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¿Boric en La Paz? Opinión Archivo

¿Boric en La Paz?

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Gabriel Gaspar
Por : Gabriel Gaspar Cientista político, exembajador de Chile y exsubsecretario de Defensa, FFAA y Guerra.
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La necesidad de instaurar una nueva fase en las relaciones bilaterales la expresa claramente el Consejo Empresarial Bolivia–Chile, e inclusive algunos candidatos también se han manifestado en esta dirección, entre ellos Andrónico Rodríguez.


El próximo seis de agosto Bolivia cumplirá 200 años de vida independiente.  Esta vez, la fiesta nacional estará muy cerca de las elecciones presidenciales y parlamentarias a efectuarse el 17 de agosto.  ¿Concluirá el ciclo del Movimiento al Socialismo? ¿Cómo planean las diversas candidaturas enfrentar la grave crisis económica que afecta al vecino país? ¿Es posible abrir una nueva era en la relación bilateral Chile–Bolivia?

Elecciones y crisis

En esta oportunidad concurren nueve candidaturas.  De ellas, la contienda real -hasta ahora- se da entre cuatro.  Se trata del empresario Samuel Doria Medina, que ya ha postulado en un par de ocasiones, cuyo principal lema es solucionar en 100 días la crisis económica.  De corte centro derecha, expresa a sectores medios urbanos, muchos de los cuales en el último tiempo representó el expresidente Carlos Mesa.  Crítico del Movimiento al Socialismo (MAS), su fuerte lo basa en su capacidad de gestión. En segundo lugar, de acuerdo con la mayoría de las encuestas, figura el también expresidente Jorge “Tuto” Quiroga, representativo de una alternativa liberal.  Ambos oscilan en torno al 20%, por lo cual es muy probable que tengamos una segunda vuelta.

Según la legislación electoral, un candidato gana en primera vuelta si obtiene más del 40% de los votos, y si lo separa una distancia de 10 puntos respecto al segundo. A la fecha ninguno logra esa meta.

Mas rezagados se encuentran el actual presidente del Senado, Andrónico Rodríguez, quien durante mucho tiempo fue el delfín de Evo Morales, que a la fecha lo acusa de traición. Cerca está el alcalde de Cochabamba, Manfred Reyes Villa, exoficial de ejército, de fuerte raigambre en su región.  Andrónico y Manfred oscilan en un 10% en la mayoría de las mediciones, pero tomemos nota que estas últimas coinciden en un 20% de ciudadanos que no han definido su voto.  Muchos analistas ven en esa cifra una cantidad importante de simpatizantes de Evo Morales, que esta vez quedó fuera de la contienda.  Un dato: el nivel de rechazo a Morales supera los 70 puntos, especialmente después de los bloqueos que implantaran sus partidarios hace pocas semanas.

Los restantes candidatos obtienen escasa votación. Entre ellos hay tres que provienen del “mundo MAS”: la alcaldesa de El Alto, Eva Copa; el ex ministro de gobierno de Arce, Eduardo del Castillo, y el cruceño Johny Fernández, todos con escasa votación, pero que en una negociación de última hora podrían converger en una postura única.

Como se ve, la principal novedad en esta elección es la dispersión del MAS, con su principal líder refugiado en su reducto del Chapare, con una orden de detención que no ha sido materializada por el fuerte respaldo que posee en esa región.

De mantenerse estable el actual cuadro, lo más probable es que el próximo presidente provenga de la actual oposición. Proyectada su votación en el parlamento, tanto Doria como Quiroga lograrían buenas bancadas, que sumadas le darían mayoría a la centroderecha. Por su parte, a la fecha, circulan muchos rumores sobre negociaciones entre los distintos destacamentos en que se ha fracturado el MAS. Si lograsen un acuerdo de aquí al 17 de agosto, podrían tener alguna posibilidad.

Lo que es evidente es que quien resulte ganador, ya sea en primera o segunda vuelta, tendrá que afrontar desde los primeros días un duro desafío económico. Aquí el desafío es simple pero gigantesco, pues Bolivia virtualmente agotó sus reservas de dólares, en gran parte por la caída de las exportaciones de gas y a la vez, por un gasto público generoso en subsidios que se financiaban en tiempos de la bonanza gasífera, pero que hoy arrojan gigantescos déficits. Horizontes nublados para Bolivia a fines de año.

El nuevo gobierno debería asumir en noviembre próximo y las expectativas de la sociedad son enormes, ya que buena parte de la población espera que el cambio de gobierno se traduzca en una solución de la crisis.

La relación Chile–Bolivia

Desde 1979 nuestros países carecen de relaciones diplomáticas. En estas décadas hemos vivido todo tipo de momentos, desde el acercamiento de la llamada “agenda de los 13 puntos” hasta la virulencia de los juicios de la Haya, en especial del primero, el de la llamada “obligación de negociar”. Pese a carecer de embajadas, ambos países mantenemos Consulados Generales, en el caso nuestro, siempre a cargo de un funcionario con rango de embajador.

La historia es conocida, lo es menos el presente. No tememos equivocarnos al afirmar que en el último tiempo hemos avanzado promisoriamente. Pese a tener un intercambio económico bajo y una agenda de baja intensidad, ambos países estamos indisolublemente unidos por la geografía y, en especial, por el Tratado de 1904. Las dificultades económicas crecientes de Bolivia han transformado al nexo con Chile en un punto privilegiado para su abastecimiento externo.  Vale en especial para el suministro de gasolina y diésel.

Ambos países sufrimos, con efectos diferentes, la inmigración ilegal. Proveniente desde el norte, es por la frontera común por donde penetra al país la oleada de inmigrantes y también las bandas internacionales que asolan al continente.  El punto de mayor conflicto bilateral es la llamada “reconducción” de los ilegales que proceden desde el altiplano, aunque a la fecha las autoridades bolivianas han aceptado recibir cuotas pequeñas, pero crecientes de casos.  Esto puede mejorarse y esa ha sido la tónica en los últimos tiempos.  Asimismo, Chile ha colaborado en facilitar el desembarque en Arica del combustible tan deseado en el altiplano. Recientemente, Chile aportó una generosa donación de vacunas contra el brote de sarampión que estalló en Santa Cruz hace pocas semanas.

Este positivo clima bilateral es posible de mejorarmás aún, en mutuo beneficio. La modernización -y relocalización- del oleoducto de Sica Sica permitiría facilitar el abastecimiento energético. Asimismo, poner en marcha el ferrocarril de Arica–La Paz facilitaría y abarataría enormemente el tráfico de mercancías.  La infraestructura está y hoy es la resistencia de camioneros bolivianos lo que traba su funcionamiento.

Pensando en grande, junto con empresarios y profesionales bolivianos, hemos comentado los mutuos beneficios que significaría extender la línea férrea desde La Paz hacia Santa Cruz, para así facilitar el transporte de la soja cruceña hacia los puertos del Pacífico y de allí hacia el mercado asiático.  Asimismo, ambos países nos podemos beneficiar de un recíproco apoyo energético a ambos lados de la frontera y, por cierto, del establecimiento de rutas aéreas entre las principales ciudades bolivianas con los puertos del norte y Santiago. La empresa aérea boliviana, BOA, está en marcha blanca en estos proyectos lo que permitiría una mejor conectividad.

La necesidad de instaurar una nueva fase en las relaciones bilaterales la expresa claramente el Consejo Empresarial Bolivia–Chile, e inclusive algunos candidatos también se han manifestado en esta dirección, entre ellos Andrónico Rodríguez.

En este contexto, no es de extrañar que el gobierno del presidente Luis Arce Catacora haya formulado una invitación a su par chileno para acompañarlo al bicentenario, el próximo 6 de agosto. La presencia del mandatario chileno sería una potente señal para la construcción de una nueva era en la relación bilateral.  Recordemos que, para nuestro Bicentenario, el entonces presidente Sebastián Piñera invitó a Evo Morales, quien acudió con una delegación del regimiento Colorados, que desfiló en nuestra Parada.

Si el principal desafío diplomático de nuestro país son sus relaciones vecinales, todo lo que ayude a darles estabilidad y facilitar cooperación contribuye a nuestro interés nacional. Por cierto, no se trataría de una “medida ideológica” como más de alguno pudiese pensar. Constatemos que a la reciente cumbre de “Defensa de la Democracia”, la Moneda no invitó al presidente boliviano, pero si de relaciones de Estado se trata, aquí estamos precisamente en ese campo y agreguemos que en su momento el presidente Ricardo Lagos viajó a La Paz para asistir a los funerales del presidente Banzer.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.

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