
Migración y trabajo: el motor silencioso de la economía chilena
Pese a los avances concretos en la integración laboral de la población migrante, reflejados en los indicadores de participación laboral entregados por el INE, aún persisten desafíos profundos relacionados con la calidad del empleo y la protección laboral.
Esta semana se conmemora un nuevo Día del Trabajo, fecha que invita a reflexionar e identificar desafíos y oportunidades en torno a la realidad laboral en el país. Así como en otras dimensiones de la vida social, política y económica, el contexto demográfico actual nos alerta sobre los desafíos y aportes de los trabajadores migrantes. Una población joven, activa laboralmente, capacitada y con una capacidad productiva que impacta positivamente en el crecimiento del país.
En este contexto, no basta con reconocer su esfuerzo y resiliencia, es necesario respaldar su inserción laboral y apoyar activamente el desarrollo de sus emprendimientos a través de programas y políticas concretas, focalizadas y que fomenten la empleabilidad en sectores con necesidad de trabajadores.
Los últimos datos entregados por el INE muestran una realidad que no debemos pasar por alto: la tasa de desocupación extranjera fue de 7,0%, menor a la tasa nacional de 8,7%, dando cuenta de la resiliencia y dinamismo de la comunidad migrante y de su creciente relevancia en la economía nacional. En particular, la población extranjera ocupada experimentó un aumento significativo en su participación en sectores clave para el desarrollo del país, como el transporte (22,2%) y alojamiento y servicios de comidas (9,1%).
Este crecimiento y esta participación laboral dan cuenta de cómo los trabajadores migrantes han ocupado roles fundamentales en actividades esenciales que sostienen el funcionamiento cotidiano de nuestra sociedad y mercado del trabajo.
Un aspecto adicional que resalta la relevancia de la fuerza laboral migrante es su contribución al pilar solidario del sistema previsional chileno. Los últimos datos disponibles señalan que el 11,4% de los afiliados son extranjeros, destacando especialmente las comunidades provenientes de Venezuela, Perú y Colombia, que representan la mayor proporción de cotizantes y afiliados extranjeros.
Esta participación de los trabajadores migrantes en la seguridad social, al mismo tiempo que fortalece el sistema previsional a mediano y largo plazo, contribuye a asegurar la sostenibilidad y la solidaridad intergeneracional del sistema, beneficiando directamente a todos quienes participan en él.
La contribución de la población migrante no se limita exclusivamente al ámbito laboral formal. Mujeres y hombres extranjeros en edad laboral se embarcan en proyectos de emprendimiento impulsados no tanto por oportunidad, sino por necesidad, enfrentando dificultades económicas que limitan su crecimiento y estabilidad. Si bien muchos migrantes ven en el emprendimiento una vía alternativa frente a las dificultades para acceder al empleo formal, sus iniciativas enfrentan barreras complejas como el acceso restringido a créditos, la falta de redes de apoyo y el desconocimiento de la normativa laboral chilena.
Pese a los avances concretos en la integración laboral de la población migrante, reflejados en los indicadores de participación laboral entregados por el INE, aún persisten desafíos profundos relacionados con la calidad del empleo y la protección laboral.
La informalidad, aunque mostró una disminución del 8,3%, respecto a los 12 meses anteriores, sigue afectando a cerca de 291 mil personas extranjeras que enfrentan precariedad, inseguridad y vulnerabilidad frente a posibles abusos laborales. Por ello, resulta urgente diseñar e implementar políticas públicas que hagan frente a este escenario y se orienten en el reconocimiento formal de las competencias y títulos profesionales obtenidos en el extranjero; facilitar los procesos de regularización migratoria y ampliar la capacitación técnica y digital, especialmente para mujeres jóvenes.
En línea con las recomendaciones de organismos internacionales, como la Organización Internacional del Trabajo, debemos invertir estratégicamente en sectores claves como educación, salud, cuidados, tecnología y medio ambiente, para asegurar empleos dignos que integren plenamente a la población migrante a las necesidades del Chile de hoy.
Este Día del Trabajo debemos recordar que los trabajadores migrantes no son una carga, sino un aporte valioso y una oportunidad real para fortalecer nuestra sociedad y economía. Son ellos quienes con esfuerzo diario aportan innovación, energía y dinamismo al país. Garantizar sus derechos laborales es un acto de justicia social y económica, pero también una estrategia inteligente para aprovechar al máximo el potencial productivo que la migración trae consigo.
En definitiva, reconocer y potenciar la contribución laboral de la comunidad migrante en Chile no solo es un deber ético, también es un paso imprescindible para construir un país más justo, inclusivo y próspero para todas y todos.
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