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La reinterpretación cultural de la familia en Chile: la familia unipersonal Opinión

La reinterpretación cultural de la familia en Chile: la familia unipersonal

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Entender y atender esta metamorfosis de la familia será clave para el desarrollo social, económico y político del país en los años venideros, pues de la forma en que se constituyen los hogares dependen, en gran medida, la cohesión, el bienestar y la cultura de toda sociedad.


La concepción cultural de la familia chilena, asociada a la postal de una pareja heterosexual con hijos (as), incluyendo -en ocasiones- al abuelo (a), u otros(as) parientes, está en un proceso de profunda transformación. En 1992 el 8,3% de los hogares estaban compuesto de un integrante, en 2024, alcanzó al 21,8%.Uno de cada cinco hogares es unipersonal en Chile. 

Estamos en una era de reinterpretación de la concepción cultural de la familia. Tener pareja ya no implica necesariamente casarse, convivir, ni concebir hijos(as).Tampoco la unión se proyecta para toda la vida. Chile lidera Latinoamérica en tasa de divorcios, 59 divorcios por cada 100 matrimonios. Se valora la individualidad, el vivir sola(o), ser soltero(a) como opciones válidas de un proyecto de vida, sin el estigma de antaño. 

Las cifras confirman estos cambios. A inicios de los noventa dos de cada tres hogares   tenía al menos un menor de 15 años. Hoy, un tercio de las familias posee niños(as). La tasa Global de Fecundidad (TGF)  se deploma,1,16 hijos por mujer, la más baja registrada en la historia y una de las 14 más bajas a nivel mundial

Hogares unipersonales, generan cambios en la estructura social. Las redes de apoyo se reducen, pero al mismo tiempo, se vuelven más plurales, a través amistades, vínculos comunitarios, grupos de interés, ambientes laborales, deporte, etc. Supliendo o complementando lazos significativos del pasado. 

Los cambios observados en Chile son parte de una tendencia mundial de transformación de la concepción cultural de la familia. Países llevan décadas con estos indicadores, ofreciendo un espejo del posible futuro chileno. Suecia, Noruega o Alemania, más del 40% de los hogares son unipersonales, España un 26%.

Diversos impactos ya se dejan sentir, en una sociedad que debe adaptarse a la soledad no deseada, un mercado de consumidores unipersonales, políticas públicas que se reformulan para incluir a este tipo de familias, diálogo cultural sobre lo que significa comunidad, cuidado y pertenencia. Cambios que están resignificando la estructura de nuestra sociedad (Rioja, 2019), en el cómo interactuamos y cómo deseamos vivir. Los desafíos de esta nueva configuración familiar son considerables, requerirán estrategias económicas, en vivienda, educación, salud (mental), protección social (pensiones) y fortalecimiento de vínculos comunitarios para asegurar que una sociedad de individuos(as) más independientes no derive hacia una cultura de la soledad y aislamiento.

Todo este proceso, posee como marco, un modelo culturalmente individualista, el cual, más allá de sus promesas iniciales, no ha sabido dar soluciones adecuadas, a los problemas de nuestra sociedad. Lo que nos obliga a preguntarnos sobre el futuro: ¿Cómo mantendremos la solidaridad socioeconómica intergeneracional, en un mundo de hogares unipersonales? ¿Qué soporte tendrán las personas que eligen -o se ven forzadas a- vivir solas en la vejez? ¿Cómo seguirán evolucionando las nociones de amor, parentesco como compromiso social y político? ¿deberemos repensar la forma que estamos aplicando las políticas públicas? ¿qué hará el sector privado?

Entender y atender esta metamorfosis de la familia será clave para el desarrollo social, económico y político del país en los años venideros, pues de la forma en que se constituyen los hogares dependen, en gran medida, la cohesión, el bienestar y la cultura de toda sociedad.

 

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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