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Ministro Paris se juega su «última vida» en el Gobierno PAÍS

Ministro Paris se juega su «última vida» en el Gobierno

Hernán Leighton y Nicole Martínez
Por : Hernán Leighton y Nicole Martínez Periodistas del diario El Mostrador.
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El hecho de que ya se barajen nombres al interior de La Moneda evidencia que la situación del ministro de Salud, Enrique Paris, se encuentra en fase crítica. Un duro encontrón con el titular de Hacienda, Rodrigo Cerda, y los desaciertos comunicacionales de la última semana, lo han llevado a caminar por la cuerda floja. Igual que en otras crisis, la voluntad del Presidente por ahora sería que “se queme el fusible” para enfrentar las peores semanas de la pandemia hasta el momento. En círculos del Gobierno comentaron que no le quedaría más de un mes y otros agregaron que «una más y se va».


Ya ha sucedido en otras ocasiones y con nombres de mayor tonelaje político e importancia para el propio Presidente, Sebastián Piñera. Ocurrió con el exministro del Interior, Andrés Chadwick, también con el anterior mandamás del Minsal, Jaime Mañalich, quienes fueron sostenidos contra viento y marea en sus respectivos roles, a pesar de los problemas, cuestionamientos, desgaste y pérdida de credibilidad que los afectaban. El objetivo era «quemar por completo el fusible» y, así, junto con tratar de sortear lo peor de las crisis, poder marcar un nuevo comienzo con un eventual sucesor. Hoy el ministro de Salud, Enrique Paris, está viviendo lo mismo y todo indica que la decisión de mantenerlo como rostro central del manejo de la pandemia responde a esa estrategia: que sea él quien enfrente lo peor de la segunda ola de contagios por COVID-19.

Desde el comité político de La Moneda han negado en público y en privado una posible salida de Paris del Gobierno, pero en los hechos ninguno de los gestos o declaraciones gubernamentales han logrado disipar los cotidianos rumores sobre su renuncia al Ministerio de Salud. Es más, desde el propio Minsal manifestaron que la señal interna sería que le quedaría a los más “un mes” al mando, para sortear este peak de contagios, y que el ministro no resiste otro problema. «Una más y se va», recalcaron.

No por nada estos días ha sido comentario el «cambio» del ministro: menos irritable y conflictivo en los puntos de prensa.

En el oficialismo afirmaron que, si bien Paris sabe que está pagando los costos de un Gobierno «sin brújula, igual “está apestado” y «reventado personalmente”, pero que no quiere irse, que su salida, en cualquier momento, sería contra su voluntad. Es más, contaron que se le ha escuchado en reiteradas ocasiones expresar que no tendría ningún interés en dar un paso al costado y que uno de sus objetivos es completar el proceso de vacunación contra el COVID-19, el cual se transformaría en “su medallita”.

[cita tipo=»destaque»]Entre los nombres de los «papables» estaría el de la actual ministra de Desarrollo Social, Karla Rubilar, quien como doctora y “buena comunicadora”, sumado esto a su mejor experiencia política que Paris, cumpliría –explicaron– con el objetivo de bajar los decibeles de las críticas al manejo de la pandemia y no tendría que aprender desde cero cómo funciona el Gobierno. Uno de los puntos en contra que tiene es que su nombre incomoda al influyente jefe del segundo piso, Cristián Larroulet, ya que es de público conocimiento en círculos de Palacio que este no tiene ninguna cercanía con la exintendenta de la Región Metropolitana y que en más de una ocasión habría presionado por su salida. “Evidencian las dos miradas que chocan hoy en la derecha, entre otras razones”, puntualizaron.[/cita]

En la derecha confirmaron que ha tenido varios roces con otros ministros del gabinete, principalmente a la hora de defender los argumentos técnicos sanitarios ante otras áreas, como la económica. En ese contexto se habría dado un gallito entre el titular del Minsal y su par de Hacienda, Rodrigo Cerda, el miércoles de la semana pasada, cuando en el seno del Gobierno se discutían las medidas que se debían adoptar para endurecer las cuarentenas y frenar tanto la alta movilidad como los niveles de contagio.

En La Moneda definieron ese encontrón entre Paris y Cerda como de alto calibre y un hecho que dejó debilitado al ministro de Salud, porque con esto se atravesó en el camino de ciertas personas en Palacio. A eso se suma su conocida poca tolerancia a las críticas, que lo ha llevado a polémicas salidas de libreto en los puntos de prensa, como también su escasa muñeca y redes políticas, cruciales para sobrevivir en las turbulentas aguas del poder.

Al no tener redes y no pertenecer a ningún partido político, para La Moneda no representaría un conflicto político sacar al ministro de Salud, a diferencia de los problemas que tuvo el Presidente con la UDI y Evópoli por más de un año, por haber puesto a Gonzalo Blumel y no a un gremialista en el Ministerio del Interior.

Algunos en el Gobierno han tomado nota de un rasgo de Paris: no responder a un sector en particular ni menos al  circulo de hierro del Mandatario, sumado a su carácter de “mecha corta”, hace que preocupe el hecho de que sacarlo del Gobierno a contrapelo, pudiera hacerlo sentirse  humillado, lo que podría arrastrar inesperadas consecuencias, considerando el nivel de información que maneja.

Un punto que podría tener una solución feliz, como ha sido la tónica en esta administración, con los personajes removidos de sus cargos: el exministro de Trabajo, Nicolás Monckeberg, terminó como embajador en Argentina; el exministro de Defensa, Alberto Espina, hoy integra el Consejo de Defensa del Estado; y el actual candidato presidencial Sebastián Sichel, al que se le entregó la presidencia de BancoEstado cuando se le sacó del Ministerio de Desarrollo Social.

El diputado socialista y miembro de la comisión de Salud de la Cámara, Juan Luis Castro, recalcó que “para que la pandemia se pueda controlar y sacar a flote el país de este profundo brote devastador, se requiere que el ministro de Salud esté más empoderado, aquí en vez de hacerle zancadillas desde dentro de La Moneda, Paris, que está bien intencionado, necesita poder, porque lo ha perdido con el pasar del tiempo con la intervención del segundo piso y del área económica del Gobierno. Ahí está el problema”, subraya.

Los nombres y la muñeca de Larroulet

Paralelo a los permanentes desmentidos de una eventual renuncia de Paris, desde la semana pasada han circulado varios nombres que estaría barajando La Moneda para sucederlo en el Minsal, una señal inequívoca de la debilidad que afecta al titular de Salud en estos momentos.

Entre los nombres de los «papables» estaría el de la actual ministra de Desarrollo Social, Karla Rubilar, quien como doctora y “buena comunicadora”, sumado esto a su mejor experiencia política que Paris, cumpliría –explicaron– con el objetivo de bajar los decibeles de las críticas al manejo de la pandemia y no tendría que aprender desde cero cómo funciona el Gobierno. Uno de los puntos en contra que tiene es que su nombre incomoda al influyente jefe del segundo piso, Cristián Larroulet, ya que es de público conocimiento en círculos de Palacio que este no tiene ninguna cercanía con la exintendenta de la Región Metropolitana y que en más de una ocasión habría presionado por su salida. “Evidencian las dos miradas que chocan hoy en la derecha, entre otras razones”, puntualizaron.

Ese no es el caso del infectólogo de la clínica de la Universidad de Los Andes y decano de Medicina en la Universidad San Sebastián, Carlos Pérez, cuyo nombre ya ha salido como una opción en algunos medios de comunicación y sí cuenta con la venia del poderoso exdirector ejecutivo de Libertad y Desarrollo. Uno de sus eventuales flancos sería que es “un hombre de las farmacéuticas”, aseguraron.

Otro de los nombres que se estarían barajando, sería el de la propia subsecretaria de Salud, Paula Daza, pese a que algunos militantes de la UDI la ven como un nombre que concitaría menos confianza y que tendría “menos manejo comunicacional que el actual ministro”. También se ha puesto sobre la mesa la posibilidad del regreso del exministro Emilio Santelices, y –aunque varios lo descartaron de plano– el del propio Mañalich.

Sobre este último, el rechazo es tajante. “Traerlo sería poner la guinda de la torta para hundirse”, dijeron en el oficialismo. “Sería la guerra mundial traer a Mañalich”, sinceraron en la oposición.

La sombra de Mañalich

Cercanos al ministro Paris aseguraron que el ministro entiende bien dónde está parado, que tendría bien asumido su rol, el que habría sido advertido desde que llegó al Gobierno, y que implica muy poco margen de maniobra, a diferencia de lo que fue la gestión de su antecesor, Jaime Mañalich. Los mismos señalaron que hay momentos en que ha sincerado sentirse maltratado por el propio Gobierno y que una de las razones de ello estaría en el excesivo protagonismo que ha adoptado su predecesor en el Minsal, quien marcó la pauta pública las últimas semanas, relegándolo a un irrelevante segundo plano.

Si bien su molestia de alguna manera fue atendida por el Presidente Piñera, quien citó a ambos a una reunión en su casa, como reveló El Mercurio, aquella cita no aplacó las dudas entre quienes colaboran con Paris, dada la cercanía del Mandatario con Mañalich y la sabida influencia en las sombras que este sigue ejerciendo. En este caso, sus cercanos sí ven bajo el agua y advirtieron sobre una estrategia de posicionamiento del exgerente de Clínica Las Condes.

En entrevista con El Mostrador este martes 6 de abril, el extimonel de RN, Mario Desbordes, fue consultado acerca de si estaba al tanto o no de una eventual carrera electoral de Mañalich: “No lo sé, eso lo está viendo la directiva, no sé si lo han invitado o no. En lo que a mí respecta, ojalá se entusiasmara Mañalich a ser candidato a senador o parlamentario, sería un verdadero aporte”.

 

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