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Desempleo ilustrado: una nueva señal de alerta para la educación superior Opinión Imagen referencial

Desempleo ilustrado: una nueva señal de alerta para la educación superior

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Nicolás Ocaranza y Esteban Calvo
Por : Nicolás Ocaranza y Esteban Calvo Dr. Nicolás Ocaranza es Vicerrector Académico y Dr. Esteban Calvo es investigador del Centro de Investigación en Sociedad y Salud, Universidad Mayor.
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Es urgente repensar el modelo universitario acorde a las necesidades del mundo del trabajo y no a la inversa.


Según la última Encuesta Nacional de Empleo (INE), Chile cerró el trimestre abril-junio 2025 con 227.706 titulados sin trabajo. Uno de cada cuatro desocupados tiene estudios universitarios o superiores. Esto significa un aumento del 30,2% respecto al mismo período del año anterior. Peor aún, este grupo pasa 9,4 meses desocupado, superando significativamente el promedio nacional.

Estas cifras son una señal de alarma sobre la profunda desconexión entre la formación universitaria y las competencias efectivamente demandadas por el mercado. El título universitario dejó de ser garantía de entrada y permanencia en el mercado laboral.

El OCEC-UDP confirmó la paradoja: más trabajadores con educación superior, pero también más desempleo y subempleo en este grupo. Las personas con educación universitaria saltaron del 16,2% de la fuerza laboral en el 2010 al 26,5% el 2024. Esta expansión de la educación superior ha sido, sin duda, una conquista social en Chile.

Sin embargo, el sistema universitario no ha respondido con la misma agilidad a los cambios en la economía, la tecnología y las expectativas laborales. Esto fue la tormenta perfecta para que coexistan una sobreoferta en carreras de baja demanda junto a vacantes en el mercado laboral que nadie logra llenar. Dicho en simple: los titulados salen con perfiles poco alineados.

En comparación con los países de la OCDE, donde las instituciones de educación superior han acelerado la integración de habilidades transversales, aprendizaje basado en proyectos y vínculos sólidos con el entorno productivo, gran parte del sistema chileno sigue apostando por estructuras curriculares rígidas, exceso de carga teórica y escasa orientación a la empleabilidad.

Esta desconexión tiene costos humanos, sociales y económicos profundos: frustración entre los jóvenes, pérdida de capital humano y un mercado laboral que, paradójicamente, no logra cubrir posiciones clave por falta de competencias pertinentes.

Es urgente repensar el modelo universitario acorde a las necesidades del mundo del trabajo y no a la inversa. Existen soluciones concretas: currículos modulares con aprendizaje en contexto real, incorporando pasantías obligatorias, habilidades digitales y socioemocionales, pensamiento crítico, comunicación efectiva como pilares centrales del currículum. Asimismo, se deben explorar incentivos para empresas que den el primer empleo y establecer mecanismos de seguimiento de la empleabilidad real de sus egresados como parte de su compromiso ético.

Culpar al mercado o cerrar carreras es tan fácil como inútil. La crisis del desempleo universitario se enfrenta con innovación pedagógica, alianzas público-privadas y una visión de futuro que replantee el propósito de la educación superior para generar valor. Solo así el título volverá a ser pasaporte, no boleto vencido.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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