
Cinismo, consensos y cordones sanitarios
Lo que algunos presumen erróneamente como ideas “progresistas”, sin evaluar en qué se traducen respecto al respeto a libertades y derechos en una sociedad democrática, en realidad eran refritos identitarios, colectivistas e indigenistas del socialismo del siglo XXI.
En torno a las candidaturas presidenciales, resulta paradójico que no se considere exagerado cuando se habla de cordones sanitarios para referir a José Antonio Kast o Johannes Kaiser, pero sí cuando se habla de evitar el auge del comunismo frente a candidatas como Jeannette Jara. En otras palabras, se rechaza presumir el tipo de gobierno que podría impulsar una candidata que profesa una ideología totalitaria como el marxismo leninismo, pero no se considera lo mismo cuando se alude al supuesto fascismo de algunos candidatos en la derecha.
A partir de este tipo de incoherencias es frecuente escuchar y leer sesudas elucubraciones y advertencias respecto al auge de lo que se acusa como ultraderecha y su amenaza a la democracia. Sin embargo, no ocurre lo mismo con lo que podría entenderse como izquierda autoritaria que, entre otras cosas, no sólo valida dictaduras de partido único diciendo que son democracias superiores, sino que apoya regímenes autoritarios que se sostienen mediante el fraude electoral, tal como sucede con el régimen chavista.
¿A qué se debe esta perspectiva, esperable en personas que simplemente aluden a posturas, pero no admisible en gente que se precia de tener jineta de académicos? ¿Cómo se explican las omisiones evidentes respecto al apoyo de las izquierdas, sobre todo el Partido Comunista y el Frente Amplio, a proyectos ideológicos recientes que han terminado en evidentes autoritarismos? ¿Por qué se omite que las izquierdas chilenas, partiendo por la propia Michelle Bachelet, han apoyado con ahínco el socialismo del siglo XXI, del cual Chávez fue el principal -pero no el único- impulsor?
Efectivamente, apelar a Lenin para criticar a Jeannette Jara es una especie de anacronismo. Incluso apelar al Vaticano de los comunistas (Cuba) resulta una discusión fútil. Pero resulta del todo coherente interpelarla respecto del apoyo que su partido ha ofrecido al socialismo del siglo XXI como proyecto político e ideológico, sobre todo porque el PC intentó imponer una Constitución que en gran medida estaba inspirada en ese socialismo del siglo XXI, durante el primer proceso constitucional.
Lo que algunos presumen erróneamente como ideas “progresistas”, sin evaluar en qué se traducen respecto al respeto a libertades y derechos en una sociedad democrática, en realidad eran refritos identitarios, colectivistas e indigenistas del socialismo del siglo XXI. Esta confusión se entiende mejor cuando pensamos en las vindicaciones que hacen las llamadas izquierdas woke, que tienen mucho de identitarias e intolerantes y bien poco de democráticas y respetuosas de las libertades, tal como las que el PC apoyó con fuerza en el primer proceso constitucional.
Entonces, si se trata de defender la sociedad democrática, las libertades individuales y el Estado de Derecho, la incoherencia o el cinismo de algunos es muy evidente.
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