Opinión
Corazones no pagan sueldos: la deuda con las educadoras de párvulos
Los bajos sueldos en la educación parvularia son el reflejo de una cultura machista y adultocéntrica.
Al hacer una búsqueda rápida en internet de ilustraciones de educadoras de párvulos, verás imágenes de mujeres sonrientes, con los brazos abiertos, un sol brillante a lo alto y muchos corazones. Es “la tía”, la educadora que está a cargo de educar y cuidar aquello que seguramente es lo más importante para madres y padres: sus hijos e hijas.
A pesar de la relevancia de esta labor, de los discursos proinfancia que abundan y de la alta complejidad y carga laboral que implica, se trata de una de las profesiones con los sueldos más bajos del país: alrededor de 1 millón de pesos brutos tras cinco años de trabajo. La situación es aún más crítica para las técnicas en educación de párvulos, cuyo sueldo promedio bordea los 650 mil pesos brutos al quinto año laboral.
“Es una carrera fácil”, “qué admirable, te deben gustar mucho los niños”, “te servirá para ser una buena mamá”, “vas a encontrar marido rápido”, “¿sabes lo poco que vas a ganar?”. Estas son frases que muchas escuchan como rito de iniciación cuando, siendo colegialas, anuncian que quieren estudiar educación parvularia. El 22 de noviembre se celebra el Día de las Educadoras de Párvulos y es una oportunidad para reflexionar sobre los imaginarios sociales que rodean este trabajo y sus condiciones laborales.
Para negociar un sueldo, nada peor que te asocien con corazones, amor y brazos abiertos. Economistas feministas han evidenciado cómo estos imaginarios afectan directamente la negociación salarial de las mujeres. Bajo una división sexual del trabajo, se ha asignado históricamente a las mujeres la tarea de cuidar y educar a niños y niñas como extensión de un supuesto rol maternal “natural e instintivo”. La trampa de asociar la profesión con la figura de la madre –aunque pueda ser la más querida por muchos– es que se trata de un trabajo no remunerado, disponible 24/7 y dado por sentado.
Los bajos sueldos en la educación parvularia son el reflejo de una cultura machista y adultocéntrica. Las labores donde predominan mujeres, como la educación de párvulos, tienen en promedio salarios más bajos, en oposición a trabajos donde predominan hombres.
Y dentro del mismo sistema educativo, los ingresos aumentan a medida que sube la edad del estudiantado y crece la proporción de docentes hombres, especialmente en educación media y –aún más– en la universidad; con trabajos asociados a lo “intelectual”, en contraposición a lo entendido como práctico y de cuidado.
Es cierto que, con el tiempo, se han impulsado esfuerzos importantes para mejorar las condiciones laborales de educadoras y técnicas en el nivel educativo, muchas veces gracias a la presión de sindicatos movilizados en el sector. Sin embargo, la deuda sigue siendo significativa en comparación con el resto de las profesiones.
¿Qué hacer desde la educación de párvulos?
La propuesta no es eliminar los corazones ni los brazos abiertos del imaginario. La invitación, desde la teoría feminista del cuidado, es precisamente reivindicar con orgullo una labor que exige pensamiento de orden superior, compromiso intelectual y emocional, y habilidades complejas. Son expertas (y expertos) en desarrollo infantil, juego y generación de experiencias de aprendizajes, y prácticas respetuosas con la niñez.
Lo que sí debemos cuestionar y transformar es la jerarquía de las labores en nuestra sociedad y reposicionar el valor –material y simbólico– de educar y cuidar a la primera infancia.
*Para profundizar en la temática, lea un trabajo extendido en este link.
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