
Desafíos a la autonomía universitaria
En el largo plazo, la autonomía universitaria y la libertad académica son aspectos esenciales del aporte de las universidades al país. Este valor no se puede transar, con el fin de resguardar el crecimiento, desarrollo y aporte de nuestras instituciones universitarias a la sociedad.
La autonomía universitaria se asocia de manera directa a la libertad académica, a la calidad de la educación e investigación en la educación superior y, por ende, con su entrega y aporte a la sociedad. Es conocido que en nuestro país y también en el extranjero existe una importante polémica sobre la autonomía universitaria, en la que se han involucrado factores políticos, financieros, sociales, religiosos y también culturales.
Desde sus orígenes, las universidades han estado en tensión con este tema, esto debido a que se entiende que la autonomía universitaria es clave y es una condición necesaria para que las instituciones aporten de manera libre y crítica a la sociedad, a través de la docencia y formación integral de los jóvenes, la investigación, transferencia del conocimiento y su aporte social y cultural a las comunidades y al país.
Esta autonomía es un valor fundamental, siendo una de las principales tareas poder cautelarla por quienes lideran las instituciones. A través de cuidar este preciado valor, se prestigia la docencia, la investigación, la vinculación con el medio y el aporte a la sociedad.
Esta autonomía puede verse afectada y tensionada por al menos cinco frentes diversos, los que, en ocasiones, pueden estar interrelacionados, y pueden provenir de factores externos e internos.
El primero dice relación con la injerencia externa del Estado, de los diferentes gobiernos y autoridades, que desde hace largo tiempo y en todos los países han tenido la voluntad de influir y regular el sistema universitario. Esto se presenta en nuestro país y en el exterior, afectando a importantes universidades en el mundo. Como un ejemplo, en la actualidad, está la discusión en el Parlamento del proyecto de Financiamiento de la Educación Superior (FES) que afecta seriamente la autonomía universitaria.
En la propuesta actual, el Estado quedaría a cargo de financiar a los primeros 9 deciles de los estudiantes, eliminando el copago, lo que significa un riesgo a la autonomía de las instituciones, una dependencia de los gobiernos de turno y una exposición muy significativa a los vaivenes de los recursos fiscales en el futuro.
Por su parte, en las universidades católicas, cuya misión y visión se alinean con el magisterio de la Iglesia y cuya labor se orienta a la búsqueda trascendente de la verdad, es central que el rol de las autoridades de la Iglesia quede claramente delimitado. La Constitución Apostólica destaca la autonomía de las universidades, lo que es garantía de la seriedad y profundidad de su tarea académica al servicio de la sociedad.
Así, debe existir un adecuado respeto y distancia con las labores de docencia, formación, investigación y creación de nuevo conocimiento, al igual que con la vinculación con el medio con el que interactúan y sirven las universidades.
Así también, desde la perspectiva interna de la universidad, existen riesgos asociados a la captura de las instituciones por parte de sus estudiantes o profesores. Esto puede manifestarse a través, por ejemplo, de las tomas de los diferentes espacios o dependencias universitarias, las que siempre significan una actitud violenta al impedir el trabajo universitario en libertad. Otros ejemplos son los diversos actos de funas, cancelación de expresión de ideas, o a través de acoso presencial o por redes sociales que se ha visto entre estudiantes –lo que también ha incluido a profesores–, fenómeno muy dañino que se ha observado en Chile y en universidades del extranjero.
Además, los profesores pueden afectar la autonomía de la institución mediante la perpetuación de un pensamiento único a través de influir en los procesos de contratación de académicos, con decisiones sesgadas que pueden tener razones políticas, culturales o de intereses personales, consolidando una mirada única y homogénea en la universidad. Esto sin duda limita y empobrece la riqueza de ideas diversas, diferentes y complementarias en la universidad.
Otro factor de riesgo es el financiamiento universitario. Ya se describieron los riesgos de la propuesta del FES, sin embargo, también se debe incluir como ejemplo el sobreendeudamiento institucional. En la actualidad se ha observado que diversas universidades han tenido problemas financieros por asumir riesgos excesivos, poniendo en peligro la sostenibilidad de la institución. Por último, hay riesgos con los recursos que pueden ser aportados por personas naturales y empresas a las universidades, para proyectos de desarrollo específicos orientados a constituir fondos patrimoniales para su futuro crecimiento.
Estos aportes –que son cruciales para el desarrollo institucional–, deben realizarse sin condiciones y con total prescindencia de las políticas de docencia e investigación, es decir, sin interferencia en el proyecto universitario.
En suma, la autonomía universitaria constituye un pilar esencial para preservar la libertad académica, el desarrollo de la docencia e investigación, la calidad e innovación y el aporte de las universidades a la sociedad. En el largo plazo, la autonomía universitaria y la libertad académica son aspectos esenciales del aporte de las universidades al país. Este valor no se puede transar, con el fin de resguardar el crecimiento, desarrollo y aporte de nuestras instituciones universitarias a la sociedad.
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