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Populismo y migración: el espejo del fascismo Opinión EFE

Populismo y migración: el espejo del fascismo

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Lo que estamos viendo es, más que una operación policial, un experimento sobre la democracia misma: centralizar tropas, descartar la separación de poderes, deslegitimar instituciones, amenazar a gobernadores electos, intimidar a las universidades y medios.


El gobernador de California, Gavin Newsom, ha descrito una intervención que muchos califican de alarmante: redadas federales en Los Ángeles, acompañadas del despliegue de miles de guardias nacionales y marines sin consulta previa a las autoridades locales. Para un humanista, estas imágenes resultan estremecedoras: trabajadores arrestados, mujeres embarazadas separadas de sus familias, comunidades enteras sintiendo miedo en sus calles.

Lo que acontece no es solo una operación migratoria: es un mensaje de desprecio a la empatía, un uso visible del poder militar contra ciudadanos que protestan de forma pacífica. En lugar de apoyar el diálogo, se opta por el gas lacrimógeno, las granadas aturdidoras, las balas de goma. Cuando un gobernador ordena desplegar sus propias fuerzas, el orden reposa sobre un contrato social, pero cuando el presidente lo hace sin consultar, socava ese contrato y erosiona la democracia.

Resulta humano que quienes ven su comunidad militarizada sientan miedo. El propósito de Trump, según Newsom, no es proteger, sino acentuar las fracturas, alimentar el pánico, consolidar su poder a costa de la seguridad emocional de la gente. Ese no es liderazgo: es cálculo, teatrillo del autoritarismo que castiga a los más vulnerables para imponer el silencio.

El gobernador ha emprendido acciones legales inmediatas, buscando frenar este militarismo interior y restablecer el equilibrio entre ciudad y Estado, individuo y poder. Al hacerlo, apela al ciudadano: “ustedes son el antídoto contra el miedo”, dice. Una invitación a la conciencia, al coraje pacífico, al compromiso por la justicia y la dignidad humana.

Así, lo que estamos viendo es, más que una operación policial, un experimento sobre la democracia misma: centralizar tropas, descartar la separación de poderes, deslegitimar instituciones, amenazar a gobernadores electos, intimidar a las universidades y medios. ¿Protección o asedio? ¿Democracia o espectáculo autoritario?

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.

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