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Memoria del 11 de septiembre Opinión

Memoria del 11 de septiembre

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Franco Galaz
Por : Franco Galaz Periodista CEDEUS
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Hoy muchas personas relativizan lo que pasó durante la dictadura en Chile. La mayoría, como yo, no vivieron esos años oscuros de nuestra historia, pero sí deben tener claro lo que pasó en Nueva York en septiembre de 2001.


Aún recuerdo el primer 11 de septiembre del que tengo memoria. Tenía apenas 9 años cuando a media mañana irrumpió la tragedia: un atentado terrorista en pleno Nueva York. Conmocionado porque una tía vivía en dicha ciudad, me paré de mi puesto en el colegio y caminé hacia la biblioteca, donde estaba la única televisión que había en el recinto. La imagen de las Torres Gemelas humeando jamás han salido de mi memoria. Estuve viendo las noticias toda esa jornada, hasta que en la noche los apagones interrumpieron todo.

Claro que poco entendía en ese momento por qué se cortaba la luz. Pasaron los años, fui creciendo y aprendiendo del horrible significado que tiene esta fecha en nuestro país.

A los pocos años comprendí que los apagones en Santiago no tenían nada que ver con los homenajes de las 2.977 personas que murieron ese día en Manhattan y el Pentágono. Nuevamente, la televisión me entregaba la perspectiva de lo que ocurría en las calles, esta vez de nuestra ciudad, cada 11 de septiembre.

El guion televisivo es conocido: barricadas, violencia, apagones y protestas criminalizadas eran parte del menú informativo año a año (y lo siguen siendo). Fruto de un sistema escolar mediocre, poco aprendí sobre la dictadura durante mi adolescencia, menos entendí las atrocidades del régimen de Pinochet en Chile. Eso sí, las Torres Gemelas habían pasado a segundo plano.

No fue sino hasta 2010 cuando comencé a entender lo aberrante que fue la dictadura. El descubrimiento, casi por accidente, del cuartel Simón Bolívar caló hondo en mí. Frente a mi casa, una placa irrumpió en lo que siempre había parecido ser un tranquilo barrio de La Reina: “En memoria de las personas asesinadas y desaparecidas en este lugar”, decía el pedazo de piedra tallado instalado de un día para otro, sin luces ni cámaras. 

Encabezada por el mismísimo Mamo Contreras, a solo 2 cuadras de mi casa, la Brigada Lautaro hizo desaparecer a tres directivas completas del Partido Comunista, entre 1975 y 1977. Nunca antes se supo sobre la existencia de este lugar, ¿el motivo? No hubo un solo sobreviviente.

Una a una, las aproximadamente 80 personas que ingresaron detenidas a ese lugar salieron muertas. Amarrados con alambre a un pedazo de riel y cubiertos por sacos, los cuerpos torturados de Marta Ugarte, Víctor Díaz, César Cerda y Reinalda Pereira, entre muchos otros, salieron rumbo al mar en los Vuelos de la Muerte, para perderse en el océano Pacífico. 

Hoy muchas personas relativizan lo que pasó durante la dictadura en Chile. La mayoría, como yo, no vivieron esos años oscuros de nuestra historia, pero sí deben tener claro lo que pasó en Nueva York en septiembre de 2001. Ambos hechos marcaron el futuro de sus naciones y hoy uno se recuerda como un punto de partida inequívoco para el gigante del norte, mientras que el otro sigue en disputa entre quienes se vieron favorecidos por el ascenso de Pinochet y fueron capaces de torturar, matar y desaparecer, versus quienes lucharon por sobrevivir y recuperar la democracia 17 años después.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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