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La demanda laboral que enfrenta en Estados Unidos la nieta de Agustín Edwards Nana chilena acusa abusos

La demanda laboral que enfrenta en Estados Unidos la nieta de Agustín Edwards

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Según el relato de Felicitas del Carmen Villanueva, publicado por el New York Post, llegó a Estados Unidos hace dos años a instancias de la pareja conformada por Malú Custer Edwards —hija de Isabel Edwards y Felipe Antonio Custer— y su esposo, Micky Hurley, para que cuidara de sus tres hijos. Desde el primer día habría recibido maltratos, golpes por parte de los niños, falta de comida, la prohibición de salir de la casa y un pago muy inferior a la oferta que la tentó a cambiarse de país. En 2011 el Departamento del Trabajo norteamericano ordenó a la pareja pagarle US$ 6.302 en salarios atrasados.


*Una nana chilena asegura haber sido obligada a vivir en esclavitud por una pareja de Upper East Side que le negaba comida y medicina y que la encarceló en una habitación con sus hijos.

A través de una polémica denuncia, Felicitas del Carmen Villanueva Garnica, (50), asegura que fue abusada físicamente por los tres niños que estaba cuidando, con actos que se reiteraron todos los días que estuvo en el hogar de esa familia.

Sus empleadores, una pareja de la alta sociedad compuesta por la chilena Malú Custer Edwards y Micky Hurley, la llevaron a los Estados Unidos «de manera fraudulenta y con el propósito de obligarla a cuidar ilegalmente a sus hijos pequeños», afirma el pleito de la corte federal de Manhattan.

Según lo que Villanueva alega en los documentos judiciales, «los infernales tres meses de trabajo forzoso no eran más que servidumbre involuntaria». Asimismo, cuenta que era constantemente reprendida, maltratada, permaneciendo enclaustrada bajo instrucciones de no hablar con nadie fuera de la familia ni salir de la casa.

Hurley la encerraba en la habitación con los niños y «a veces terminaba durmiendo en el suelo de cualquier habitación en la que estaban encerrados (…). Él iba a cerrar la puerta y decía: Quédate allí hasta que yo lo diga».

El relato, detalla que en los tres meses que trabajó para la familia, con jornadas de 12 horas diarias para atender a los hijos, solo tuvo un día libre.

Y que además, la pareja socialité —Edwards es diseñadora gráfica y Hurley un decorador de interiores— se comprometió a pagarle US$ 10 por hora, pero le dio sólo US$ 800 mensuales, lo que equivale a US$ 2 por hora.

Cuando la asesora del hogar protestó, Custer Edwards le respondió que: «No hay otras niñeras en los EE.UU. que ganen más de US$ 700 por mes».

Por otra parte, según la demanda, los niños, de 6,8 y 10 años, en repetidas ocasiones la golpearon y una vez le estrellaron la puerta del refrigerador en la cabeza con tanta fuerza que casi perdió el conocimiento.

La mujer comenzó a prestar servicios para la pareja en Chile, en diciembre de 2010, cuando una agencia de empleos la envió a la familia, cuyas raíces están profundamente arraigadas en la sociedad chilena.

Custer Edwards, de 29 años, desciende de Agustín Edwards McClure, un diplomático chileno y editor, que encabezó la Liga de las Naciones en 1922. Hurley, de 35 años, está relacionado con los colonos fundadores del país y es el hijastro del escenógrafo de ópera Pier Luigi Samaritani.

«Todo Chile los conoce», enfatizó Villanueva sobre la familia de Edwards. «Vienen de una familia con una gran cantidad de recursos».

De acuerdo con los documentos de la corte, cuando Custer Edwards decidió trasladarse a Estados Unidos, después de inscribirse en unos cursos de diseño en la New School en Nueva York, Villanueva decidió seguir a la familia. Le pidieron trabajar durante dos años y le prometieron que sería recompensada con mejores salarios, seguro de salud, atención médica, alimentos, ropa y alojamiento.

Pero llegó a una pesadilla americana.

«En Chile, se portaron muy bien. Cuando llegamos a los Estados Unidos la situación cambió por completo. Sinceramente, no lo sabía. Ni siquiera podía imaginarlo «.

En tanto, la pareja ha negado las acusaciones. «Las afirmaciones son completamente sin mérito y serán completamente refutadas en la corte», aseguró su abogado, Robin Alperstein.

Incluso el arribo de Felicitas del Carmen al país habría estado lleno de riesgos. Conforme señala la demanda, la familia adquirió un pasaporte ilegal para ella, el cual fue obtenido por Malú Custer Edwards a través de contactos con funcionarios de inmigración en Chile y Estados Unidos.

Además, asegura la mujer, el día que la familia se estableció en el Soho, en enero de 2011, uno de los hijos la golpeó tan fuerte que se le «cayeron las gafas de la cara».

«Los niños la abofeteaban y golpeaban diariamente, incluso el más pequeño la golpeó con una silla», reitera.

La niñera comenzó a tomar fotos de sus heridas, ya que, según revela, la madre se negó a creerle.

Carmen se dio cuenta de que los niños se volvían más agresivos cuando tenían hambre, «lo que era frecuente», afirma, detallando que Malú Custer Edwards «compraba sólo pequeñas cantidades de leche, yogur, huevos, pan y nada más». Y que incluso su marido una vez la reprendió por comerse el «último trozo de pan.»

En efecto, cuenta que “el desayuno era, por lo general, no más que un pequeño vaso de leche y un pedazo ínfimo de pan».

Pero la pareja —que se jactaba en una conocida revista neoyorkina acerca de un viaje familiar a Santa Lucía en 2009 u otros viajes internacionales— rara vez se perdía una comida.

Ellos «gastan profusamente en artículos personales, como ropa, salir a cenar y la educación de Edwards. Eran asiduos al famoso restaurante Balthazar del Soho”.

La familia se mudó en dos ocasiones: a East 75th Street y la calle East 88.

Después de dos meses, Villanueva pidió que se le permitiera volver a su casa, pero Custer Edwards presuntamente se negó, diciendo a la niñera que había firmado un contrato.

«Me trajeron aquí para maltratarme», contó la mujer a The New York Post. «Ellos me decían que no tenía ningún derecho de ningún tipo».

En 2011 se le dio un día de descanso, que coincidió con la celebración del Día del Presidente, cuando la madre le habría dicho que saliera de la casa a pesar de la nieve y el frío.

Villanueva de inmediato se dirigió al Consulado de Chile, pero tenía el corazón destrozado al ver que estaba cerrado por ser feriado.

Por ello, se dirigió a un centro de llamados, donde un empleado escuchó su historia y la instó a buscar ayuda, vendiéndole un teléfono móvil y mostrándole cómo usarlo.

La mujer usó el teléfono para ponerse en contacto con la organización sin fines de lucro Safe Horizon, un mes antes que se decidiera a escapar.

Finalmente se fue el 14 de marzo de 2011, el día en que fue golpeada con la puerta de la nevera.

«Me caí en el suelo, me golpeó muy duro», recordó. «Tenía miedo de que iba a perder la conciencia. Y dije: no puedo tolerar esto».

Tras lo cual salió sin ninguna de sus pertenencias, caminando frente a una aturdida Custer Edwards. Villanueva dice que se subió a un autobús sin dinero y sin saber a dónde se dirigía.

«Llamé al 911, llamé al 311», dijo.

Finalmente, un operador del 311 la ayudó a encontrar la manera de llegar a Safe Horizon.

Villanueva, que sufre de hipertensión, asegura que nunca se le permitió volver a tomar sus medicinas mientras vivía con sus empleadores. Finalmente pudo ver un médico. De acuerdo con la demanda, fue diagnosticada con encefalitis, síndrome de estrés post-traumático y pedophobia (miedo a los niños).

En julio de 2011, el Departamento de Trabajo del Estado ordenó a la pareja pagar a Villanueva US $ 6.302 en salarios atrasados.

Aún en Manhattan y esperando por una visa, Villanueva sueña con un día ganar suficiente dinero para ayudar a su anciana madre en Chile a construir un pozo de agua potable.

*Publicado por New York Post

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