UCI y los Fallecimientos Diarios, se han reducido de una manera significativa en nuestro país, a diferencia de los momentos más horrorosos que hemos vivido, donde, a la fecha del 28 de noviembre, 38.313 de personas ha fallecido en Chile debido al COVID-19 (Datos Marco, 2021). Ahora, si hay menores contagios, hemos abierto la frontera e incluso las discotecas para retomar nuestras vidas con más normalidad, ¿por qué las variantes nos asustan tanto en este punto? ¿Por qué volvemos a tener miedo? 

¿Qué es ómicron? ¿Cómo reacciona la comunidad internacional frente a esta variante del COVID-19? 

Ómicron es una variante del COVID-19, la última detectada. Ya tenemos conocimiento de las variantes Alfa, Beta, Gamma y Delta. Sin embargo, lo particular de la variante Ómicron es la importante diferencia a la versión original del COVID-19, lo que podría significar más letalidad, más contagio e incluso inmunidad ante las vacunas (BBC Mundo, 2021). Aunque ninguno de estos tres puntos está comprobado aún, la comunidad internacional ha demostrado preocupación ante esta variante encontrada en África, incluso varios países han cerrado sus fronteras exclusivamente para viajeros que provengan del continente Africano.     

De acuerdo a Unicef, “cuando un virus circula ampliamente y causa numerosas infecciones, aumenta la probabilidad de que el virus mute. Cuantas más oportunidades tenga un virus de propagarse, más oportunidades tendrá de sufrir cambios” (Unicef, 2021). De esta manera, para detener la mutación, las vacunas son fundamentales. Sin embargo, los países más desarrollados son los únicos que han podido protegerse a sí mismos de la crisis sanitaria, y los países menos desarrollados corren más peligro ante el surgimiento de una nueva variante, lo que también significa un peligro para el resto del mundo. De hecho, de acuerdo a la problemática actual de África, la BBC News ha entrevistado a Ayoade Alakija, codirectora de la Alianza Africana para la Entrega de Vacunas, donde ha asegurado que la variante ómicron es el resultado inevitable del acaparamiento de las vacunas por países desarrollados y la exclusión del continente africano (Ayoade Alakija en BBC News, 2021). 

De acuerdo a El País (2021), solo el 7% de la población del continente Africano ha recibido la pauta completa de vacunación. Esta situación se debe a dos factores: por una parte, a “los problemas logísticos que enfrentan las campañas de vacunación en países con escasos recursos y al rechazo de una parte de la población” (El País, 2021); y, por otra parte, tenemos el acaparamiento de las vacunas por los países más desarrollados. De hecho, Naciones Unidas, en enero de este año, comentó que “mientras que en 49 países de ingresos altos y medios se han distribuido 39 millones de dosis de vacunas, en un solo país de ingresos bajos apenas 25 personas han sido inmunizadas” (Naciones Unidas, 2021). Y la situación actual no ha cambiado. Mientras gobiernos como Uruguay anuncian la oportunidad de vacunas a turistas extranjeros, los países de más bajos recursos luchan para vacunar a su propia población. 

Tedros Adhanom, director de la Organización Mundial de la OMS, afirmó que “el enfoque de “yo primero” no solo deja en riesgo a las personas más pobres y vulnerables del mundo, sino que también es contraproducente, y, en última instancia, acciones de ese tipo solo prolongarán la pandemia, las restricciones necesarias para contenerla y el sufrimiento humano y económico” (Naciones Unidas, 2021). De esta manera, el llamado a la cooperación se ha dado desde distintas veredas; soluciones como la liberalización de las patentes de vacunas y la asignación equitativa de vacunas en distintos países, son cuestiones puestas en la palestra para el debate. De hecho, COVAX, la iniciativa de Cooperación para un Acceso Equitativo Mundial de las Vacunas contra el COVID-19, la cual tiene como objetivo acelerar el desarrollo y la fabricación de vacunas contra el COVID-19 para garantizar el acceso justo y equitativo a ellas para todos los países del mundo (OMS, 2021), es una iniciativa importante para solidarizar con países donde la vacunación ha sido una lucha. 

Definitivamente, queremos pensar que la historia nos da lecciones, sin embargo, si evaluamos el escenario actual y entendemos los verdaderos peligros de que los países se preocupen por sus propios ombligos no lograremos sentir luces de progreso internacional. Sin embargo, ahora queda confiar en que los gobiernos de los distintos países del mundo, en conjunto con las Organizaciones Internacionales, tomen el camino correcto de la cooperación internacional para generar verdaderos avances en el término de la pandemia, pero así también para salvar millones de vidas que en este momento están en peligro.  

 

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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