
Una campaña no muy Sutil
Nadie le dejó claro que el rol de “asesor estratégico” con que fue presentado hace pocas semanas no es sinónimo de vocero. Y si se lo dijeron y no lo entendió, deberían clarificárselo. Las campañas tienen estructuras y roles claros, precisamente para que no se cometan estas chambonadas.
Cuesta entender cuál es el rol que le asignaron a Juan Sutil en la nueva etapa de la campaña de Evelyn Matthei, porque si el objetivo definido era hacer un giro hacia el centro y así diferenciarse de la dupla Ka-Ka, las declaraciones del expresidente de la CPC, en las que afirmó que el régimen de Pinochet “no fue una dictadura”, apuntaron exactamente en la línea contraria.
Cuando ya parecía que la candidata había dejado atrás todas las consecuencias de su desafortunada entrevista con Checho Hirane en abril –cuando señaló que había sido inevitable del golpe de Estado y que hubiese muertos–, Sutil trajo de vuelta los fantasmas del dictador al centro de la campaña. Recordemos que la exalcaldesa había logrado hace solo un par de semanas cerrar el capítulo con una entrevista en la misma radio –de clara tendencia de derecha– con la sentencia “claro que fue dictadura. Yo generalmente hablo del gobierno militar, pero técnicamente es una dictadura”.
La pregunta es si la frase de Sutil fue un lapsus, un error no forzado o, por el contrario, un acto premeditado. En caso de ser la primera alternativa, solo estaríamos frente a la constante de una campaña plagada de desaciertos, zigzagueos y errores gruesos, como cuando anunciaron que harían primarias y 48 horas después informaron lo contrario, o la designación de once voceros, para que luego se bajaran cinco, o cuando al equipo creativo de campaña –digno de un premio publicitario– se le ocurrió el disparate de dividir los atributos de la exalcaldesa entre “Evelyn” y “Matthei”, confrontando ambos perfiles antagónicos. Es otras palabras, una torpeza más a estas alturas no dejaría de ser una anécdota.
Lo que llama la atención, eso sí, es que Juan Ignacio Sutil Servoin es una persona con experiencia en enfrentar medios. Acostumbrado a las luces, protagonista del mundo de la élite, polémico y sin tapujos para reforzar sus convicciones políticas, no es de esos que pisan el palito con facilidad.
¿Cómo entonces un hombre con su preparación devolvió la pelota candente al área chica de la campaña de centroderecha, en un tema que no solo genera controversias, sino que, además, se da en el momento en que para alcanzar a Kast tienen que, sí o sí, salir a buscar votos en el centro, si es que aún pretenden pelear el paso a segunda vuelta? Un error comunicacional, sin duda, pero, sobre todo, político. Tanto es así que la propia Evelyn Matthei y su nueva vocera, Paula Daza, tuvieron que salir a dejar claro que no compartían las declaraciones, y desplegar un discurso de valorización de la democracia.
Tal vez Juan Sutil no cometió un error, sino que considera genuinamente que el régimen autoritario de Pinochet no fue una dictadura. Razones para pensar eso le sobran. Recordemos que el empresario creció con la idea normalizada de que su padre era el alcalde de Zapallar de manera natural. Claro: había sido elegido regidor –hoy concejal– en 1971 por una comuna en la cual su familia tiene propiedades desde hace décadas, dos años antes del golpe militar con que se quebró la democracia, para luego asumir el rol de alcalde del balneario por todo el tiempo que duró la dictadura, designado por Pinochet. Se entiende.
Ahora, si Juan piensa que resaltar la dictadura es una estrategia para captar votos, definitivamente está en el comando equivocado.
Concordemos que Sutil es, sin dudas, un empresario con aspiraciones políticas. Fue estrecho colaborador del Gobierno de Piñera desde su rol en la CPC, postuló luego –en el segundo intento por cambiar la Constitución– como candidato a consejero constitucional por Renovación Nacional e, incluso, se rumoreó insistentemente, hace unos meses, que sería el reemplazante de Matthei en caso de que “la bajaran”, por lo que su llegada al comando de la exalcaldesa fue algo natural.
Sin embargo, Sutil no maneja los códigos de la política, algo parecido a lo que le pasó a Sebastián Piñera cuando hizo el giro desde el mundo empresarial. Por cierto, en la política, por más recursos que tenga quien se integra a ella, no significa que pueda imponer sus términos y, menos, romper la dinámica de los partidos. Eso se aprende. Recordemos que, en sus primeros años, el propio Piñera mantenía sus negocios y navegó entre los conflictos de intereses hasta que entendió que Renovación Nacional no era una más de sus empresas.
Creo que al empresario nadie le dejó claro que el rol de “asesor estratégico” con que fue presentado hace pocas semanas no es sinónimo de vocero. Y si se lo dijeron y no lo entendió, deberían clarificárselo. Las campañas tienen estructuras y roles claros, precisamente para que no se cometan estas chambonadas.
Pero de fondo, más allá de la figura y el rol de Juan Sutil dentro de la campaña, en los próximos dos meses, Evelyn Matthei y su entorno no pueden volver a cometer nuevos errores no forzados que, por un lado, les hagan perder energía en estar dando explicaciones acerca de declaraciones que vuelven a despertar los fantasmas internos de la derecha y, por otro, confunden a un electorado de centro que puede ser su tabla de salvación, si es que quieren aspirar a pasar a segunda vuelta. Después de todo, Juan, quienes mantienen en su relato la idea de que la dictadura no fue una dictadura son los rivales que están en su misma vereda: la dupla Ka-Ka.
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