Publicidad
Compromiso democrático en tiempos convulsos EDITORIAL

Compromiso democrático en tiempos convulsos

Publicidad

Es menester reafirmar los principios democráticos frente a las amenazas autoritarias de variado tipo e intensidad.


Veinticinco años atrás, El Mostrador nació con una vocación clara: poner a disposición de la ciudadanía un medio digital independiente, plural y comprometido con el debate democrático. Su Carta Ética Fundacional, aprobada en octubre de 1999 y publicada en nuestra página web (revísala en este link), estableció un horizonte que aún guía nuestro trabajo: defender y profundizar nuestra democracia liberal representativa, informar con independencia de poderes económicos, políticos o religiosos, y promover un periodismo veraz, responsable y pluralista.

Esta responsabilidad con nuestro quehacer interno se proyecta hacia la vida pública como un compromiso democrático inquebrantable. Instituciones como la Comisión Interamericana de Derechos Humanos o la Organización de Estados Americanos han sostenido con claridad que los medios de comunicación, cuando trabajan con independencia, inclusión y diversidad en sus redacciones, se convierten en garantes indispensables de la democracia.

Ello, porque sin información fidedigna y sin la posibilidad de acceder a voces diversas, la ciudadanía no puede ejercer plenamente sus derechos ni participar con libertad en el debate público. En este sentido, medios como El Mostrador no son solo actores del ecosistema informativo: son también instituciones democráticas en sí mismas, con una función pública que trasciende la mera producción de noticias.

Sin embargo, se ha vuelto cada vez más difícil cumplir ese mandato. No se trata únicamente de las presiones políticas, sino también de las múltiples amenazas que enfrentan medios y periodistas en el mundo entero: hostigamientos, juicios y querellas, campañas de desinformación, violencia física y digital, como bien ha documentado la Unesco.

A lo anterior se suma un fenómeno más preocupante aún: el constante enfrentamiento entre medios libres e independientes y liderazgos con tendencias autoritarias. Reporteros Sin Fronteras ha descrito cómo, bajo el gobierno de Donald Trump, se han tornado habituales prácticas de hostigamiento contra la prensa, erosionando estándares democráticos. Más cerca, en nuestra región, el caso argentino muestra un escenario igualmente grave: el presidente Javier Milei ha intensificado ataques sistemáticos contra periodistas, contribuyendo a instalar un clima de sospecha y deslegitimación hacia la labor informativa.

Estos ejemplos constituyen un recordatorio de que las tensiones entre periodismo independiente y poder político no son hoy anomalías, sino síntomas de una crisis más amplia de la democracia contemporánea.

A las amenazas expuestas se añade un fenómeno antiguo, pero que gracias a las redes sociales ha alcanzado nuevas dimensiones: la diseminación de desinformación y bulos que deliberadamente faltan a la verdad. La circulación de noticias falsas –lo que incluye fotos y videos falsos– no solo confunde, sino que además erosiona la confianza pública y debilita los cimientos de la democracia. Frente a este escenario, el compromiso con la información veraz e independiente no es solamente una obligación ética, sino también una herramienta de defensa ciudadana.

En esto, la misión y labor de medios responsables consiste en tener la musculatura institucional necesaria para verificar, contextualizar y ofrecer datos comprobables, que permitan a la ciudadanía distinguir entre la manipulación y el conocimiento informado.

En Chile, nos enfrentamos a un escenario particularmente delicado. La polarización política de sus elites, las tensiones sociales no resueltas y el clima propio de un año de elección presidencial, tienden a exacerbar estas dinámicas.

Si hace un cuarto de siglo la Carta Ética Fundacional de El Mostrador se escribió como una declaración de principios para un medio naciente, hoy –siendo ya un medio tradicional– debe leerse como una guía urgente y vigente para enfrentar un entorno que amenaza con estrechar los márgenes de la deliberación democrática. La responsabilidad de un medio independiente y pluralista no se relativiza ante el ruido de la coyuntura: se refuerza.

Por eso, con la misma convicción que en 1999, reafirmamos los valores que inspiran nuestra existencia: independencia frente a todo poder que pretenda condicionar nuestra voz; compromiso con un periodismo honesto y veraz que permita a la ciudadanía formarse su propio juicio; y la obligación de ampliar los espacios de pluralismo y diversidad.

Publicidad