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¿Qué pasa con la economía cuando el conocimiento técnico cede a la política? Opinión Archivo

¿Qué pasa con la economía cuando el conocimiento técnico cede a la política?

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Claudia Valdés Muñoz
Por : Claudia Valdés Muñoz Economista y gerente general de BBSC.
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Al mirar octubre, la UF sigue exactamente igual, lo que –para los especialistas en contabilidad y tributación– puede verse como un problema estructural, con repercusiones enormes sobre los contratos, los créditos, las rentas y, en definitiva, sobre la economía completa.


El Índice de Precios al Consumidor (IPC) no es un número más dentro del conjunto de indicadores económicos. Su metodología de cálculo está establecida por ley, justamente porque su impacto en la economía es transversal. Sin embargo, no responde a un ejercicio meramente técnico, sino a un proceso regulado, cuyo fundamento es reflejar las variaciones reales de la canasta básica, a partir de los datos que entrega el INE.

Por lo anterior, es imposible que el IPC sea cero de manera sostenida. En este contexto, mantener una Unidad de Fomento (UF) sin movimiento es sencillamente incompatible con la fórmula ligada al indicador. Incluso la probabilidad de que el IPC registre un “cero estricto”, con seis decimales, es prácticamente nula: los precios se mueven constantemente y esos movimientos, aunque pequeños, deben reflejarse en el cálculo.

En la historia económica de Chile ha habido momentos de deflación; cuando el IPC ha variado negativamente, la UF también ha bajado. Pero no hemos visto nunca una parálisis. Por eso, la explicación de que “la variación de agosto fue negativa y por eso la UF está en cero” no resiste análisis.

Lo que enfrentamos ahora –con una UF sin variaciones– no fue un fenómeno técnico, sino una decisión administrativa –y, por extensión, política– del Banco Central de Chile, que actúa bajo la apariencia de autonomía, pero que claramente persigue otros fines.

Congelar la UF implica también congelar el endeudamiento en moneda nacional, un efecto que debe mirarse con atención. Si, además, tenemos un IPC positivo, el Banco Central se ve obligado a mover la tasa de interés para controlar la inflación.

No obstante, sin los fondos necesarios para liberar liquidez y enfriar la economía, el congelamiento resulta una salida conveniente, pero no necesariamente técnica.

En septiembre, el IPC aumentó un 0,4% y la UF debiera reflejar proporcionalmente esa variación, actualizándose no solo por el mes de septiembre, sino también por el de agosto. Desde el 9 de agosto, cuando la UF se “congeló”, los precios continuaron variando. Por eso, lo que corresponde es que los organismos técnicos hagan un cálculo riguroso y acumulativo del año completo.

Chile requiere una actualización de la UF que incorpore todas las variaciones de precios registradas en 2024, no solo las de septiembre. Así, la UF debería subir más de 0,4%, considerando la diferencia entre la variación positiva no reconocida en agosto y la de septiembre.

Sin embargo, al mirar octubre, la UF sigue exactamente igual, lo que –para los especialistas en contabilidad y tributación– puede verse como un problema estructural, con repercusiones enormes sobre los contratos, los créditos, las rentas y, en definitiva, sobre la economía completa.

No olvidemos que los precios cambian, pero el indicador no. Lo que se congela, entonces, no es solo una cifra, sino la confianza en la institucionalidad económica.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.

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