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La reingeniería en materia de incendios forestales requiere mucho coraje político Opinión AgenciaUno

La reingeniería en materia de incendios forestales requiere mucho coraje político

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Jorge Morales Gamboni y Leoncio Briones Sepúlveda
Por : Jorge Morales Gamboni y Leoncio Briones Sepúlveda Dr. Jorge Morales Gamboni. Ing. Forestal. Académico USACH Dr. Leoncio Briones Sepúlveda. Ing Civil. Académico USACH
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El único indicador de la eficacia en la prevención de los incendios es la disminución del número de incendios forestales anualmente.


De manera temprana, el 6 de octubre recién pasado, el Presidente de la República anunció que en la temporada estival que viene el Estado contará con 77 aeronaves para combatir incendios forestales, que el presupuesto asciende a unos 167 millones de dólares y que se aumentaron las brigadas de combate. Por supuesto que esto es una buena noticia, pero, en la misma intervención, el Mandatario informa que esto lo hace el Estado para prevenir, porque esto es una tarea que nos compete a todos y también lo hace, dijo, para combatir los incendios forestales. En estricto rigor, esto corresponde a una inexactitud, ya que todo lo anunciado corresponde a combate de incendios forestales, ni por asomo a su prevención.

Prevenir significa evitar que un incendio forestal se produzca. Los aviones y los brigadistas no evitan los incendios, los combaten. Es decir, si se produce un incendio forestal y se usan aviones, helicópteros, brigadas, maquinaria pesada para despeje, entre otras cosas, quiere decir que este no se pudo prevenir, es muy simple pero muy complicado a la vez. Es muy simple, ya que si un incendio se previene no existe y no se tiene que combatir, es decir, no se despliega el sistema de alertas y emergencias tan propio de nuestro país. Y es complicado, porque evitar los incendios es más fácil decirlo que hacerlo. 

Hecha esta aclaración necesaria, estos académicos reconocen la calidad mundial que poseen los técnicos chilenos en el combate de los incendios forestales y, constatan, con la misma convicción, que en materia de prevención simplemente nuestro país está al debe. Y, como se expresa en el título de esta columna, estamos convencidos de que se requiere una verdadera reingeniería en materia de incendios que implique hacer prevención en serio. 

Cualquier chileno preocupado del uso de los recursos financieros derivados de sus impuestos podría preguntarse: ¿por qué se requeriría hacer prevención en serio y ya no más prevención cosmética como la que se hace hoy si es mucho más barata? O ¿no sería preferible hacer bien lo que sabemos, es decir, apagar incendios, sin aventurarse en materias que nos son desconocidas, la prevención, y no sabemos si resultará y podría redundar en botar la plata? En otras palabras, ¿por qué no seguimos haciendo lo mismo que siempre en virtud de que somos tan buenos en eso? La respuesta es: por el cambio climático. 

En efecto, simplemente no sabemos cómo serán los incendios forestales del futuro o, mejor dicho, lamentablemente lo sospechamos. Nuestra sospecha se basa no solo en las predicciones de aumento de la temperatura media de Chile Central en torno a 1,5 °C a 2,5 °C hacia el año 2030, ni en la constatación de que las precipitaciones han bajado a la mitad que hace 30 años, sino en lo que observamos que ocurre en época estival en el hemisferio norte con incendios cada vez más voraces e incontrolables en España, Portugal o Grecia o, incluso, en incendios enormes y mortíferos en invierno, como el caso de California. 

Los incendios forestales llamados de sexta generación llegaron para quedarse. Estos son incendios como los ocurridos en Chile en 2017 y 2021, y en Australia en 2018. Se trata de incendios de características holísticas, que involucran grandes extensiones, sobre los cuales no hay fuerza humana y contraria capaz de detenerlos. Por este motivo, ya no sirve seguir haciendo lo mismo. Porque si hoy el Estado gasta 160 millones de dólares (cifra que no considera los recursos que gasta Senapred si es necesario) en el Programa de Control de Incendios, a lo que deberíamos agregar una cifra similar gastada por el sector privado para los mismos propósitos, el día de mañana podríamos requerir el doble o el triple. Lo que es seguro es que al cambio climático no le vamos a ganar combatiendo sus efectos. 

En Chile es políticamente incorrecto sugerir que no se debería poner el énfasis en la emergencia. Nuestro país está acostumbrado a las emergencias, a paliarlas, a enfrentarlas con entereza, con solidaridad, con una estructura muy bien consolidada. Y, simplemente, no está acostumbrado a las no emergencias. La no emergencia no genera rating en matinales.

Las no emergencias no desencadenan gastos como aquellos en los que se incurre en proveedores como los aviones y helicópteros que apagan incendios y son pagados por el Senapred; los brigadistas que luchan contra ellos y que son pagados por la Conaf; los bomberos que acuden a proteger las casas amenazadas y el Senapred les devuelve los recursos invertidos previa declaración de alerta roja (sugerida por la Conaf); los proveedores de espumas retardadoras y los camiones aljibes que entregan agua pagados por el Senapred, etc.

Si no se desencadena gasto por emergencia, no se activa la imbricada economía de la emergencia, a la cual nuestro país está acostumbrado por terremotos, inundaciones, tsunamis o, como este caso, por incendios forestales.

Un incendio forestal no es una catástrofe natural. No depende de factores naturales incontrolables por definición. Un incendio forestal es generado en un 99% por acción humana. Ese hecho lo hace completamente previsible. Y, como un incendio forestal es una catástrofe producida, la prevención debe invertir recursos allí donde los seres humanos producen los incendios, a la hora que los producen, en la época en que los producen, en las circunstancias en que los producen, con los actores que los producen, con el ecosistema que es incendiado, en la localización estratégica en que los incendios son producidos, en síntesis, utilizando toda la información que poseemos sobre 25 años de incendios forestales debemos poder predecir los incendios forestales y evitarlos.

El nuevo Sernafor, organismo público que reemplazó a la Conaf y que está en marcha blanca, como parte de su reingeniería en materia de incendios forestales, para evitar los incendios forestales debe ser capaz de predecirlos. No se trata aquí de que se tengan que utilizar fórmulas de prestidigitación ni mucho menos, se trata de que, con las bases de datos históricas de incendios previos, mediante IA y utilizando la tecnología de los gemelos digitales, se predigan las probabilidades, lugares y momentos en los cuales los seres humanos que se comportan como otros seres humanos en el pasado en similares circunstancias producirán un foco de incendio forestal, capaz de derivar en una catástrofe. Ver AQUÍ

Si somos capaces de predecir los incendios forestales, podemos hacer todo para evitarlos. En otras palabras, podremos hacer prevención en serio, lo que significa, entre otras cosas, por ejemplo:

  • Establecer cortafuegos efectivos en torno a centros poblados, no solo sugerirlo, como se hace en la actualidad, a municipios que no tienen recursos para efectuar las labores.
  • Dotar a pueblos, poblados y villorrios rurales de unidades de ataque rápido que eviten que los posibles focos devengan en incendios.
  • Dotar a pobladores rurales de sistemas de intercomunicación y vigilancia activa que detecten y avisen de cualquier foco o actitud sospechosa.
  • Activar la vigilancia policial allí donde se han provocado incendios en el pasado a la hora y día en que ya han ocurrido tales hechos, disuadiendo a posibles perpetradores.

El único indicador de la eficacia en la prevención de los incendios es la disminución del número de incendios forestales anualmente. Y, si ese es el objetivo del nuevo Sernafor, deberá equiparar los recursos financieros que emplea en prevención y en combate para tender, en el futuro, a gastar la mayor parte de su presupuesto en prevenir los incendios forestales. Esto es una labor de largo aliento. Pero, tal como dice el título de esta columna, esta será una decisión que requerirá mucho coraje político para adoptarla.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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