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Trump es un peligro para la humanidad y la democracia estadounidense Opinión

Trump es un peligro para la humanidad y la democracia estadounidense

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Roberto Pizarro Hofer
Por : Roberto Pizarro Hofer Economista. exdecano de la Facultad de Economía Política de la Universidad de Chile.
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Con el intento de Trump de sumar a los altos mandos de las fuerzas armadas a su proyecto político, la amenaza para la democracia estadounidense se acrecienta. El autoritarismo de Trump es un peligro para la humanidad y para los ciudadanos estadounidenses.


El presidente Donald Trump es un hombre peligroso. Su renuncia al multilateralismo está produciendo una profunda transformación geopolítica, que ha hecho crecer los conflictos regionales, exacerbando el armamentismo y los enfrentamientos bélicos. La legalidad internacional que nació al final de la Segunda Guerra Mundial se encuentra en estado terminal.

Al mismo tiempo, el desenfreno arancelario de Trump ha terminado unilateralmente con los compromisos del libre comercio, suscritos por Estados Unidos en las últimas décadas, generando un serio traumatismo en las cadenas de valor internacional.

Trump es un hombre peligroso no sólo para el mundo; lo es también para su propio país.

Su responsabilidad es ineludible en el ataque de sus partidarios al Capitolio el 6 de enero de 2021, cuando se certificaba la presidencia de Joe Biden. En ese momento se sentó un riesgoso precedente contra la democracia, lo que resulta sorprendente ya que nunca en la historia de EE. UU. algún presidente se había negado a aceptar los resultados de una elección y menos a bloquear una transferencia pacífica del poder. Más aún, el reciente indulto de Trump a los violentistas dejó en claro su respaldo a ese grave acto contra la democracia.

El comportamiento autoritario e ilegal de Trump se ha repetido en estos días, con un hecho de la máxima gravedad. El martes 30 de septiembre, junto a su secretario de Guerra (antes de Defensa), Pete Hegseth, convocó a todos altos mandos militares de Estados Unidos, incluidos los que se encuentran en misiones en otras regiones del mundo.

Como si fuera un acto político más, Hegseth inauguró el encuentro desplegando un violento ataque ideológico conservador contra supuestos radicales de izquierda y contra los que denomina “basura woke”. Ridiculizó a las personas transgénero y al trato diferenciado a las mujeres, declarando explícitamente que a partir de ese momento se terminaba con la sensiblería de lo “políticamente correcto” en las fuerzas armadas.

Minutos después, Trump respaldó en su discurso las palabras del ministro, señalando que “el propósito del ejército de EE. UU. no es proteger los sentimientos de nadie. Es proteger nuestra república”.

Desde el ámbito ideológico cultural Trump pasó a la política práctica, acusando directamente a los demócratas, porque según el “no tratan con respeto” a generales y almirantes”. Intenta así comprometer a las fuerzas armadas con sus propias políticas para abrir una brecha entre los militares y el Partido Demócrata.

Pero, lo más grave del discurso de Trump a los militares fue su sorprendente afirmación sobre la existencia de un supuesto “enemigo interno”, al que se debe  combatir con la misma fuerza que a los extranjeros, algo así como lo que usó Pinochet en Chile para aplastar a la disidencia política y social.

“Estamos bajo invasión desde adentro”, dijo Trump. “No es diferente a un enemigo extranjero, pero más difícil en muchos sentidos porque no llevan uniforme”. Señaló que las ciudades de EE.UU. son parte de la guerra, mencionando que “San Francisco, Chicago, Nueva York, Los Ángeles, son lugares muy inseguros. Y los vamos a arreglar uno por uno. También es una guerra. Es una guerra interna”.

Las expresiones de Trump contra los demócratas y sobre el supuesto enemigo interno es un intento para intervenir con militares los territorios de los gobernadores demócratas y así debilitar su poder.

En efecto, como se sabe, hace algunos días un grupo de 19 gobernadores demócratas condenó la amenaza del presidente Trump de enviar tropas de la Guardia Nacional a grandes ciudades, como Chicago, Baltimore y Nueva York, como un “abuso de poder alarmante”, acusándolo de politizar las fuerzas armadas y de socavar la autoridad ejecutiva de los gobernadores.

Desde comienzo de su segundo gobierno, Trump ha perseguido de forma frenética a inmigrantes, directores de empresas, universidades, medios de comunicación, Organizaciones No Gubernamentales, políticos e incluso al presidente de la Reserva Federal.

Todos los que discrepan de Trump están en peligro. Se trata de un ataque sin precedente a las libertades civiles y a las instituciones democráticas de EE.UU.

Como recientemente ha señalado el profesor de la Universidad de Harvard, Steven Levitsky, está en curso “el mayor asalto a las instituciones democráticas de EE. UU. en la historia moderna”. Y, “en varios sentidos la democracia de EE. UU. empieza a parecerse a muchos regímenes autoritarios de América Latina”.

Con el intento de Trump de sumar a los altos mandos de las fuerzas armadas a su proyecto político, la amenaza para la democracia estadounidense se acrecienta. El autoritarismo de Trump es un peligro para la humanidad y para los ciudadanos estadounidenses.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.

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