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Inteligencia artificial: acelerada, desregulada, aterradora Opinión Archivo

Inteligencia artificial: acelerada, desregulada, aterradora

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Alejandro Reyes Vergara
Por : Alejandro Reyes Vergara Abogado y consultor
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Muchos científicos y los CEO de las empresas de IA estiman inevitable un proceso de desempleo masivo que afectará al grueso de la población mundial. Algunos hablan del 99% de desempleo, aunque quizás sea mucho. Otros, como Geoffrey Hinton, hablan del 50% de desempleo mundial de 4 a 19 años más.


La aceleración vertiginosa, indomable y desregulada de los avances de la ciencia y la técnica, como la inteligencia artificial (IA) y los que de ella derivarán, hacen indispensable tener parámetros éticos muy claros para decidir bien ante nuevos y mayúsculos dilemas y defender nuestra dignidad, derechos y libertades fundamentales. El derecho no alcanzará jamás la velocidad de los cambios. Es indispensable entregar a cada niño y ser humano una espada y un escudo éticos, para que puedan decidir lo mejor, luchar por su felicidad y defender su dignidad.

He visto muchas conferencias y entrevistas de Geoffrey Hinton, ganador del Premio Nobel de Física de 2024. Es el único que además ganó en 2018 el Premio Turing al mejor Científico de la Computación. Es considerado el padre de la inteligencia artificial (IA). ¡Un crack de nuestros tiempos!

Británico, de 77 años, muy divertido e irónico, de personalidad y vestimenta sencillas, con su inconfundible cara de pavo distraído, ha sido perseverante en su obsesión desde niño de entender el funcionamiento del cerebro humano y hacer que las máquinas informáticas puedan aprender y pensar del mismo modo, racional e intuitivamente, es decir, que sean inteligentes, capaces de dialogar, pensar, hacer analogías, crear, generar nuevo conocimiento, decidir y mandar.

Hinton trabajó en Google durante 11 años y renunció hace unos cuatro para “para poder hablar”, por lo que también conoce por dentro la realidad empresarial de la IA, los usos que tiene hoy y el que piensan darle las empresas que lucran con ellas, las velocidades vertiginosas de los avances. Y Hinton está realmente muy asustado.

Con toda la simpatía, risas, respeto y curiosidad que me causa mi amigo Hinton, al mismo tiempo me aterra. Él no es un cualquiera y siente verdadero temor por la IA, no solo preocupación. Tiene temor por sus hijos, sobrinos y nietos, que podrían vivir un infierno… si es que sobreviven. Hinton parece carcomido por la culpa de su creación, como la que tenía Einstein por sus descubrimientos utilizados para crear la bomba atómica.

Al recibir el Premio Nobel en diciembre de 2024 (hace menos de un año), no tuvo pelos en la lengua en su discurso y dijo en forma escueta: “Desafortunadamente, el rápido progreso de la IA conlleva numerosos riesgos a corto plazo. Ya ha creado cámaras de resonancia divisivas al ofrecer a la gente contenido que la indigna. Ya la utilizan gobiernos autoritarios para la vigilancia masiva y ciberdelincuentes para ataques de phishing. En un futuro próximo, la IA podría utilizarse para crear nuevos virus terribles y armas letales descomunales que deciden por sí mismas a quién matar o mutilar. Todos estos riesgos a corto plazo requieren una atención urgente y contundente por parte de gobiernos y organizaciones internacionales”

Y agregó: “También existe una amenaza existencial (que se extinga la raza humana) a largo plazo que surgirá cuando creemos seres digitales más inteligentes que nosotros. No tenemos ni idea de si podremos mantener el control. Pero ahora tenemos pruebas de que, si son creados por empresas motivadas por el lucro a corto plazo, nuestra seguridad no será la máxima prioridad. Necesitamos urgentemente investigar cómo evitar que estos nuevos seres quieran tomar el control. Ya no son ciencia ficción”.

Hinton, el padre de la IA, dice eso. La cosa pinta pésimo. A su vez, no desconoce los eventuales beneficios de la IA, si somos capaces de usarla bien, como el aumento de la productividad, el rápido desarrollo científico y en la salud. La IA permitirá “crear asistentes altamente inteligentes y con amplios conocimientos que aumentarán la productividad en casi todas las industrias. Si los beneficios de esta mayor productividad se distribuyen equitativamente, representará un avance extraordinario para toda la humanidad”.

Pero no te entusiasmes, porque este lado optimista de la IA trae muchos problemas adicionales. Pensemos. La IA podrá producir mucho más barato, los precios bajarán. ¿Pero quién asegura que esa mayor productividad se distribuirá equitativamente entre los ciudadanos del mundo? ¡Pamplinas! Es improbable que así sea, porque los dueños de la IA –que han invertido en ella cientos de miles de millones de dólares– o los que posean IA aplicada a determinados procesos productivos, reclamarán para sí esos menores costos y mayor producción que genera la inteligencia artificial.

Entonces, se prevé una mucho mayor desigualdad económica que la actual entre los superricos y el resto. Qué habrá un sueldo mínimo universal en todo el mundo, dicen, ¿cómo, desde cuándo, dónde, para quiénes, cuán mínimo, quién lo fija y lo reparte?

Muchos científicos y los CEO de las empresas de IA estiman inevitable un proceso de desempleo masivo que afectará al grueso de la población mundial. Algunos hablan del 99% de desempleo en el mundo, aunque quizás sea mucho. Otros, como Geoffrey Hinton, hablan del 50% de desempleo mundial de 4 a 19 años más. Muchos oficios quedarán obsoletos. Es catastrófico.

¿Cómo van a vivir esas personas, sin empleo ni ingresos? ¿Y si no tienen ingresos no podrán comprar comida, autos, casas, computadores ni ropa? ¿Y, entonces, de donde va a surgir la demanda para comprar esos bienes y productos baratos? ¿Y si esos productos tendrán menos costo de producción y poca demanda, entonces habrá “deflación” o inflación negativa, que es uno de los caminos que lleva a grandes crisis económicas?

Hace como un mes mi amigo Hinton comenzó una conferencia sobre IA advirtiendo lacónicamente al auditorio: “Si duermes bien esta noche, es posible que no hayas entendido esta conferencia”. Le siguió un breve silencio y algunas carcajadas nerviosas.

¿Y qué piensan otros Premios Nobel sobre la IA? ¿Nos permite dormir tranquilos? ¿Qué dicen historiadores que comprenden la actualidad como Yuval Noah Harari? ¿Y qué sugieren los líderes y dueños de las empresas de inteligencia artificial como Sam Altman de OpenIA, que desarrolla ChatGPT?

Te lo contaré en mi siguiente columna. Pero, a diferencia de Hinton, yo te aliento a que aproveches de dormir bien estos días, y luego no dejes de leerla.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.

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