Opinión
Milei, neoliberalismo y la doctrina del shock
Un fantasma recorre Latinoamérica, el fantasma del “neoliberalismo” guiado por la imagen de Javier Milei con su motosierra.
El presidente Argentino Milei acaba de recibir una victoria electoral muy importante en las reciente elección legislativa de octubre, marcando un nuevo hito político: se trata de una clara victoria que no solo refuerza al presidente en el Congreso, sino que consolida el respaldo popular a una agenda económica sin precedentes en la historia reciente del país. A niveles numéricos el triunfo fue bastante importante: la Libertad Avanza de Milei obtuvo más de 9 millones de votos en toda Argentina, situándose como la fuerza política más votada a nivel nacional con casi un 41% de los votos. Con esto, dicha bancada se asegura 64 nuevos puestos en la Cámara de Diputados, mientras que las fuerzas Peronistas de oposición obtienen solo 31 puestos. En el Senado, la Libertad Avanza consiguió también una amplia representación, aunque no lograron alcanzar mayoría absoluta en ninguna cámara, por lo que el partido de Javier Milei tendrá que seguir dependiendo de acuerdos amplios para poder seguir su senda de reformas pro-mercado. No obstante, estos resultados nos señalan tres puntos importantes a considerar para las ideas políticas del continente.
Primero, que los mercados internacionales y los mercados de divisas ya han mostrado fuertes movimientos alcistas en el favor de las acciones argentinas y a favor del peso argentino. Por ejemplo, en los mercados norteamericanos los títulos ADRs argentinos (American Depositary Receipts) se dispararon bastante hasta un 21% en las operaciones “overnight” de Wall Street, mientras se anticipa un fuerte repunte de los bonos soberanos. Todo esto nos permite pensar que el riesgo país de Argentina se podría reducir, mientras las acciones vuelven a volar en los mercados después de las elecciones del domingo. A su vez, esto sugiere que las dudas y la incertidumbre que acecharon a Argentina en los últimos meses no eran respecto a si Milei estaba haciendo las cosas bien o mal, sino que en realidad el principal riesgo que venían los inversores era (y seguirá siendo) la posibilidad de que vuelva el Peronismo-Kirchnerismo al poder y desarme con la retroexcavadora todas las reformas promercado. El triunfo de los candidatos liberales frente a los peronistas (41% vs 32%) consolida lo que en las últimas semanas se había puesto en duda: la convicción de los argentinos de lo necesaria que es una agenda de reformas y apertura económica.
Segundo, este importante resultado electoral es un espaldarazo de la gran parte de la población argentina que da legitimidad democrática y apoyo ciudadano a las reformas “neoliberales” hechas por Javier Milei. Recordemos que Milei ha logrado algo que durante décadas pareció imposible en Argentina: reducir de forma radical el déficit presupuestario y el gasto público, y derribar pilares estructurales y regulatorios del intervencionismo argentino que tenían asfixiada a la economía. La cifra más elocuente de todo lo anterior es la inflación: en abril del 2024 llegó a niveles del 289% anual, tras el destape de la olla de precios regulados que el kirchnerismo mantenía para disimular el descontrol monetario previo. En septiembre de este año, la cifra se redujo al 31,8% anual y las estimaciones indican que seguirá cayendo. La baja de la inflación fue posible gracias a la eliminación de cuajo de la emisión monetaria para financiar los desequilibrios del tesoro. También, se vio ayudada gracias a que la mejora de la confianza estabilizó el dólar, lo que finalmente animó al gobierno a eliminar el cepo cambiario, aunque para esto decidió pedir un préstamo del FMI por USD 20.000 millones. Quizás, el rasgo más distintivo del proyecto neoliberal de Milei radica en su motosierra regulatoria: su profundo alcance microeconómico para desregularizar y promover la libertad económica, reformas lideradas por el flamante Ministro de la Desregulación Federico Sturzeneegger. El gobierno de Milei ha aprobado miles de medidas de desregulación, desarmando normas, controles, permisos y restricciones que asfixiaban al sector privado. Los resultados de octubre, entonces, permiten que Milei pueda seguir profundizando sus reformas con el objetivo de tratar de sacar a Argentina de la pobreza y el caos económico en el que se encuentra desde hace 100 años. Todo esto podría generar también un potencial efecto “eco” o “derrame” en la región, ya que esta victoria puede ser una bocanada de aire y un gran mensaje político de que los votantes en Latinoamérica están abiertos al libre mercado y puede hacer que el “fantasma del neoliberalismo” se propague en el resto de la región—algunas luces de esto ya lo daban los resultados electorales en Bolivia hace pocos días y quizás algo parecido pueda ocurrir en Chile en noviembre.
Tercero, y quizás aún más importante que todo lo anterior, es que lo ocurrido a nivel electoral también es una señal a nivel de ideas y teoría política, ya que señala que la temida “doctrina del shock” y el cambio de reformas radicales pro-mercado o “neoliberal” pagan y que pueden ser viables en democracia a pesar de que se enfrenten inevitables costos sociales en el corto plazo. Estas elecciones son muy importantes a nivel de ideología política pues nos señalan que la temida “doctrina del shock neoliberal” es perfectamente factible y viable en democracia, y que los votantes entienden los costos de corto plazo de estas reformas y, en parte, están dispuestos a tolerarlos a cambio de mejoras importantes en el largo plazo. Dicho de otra forma, y pace Naomi Klein, los resultados de Milei ponen en serias dudas la tesis enarbolada por muchos, de que las reformas radicales pro-mercado solo pueden ser impuestas por un dictador o por un régimen autoritario. Los resultados de Milei en las pasadas elecciones demuestran que las reformas pro-mercado profundas, difíciles y radicales (si bien no son fáciles, qué duda cabe) son viables en democracia y pueden tener el apoyo ciudadano ya que son las únicas que generan progreso y crecimiento sostenido. A tomar nota pues, Chile, de cara a buscar reformas profundas y radicales para salir de la “década perdida” que nos acecha desde el 2014. La batalla cultural y política no está nunca ganada, pero los resultados de Milei en octubre nos sugieren que Latinoamérica pareciera no ser (todavía) la tumba del neoliberalismo.
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