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Elecciones: las tinieblas del futuro ya nos rondan Opinión Sebastián Beltrán/AgenciaUno

Elecciones: las tinieblas del futuro ya nos rondan

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Hugo Herrera
Por : Hugo Herrera Abogado y profesor de Filosofía y Teoría Política. Universidad Diego Portales y Universidad de Valparaíso. https://orcid.org/0000-0002-4868-4072
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La “Crisis del Bicentenario” ha sido larga. La primera duró de 1910 cuanto menos a 1932. La nuestra comenzó en 2011. Pero sigue. Y sigue. Y sigue. Ahora entramos en una parte oscura, sombría. No hay luces. Todo o mucho parece nuevo. Nos internamos en una etapa arcana de ese extenso trance.


Las elecciones dejan más incertidumbres que seguridades.

Pasará un candidato de las derechas y la PC Jara a segunda vuelta, pero más relevante será hoy el margen del triunfo de las derechas en el parlamento. Por primera vez ellas podrían contar con mayoría en ambas cámaras. Esto queda zanjado hoy mismo.

Todo lo demás es incierto.

El futuro es incierto, pero el nuestro lo es más todavía. ¿Habrá que recordarlo? Con la productividad estancada y la ausencia de inversión en investigación y desarrollo, con la legitimidad de las instituciones políticas en el suelo, con la inmigración descontrolada y la seguridad desbordada, todos los factores están presentes para un nuevo estallido.

También las izquierdas se preparan. Desde El Siglo ya proclaman (el 7 de noviembre) que “la violencia que esgrimen poderosas fuerzas reaccionarias amenaza a la Humanidad”. Ella incluye a “ultrafundamentalistas como José Antonio Kast. Es hora de denunciarlos sin complejos, ni siquiera concebir que puedan tener una nueva oportunidad y detenerlos antes de que destruyan el planeta”.

No es que Kast o sus partidarios o candidatos estén golpeando personas. Es el hecho de existir de Kast y quienes lo respaldan lo que irrita al PC y lo lleva a “denunciarlos” y a mandar: “ni siquiera concebir que puedan tener una nueva oportunidad”, así como a “detenerlos”, a detener “la violencia que esgrimen”.

Pero, ¿cómo se detiene la violencia sino con violencia?

“El Siglo”, “órgano oficial del Comité Central del PC”, está llamando a la violencia.

A la crisis de seguridad, el próximo gobierno de derechas deberá sumar la crisis de la violencia izquierdista.

Es altamente probable que sea el mismo Kast apuntado por El Siglo quien pase a segunda vuelta. Y si lo hiciese Matthei, el escenario será parecido.

Habrá huestes de izquierda haciendo su festín callejero. Justificada la violencia: con todos los medios posibles, frente a un gobierno de derecha enfrentado al desafío de cumplir el primer mandato, la regla de oro de la política: conservar la paz, combatir la violencia. Sólo si el Estado es capaz de conjurar el poder y establecer un ámbito de paz ordenada, puede entonces aspirar a la legitimidad para obligar y convocar la lealtad de sus ciudadanos.

Si Kast es presidente, lo esperable ante la asonada es una mano firme, dotada de aplomo, pero presionada por radicales de las derechas emergentes, probablemente deseosas de cobrarse venganza por los abusos de 2019. Si es Matthei la presidenta cuesta más imaginar aplomo, hay una personalidad vacilante. Con todo, tendrá ministros. Pero también tendrá, junto a la violencia de izquierdas, a las derechas más radicales presionándola.

¿Podrán resistir la violencia y las presiones? ¿Las presiones, sumadas a los gravísimos problemas que acumula el país?

El PC (el mismo PC de la candidata Jara) ya renueva sus votos de inveterada deslealtad con el sistema político. Más que su recuperación, busca su desfonde. Capaz que de ahí le resulte un golpe de mano, liderar masas enardecidas y emular algo así como la Comuna parisina.

La tarea de las derechas será doble. Al desafío de conjurar la violencia del PC y sus “colaboradores”, se suman otros. Si los agrupamos, son tres tareas urgentes las que deberán abordar los gobernantes: seguridad, productividad y legitimidad política.

Apremian reformas y medidas en todas ellas, grandes reformas estructurales que modifiquen las organizaciones de control de la violencia y de combate del crimen y el lumpen. Que impulsen masivamente la innovación, la inversión y el desarrollo productivo, comenzando por tareas tan básicas como dotar de agua suficiente al país (sí, de agua), de medios de comunicación y puertos expeditos, de fondos en grandes cantidades para invertir en educación y desarrollo. En fin, sacando adelante lo que dos convenciones constituyentes no pudieron: una modificación de fondo del sistema político, que aumente las exigencias para fundar partidos, los incentivos a la colaboración entre poderes y que cree de una vez por todas las cinco macro regiones que el país necesita para distribuir su población, recursos y poder por la tierra.

Pero, claro, esto ocurre con una izquierda que anuncia el despliegue violento y con unas derechas también deficitarias: carentes, en general, de un pensamiento político denso. Lo más sofisticado que pueden levantar es el amasijo de lecciones de economía neoclásica (poco interesadas en el asunto de la producción y sus condiciones socio-políticas) y moral sexual. La frivolidad de LyD y Evópoli, ahora también en la variante de la fanaticada libertaria.

Ninguno de los factores mencionados augura certezas, sino inestabilidad.

Tiempo atrás analogué la actual crisis con la del Centenario. Se parecen en su estructura: el pueblo se desarraiga de las élites. Como la del Centenario, la “Crisis del Bicentenario” ha sido larga. La primera duró de 1910 cuanto menos a 1932. La nuestra comenzó en 2011. Pero sigue. Y sigue. Y sigue.

Ahora entramos en una parte oscura, sombría. No hay luces. Todo o mucho parece nuevo. Nos internamos en una etapa arcana de ese extenso trance.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.

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