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Sobre elecciones presidenciales, juego e infancia Opinión Archivo

Sobre elecciones presidenciales, juego e infancia

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Marcial Huneeus
Por : Marcial Huneeus Director de Innovación e Incidencia Fundación Patio Vivo.
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Vale la pena preguntarse qué lugar tendrá el juego —ese entrenamiento fundamental para la vida— en las políticas de los próximos cuatro años, teniendo en cuenta que una sociedad que garantiza el derecho a jugar es una que se atreve a cuidar, a confiar y a construir un futuro más humano para todos.


En plena segunda vuelta presidencial, cuando Chile debate con fuerza sobre seguridad, economía y bienestar social, hay un tema que casi no aparece en la conversación pública, pero que define nuestro futuro: la infancia. Y, dentro de ella, el juego.

El 20 de noviembre se conmemoró el Día Mundial de la Infancia, una fecha que en medio de este clima electoral debiera invitarnos a mirar qué lugar ocupan niños y niñas en las decisiones que tomarán quienes aspiran a gobernar. Hablar del juego puede parecer secundario, pero es hablar de desarrollo, de prevención, de salud mental y de convivencia democrática.

Hace unos días conversé con el investigador británico Tim Gill, referente internacional en políticas urbanas y de infancia. Gill insiste en recuperar el juego con desafío (risky play), ese juego autodirigido al aire libre, donde existe un riesgo controlado en que niñas y niños pueden trepar, explorar y aprender a regularse. Su advertencia es clara: cuando los adultos eliminamos todo riesgo en nombre de la seguridad privamos a los niños de experiencias esenciales para desarrollar autonomía, criterio, resiliencia y capacidad de tomar decisiones. Lo que en el corto plazo parece más seguro, en el largo plazo los deja menos preparados para la vida.

Por el contrario, los entornos que permiten experimentar, trepar un árbol o construir algo desde cero fortalecen la autorregulación, la perseverancia y la creatividad. La naturaleza y el juego libre entre pares activan sentidos y emociones que ninguna sala de clases puede replicar. Ahí se aprende a colaborar, a resolver problemas reales y a confiar en las propias capacidades.

Gill valoró el trabajo que hacemos desde Patio Vivo para transformar los patios escolares en verdaderos paisajes de aprendizaje. Y su recomendación fue directa: si Chile quiere preparar mejor a sus nuevas generaciones y hacer más resilientes sus ciudades, el juego y la naturaleza deben ocupar un lugar central en la agenda pública.

En esta nueva elección y en el contexto del Día Mundial de la Infancia, vale la pena preguntarse qué lugar tendrá el juego —ese entrenamiento fundamental para la vida— en las políticas de los próximos cuatro años, teniendo en cuenta que una sociedad que garantiza el derecho a jugar es una que se atreve a cuidar, a confiar y a construir un futuro más humano para todos.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.

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