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Profesionalicemos la función pública y el trabajo en el comercio agrícola Opinión

Profesionalicemos la función pública y el trabajo en el comercio agrícola

Eduardo A. Santos Fuenzalida
Por : Eduardo A. Santos Fuenzalida Experto internacional en asuntos de comercio
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Profesionalizar la institucionalidad pública de apoyo a las exportaciones agropecuarias y alimentarias debe ser una prioridad y requiere de un esfuerzo transversal en varios frentes, a través de diversos ministerios y servicios, abarcando en el Ministerio de Agricultura, al menos, a servicios como Odepa, SAG, Indap y Achipia. A su vez, en la Cancillería se deberá incluir a la Dirección General de Asuntos Consulares, a la Subrei y a ProChile, mientras que en Economía deberá incluir a la Subsecretaría de Pesca, así como “Transforma Alimentos” (Corfo) y Sercotec.


El comercio internacional es vital para nuestro país, pues lo que hagamos hoy no solo impactará nuestros niveles de vida actuales, sino que condicionará también el rumbo futuro de la economía. Además, acerca del comercio agroalimentario se dice –creo que erróneamente– que somos una “potencia”. Y, ahora, hemos agregado que Chile debe alcanzar la soberanía y seguridad alimentaria. Esperamos un “montón” para un país tan pequeño como el nuestro. No obstante, aún tenemos una institucionalidad pública que no nos permitirá mantener nuestro pomposo eslogan por mucho tiempo y, menos aún, alcanzar la tan buscada “soberanía” y “seguridad” alimentaria.

Aun así, en el corto y mediano plazo, las exportaciones agrícolas y alimentarias seguirán siendo uno de los pilares centrales de nuestra economía, por lo que debemos examinar cómo “gerenciar” más efectivamente –desde el sector público– el futuro de esta actividad que, en conjunto con los productos del sector forestal, representa prácticamente un tercio del total de nuestras exportaciones. Por ello, se hace necesario modernizar las instituciones del Estado y profesionalizar el trabajo que realizamos en materia de políticas y gestión del comercio agroalimentario, y así hacerlo más efectivo. Son varias las iniciativas que será necesario explorar.

Para empezar, los países que han priorizado las exportaciones de su agricultura e industria alimentaria han tenido –por décadas– una institucionalidad pujante y robusta, que les permite trabajar estos temas de manera sistémica, integral, profesional y efectiva. Los ejemplos sobran con lo realizado en Australia, Canadá, y Europa, pero basta con destacar la labor del Foreign Agricultural Service del Departamento de Agricultura de los Estados Unidos (USDA – FAS). Este –un servicio público de profesionales que gozan de estatus diplomático– participa muy activamente en la formulación, negociación, implementación y administración de la política comercial agrícola y alimentaria estadounidense, desde hace más de noventa años. En comparación, nuestra institucionalidad –de “potencia alimentaria”– se parece más a la de un equipo amateur de barrio, con algunos miembros con más “ñeque” que otros.

Profesionalizar la institucionalidad pública de apoyo a las exportaciones agropecuarias y alimentarias debe ser una prioridad y requiere de un esfuerzo transversal en varios frentes, a través de diversos ministerios y servicios, abarcando en el Ministerio de Agricultura (Minagri) al menos, a servicios como Odepa, SAG, Indap y Achipia. A su vez, en la Cancillería se deberá incluir a la Dirección General de Asuntos Consulares, a la Subrei y a ProChile, mientras que en Economía deberá incluir a la Subsecretaría de Pesca, así como “Transforma Alimentos” (Corfo) y Sercotec. El espacio no nos permite argumentar acerca de todos ellos, por lo que, en las notas que siguen, nos centraremos en algunos temas de Agricultura, con las referencias que corresponda a otros ministerios y/o servicios. 

Para que el Ministerio de Agricultura pueda participar de manera efectiva no solo en los temas de fomento productivo, sino que también en la formulación y gestión de la política y el comercio agroalimentario, su institucionalidad deberá ser reorganizada y fortalecida en diversas áreas. Por años, el servicio ha sido el “pariente pobre” en la discusión de estos temas. Pero ello no debería sorprender, dada la muy débil institucionalidad que tiene internamente el Ministerio de Agricultura para gerenciar los temas internacionales y comerciales bajo su ámbito.

El Departamento de Asuntos Internacionales (en Odepa) –que es donde radica la gestión internacional del Ministerio de Agricultura– no tiene los recursos ni el respaldo político que se requieren para liderar de manera efectiva estas actividades. Este Departamento ni siquiera se relaciona directamente con el ministro, y consiste –literalmente– de solo un puñado de profesionales que cambia con alguna regularidad. Su liderazgo tampoco tiene continuidad profesional y es determinado, más que nada, por consideraciones de política contingente. 

En la actualidad, Asuntos Internacionales debería apoyar la actividad internacional de los 12 Servicios de Minagri, así como supervisar y coordinar la gestión de las 10 Agregadurías Agrícolas, hoy ubicadas en las Américas, Europa y Asia. Al mismo tiempo –al menos en teoría– debería contribuir, junto a Minrel y la Subrei, a la formulación, negociación e implementación de la política comercial agroalimentaria. Sin embargo, con el limitado respaldo técnico y político con que cuenta, este Departamento tiene muy pocas posibilidades de cumplir de manera efectiva con estas tareas. En resumidas cuentas, puede hacer poco en cuanto a apoyo a los Servicios de Minagri en la gestión de sus temas internacionales y –más importante aún– tener influencia real en las negociaciones agroalimentarias, y participar activamente en la puesta en marcha y la gestión de la política comercial de este sector. Un ejemplo a destacar acá es la tan anunciada participación de la Agricultura Familiar Campesina y sus pymes en redes comerciales y en mercados de exportación, donde la contribución de Agricultura es –para todos los efectos prácticos– casi inexistente. Y el respaldo entregado a las Agregadurías Agrícolas, hoy es muy precario e ineficiente.

Para revertir esta situación, se necesitan cambios profundos en la institucionalidad del sector público, que deberán comenzar con un “nuevo” Ministerio de Agricultura. Sugiero que es el momento de avanzar en la creación del Ministerio de Agricultura, Alimentación y de Recursos Naturales, tema que ha sido conversado durante décadas. Es cierto, no mejorará la imagen de la Administración en las encuestas, pero es urgente.

Para empezar, el nuevo ministerio deberá albergar bajo su techo toda la actividad pública de fomento y desarrollo productivo, e inspección del sector agropecuario, de las industrias forestal y de alimentos, incluyendo a la Subsecretaría de Pesca y Servicios. El “nuevo” ministerio estará así en condiciones de coordinar e impulsar de manera más efectiva el fomento productivo de estos sectores. Le dará también la musculatura política y el respaldo económico necesarios para ser un actor efectivo en la formulación de políticas, en la gestión de temas internacionales y comercio agroalimentario. Estos cambios en la institucionalidad pública crean una base para la mayor participación del Ministerio de Agricultura en la gestión internacional de nuestra economía y comercio, permitiendo también involucrar a todas sus autoridades en estos temas, mejorando la coordinación con los ministerios que corresponda y, en particular, la Presidencia.

Pero ese esfuerzo no será suficiente. También es necesario fortalecer –al interior de Agricultura– el trabajo profesional y técnico que se deberá realizar en el área internacional. Para ello, el ministerio deberá contar con una “unidad internacional” con mayores capacidades técnicas y profesionales que, además, pueda hacer uso de respaldo político. Así, sugiero revitalizar” el Departamento de Asuntos Internacionales de Odepa, creando un Servicio Internacional de Asuntos Agroalimentarios (SIAA). El nuevo servicio deberá liderar y asegurar la coordinación de los temas internacionales que caen bajo la responsabilidad de Agricultura.

Más importante, SIAA deberá ser responsable de proponer y negociar –en coordinación con la SUBREI– la política comercial agropecuaria y alimentaria de Chile. También deberá velar por el cumplimento de los compromisos comerciales adquiridos, así como rediseñar y liderar la política de exportaciones del sector agrícola e industria alimentaria. Para cumplir con las nuevas obligaciones de Minagri, será necesario que el SIAA reúna bajo su techo las actividades de fomento y promoción de exportaciones agrícolas y alimentarias, en particular, el Concurso y administración del Fondo de Promoción de Exportaciones Silvoagropecuarias. Y, en mercados claves, los “punta de lanza” de esta iniciativa deberán ser las Agregadurías Agrícolas, acompañadas por las Oficinas Comerciales, todas ellas debidamente equipadas, profesionalizadas y capacitadas. Y donde corresponda, por los Consulados Generales. Gracias desde ya, canciller.

Como ya destaqué, una reforma institucional del sector público agroalimentario, profunda y potenciadora, deberá incluir, también, cambios sustantivos en otros servicios, conversación que dejaré para otra columna. Sin embargo, no puedo dejar de mencionar, ahora, la necesidad de crear una Dirección General o, al menos, una División de Recursos Naturales, Agricultura y Desarrollo Sustentable, en la Subrei.

Resumiendo, concluyo con las principales responsabilidades que debe asumir SIAA, el nuevo Servicio Internacional de Asuntos Agroalimentarios de Agricultura: junto con promover y facilitar el intercambio comercial sectorial, deberá conducir a la mayor integración comercial de la agricultura e industria alimentaria de la región, fortaleciendo así las bases de la integración económica regional y –como parte integral de este proceso– impulsar el acceso de la Agricultura Familiar Campesina y de sus pymes, así como de los Pueblos Originarios, a los circuitos comerciales internacionales. La cooperación internacional en estas materias nos permitirá iniciar de manera efectiva la integración económica desde la base.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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