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Exconvencional Agustín Squella: “Fracasar dos veces en la Convención sería ya mucho, casi tanto como bajar de división en el fútbol profesional” PAÍS Crédito: Agencia Uno

Exconvencional Agustín Squella: “Fracasar dos veces en la Convención sería ya mucho, casi tanto como bajar de división en el fútbol profesional”

Juan Diego Montalva
Por : Juan Diego Montalva Editor de Newsletter +Política
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El Premio Nacional de Humanidades y Ciencias Sociales está preocupado de que la nueva Convención Constitucional, inaugurada con la instalación del Comité de Expertos este lunes, llegue a puerto. En esta entrevista, Squella entrega recomendaciones y cuenta su experiencia con el objetivo de que este año se logre finalmente tener una Constitución del siglo XXI. Son varias las advertencias.


El profesor Agustín Squella está con problemas de voz, un poco ronco, dice que es un recuerdo de sus más de cincuenta años impartiendo clases de Derecho en la Universidad de Valparaíso y en la U. Diego Portales. Pero los problemas de voz son un detalle cuando recuerda el trabajo que estaba realizando, en marzo del año pasado, como constituyente en la primera Convención Constitucional del 2022.

Abogado de la Universidad de Chile, doctor en Derecho de la Universidad Complutense de Madrid, Squella es Premio Nacional de Humanidades y Ciencias Sociales (2009) y autor de numerosos libros, entre los que destacan Introducción al Derecho (Editorial Jurídica de Chile, 2002), ¿Es usted Liberal? Yo sí, pero… (Lolita Editores, 2012) y, más recientemente, Apuntes de un constituyente (Editorial UDP, 2022), donde cuenta en detalle sus días intentando redactar la nueva Constitución.

Desde la tranquilidad de su casa, donde está dedicado a escribir y leer, está observando con atención el nuevo intento por escribir la Constitución del siglo XXI, tras el fracaso estrepitoso que tuvo la anterior propuesta tras el categórico 63% del Rechazo en septiembre pasado. En esta entrevista, Squella habla de sus expectativas y preocupaciones sobre el nuevo proceso que empezó ayer lunes, nuevamente en la sede del ex Congreso Nacional en Santiago.

-Ayer comenzó el trabajo de la Comisión de Expertos, ¿cómo ve el inicio de este proceso constituyente II? ¿Optimista o pesimista?
-Como me ocurre casi siempre, algo pesimista desde la razón (las cosas podrían ir mal), pero siempre optimista en cuanto a la voluntad (cada cual tiene el deber de hacer lo que esté al alcance de su mano para que vayan lo mejor posible).

-¿Qué errores del proceso constituyente anterior hay que evitar en este nuevo proceso de discusión constitucional?
-Hay que evitar los errores tan visibles en que incurrimos en la ex Convención, partiendo por que los actores involucrados se sientan personajes históricos por el solo hecho de estar cumpliendo una función que es histórica. Evitar la infatuación en que se incurrió y, desde luego, no desechar la conversación directa y leal con ningún sector al interior de los tres órganos de este proceso, por mucho que se tengan los votos para prescindir de alguno de ellos. Evitar, claro, el error refundacional, pero sin llamar “refundacional” a lo que son solo transformaciones. Para desprestigiar a la ex Convención y su propuesta se utilizó mucho la acusación “refundacional”. Yo la única refundación que conozco fue la que llevó a cabo la dictadura de 17 años que tuvimos y que tantos querrían olvidar o sepultar en el desván de los recuerdos.

-¿Estuvo de acuerdo con esta estructura de Comisión de Expertos, Comité Técnico de Admisibilidad y Consejo Constitucional?
-Para ser francos, el mono quedó harto raro. Se parece mucho a un animal tricéfalo –un Consejo Constitucional, una Comisión Experta y un Comité de Admisibilidad– y hasta cuatricéfalo si se cuentan las 12 bases que también lo acompañan. Pero esta crítica no me impide desear y esperar el éxito del nuevo proceso. En caso contrario, seguiremos en el limbo constitucional en que estamos. Nunca hay que renunciar a la crítica ni a la autocrítica, pero ni una ni otra obstan al deseo y la voluntad de que las cosas vayan bien. Las constituciones de las dictaduras, de cualquier signo que sean estas últimas, no se reforman, se reemplazan

-¿Este modelo de tres comisiones es una manera de establecer un “marco de discusión” o de “limitar la discusión”?
-Creo que ambas cosas, y hay el riesgo cierto de que los sectores conservadores, siempre muy poderosos, consigan que al final todo se reduzca a una que otra modificación y actualización del texto de la Constitución vigente. Esto lo han dicho también algunos destacados expertos de centroderecha, que, por cierto, no fueron apoyados por sus partidos a la hora de integrar alguno de los órganos del proceso o de participar en la votación que habrá en mayo. En general, y como siempre, los partidos eligieron militantes dóciles, más que calificados y con independencia de juicio.

-¿Cuál de todas estas instancias (Expertos, Comité Técnico y Consejo) considera más relevantes?
-Debiera ser el Consejo electo, pero habrá que verlo. Ya es raro que sea la Comisión Experta la que redacte la primera propuesta de texto para revisión y votación luego en el Consejo. La técnica antes que la política, los designados antes que los electos, una lógica que nos tiene atrapados hace mucho tiempo, ni que decir en asuntos de la economíaAntes a Chile lo salvaban los hombres providenciales, más tarde los partidos y sus coaliciones, luego los independientes, y ahora parece la hora de los expertos. Todos ellos son necesarios, pero sin cargar las tintas a favor de unos o de otros.

Temores por la ex Convención

-¿Ha visto esta estructura o formato de discusión constitucional en otro proceso constituyente en el mundo?
-No. Me parece que es un invento local y muy determinado por nuestros habituales temores, que –hay que reconocerlo– fueron activados, sin que esa fuera la intención, por la ex Convención. La ciudadanía nos dio inicialmente su apoyo, pero luego tomó alguna distancia, se enfrió, y la mayoría de ella terminó agarrándonos monos. Debimos advertir ese cambio, pero optamos por quedarnos encerrados en Morandé con Compañía, y no me refiero al programa de televisión del mismo nombre.

-¿Qué opina del debate surgido a raíz de las declaraciones del presidente del Partido Comunista (PC), Guillermo Teillier, respecto a movilizarse en mayo?
-Otra vez lo mismo. No aprende. A propósito de la ex Convención, el PC llamó a “rodearla”, lo cual fue difícil no entender como una advertencia y hasta quizás como una amenaza, Pero, por otra parte, el modelo actual, que no rodea al Consejo Constitucional desde afuera, desde la calle, rodea el proceso desde dentro con la multiplicidad de órganos y de bases. No debiera ser necesario “movilizarse” para conseguir que la fracasada propuesta esté también sobre la mesa de los actores del nuevo proceso. Hay mucho rescatable en ella.

-¿Qué ocurriría de fracasar este nuevo proceso constitucional?
-Este tipo de procesos pueden fracasar en su cometido (presentar una propuesta de nueva Constitución dentro de plazo) o en su objetivo (que la propuesta sea aceptada por la mayoría ciudadana). La ex Convención fracasó en lo segundo, y en cuanto al proceso ahora en marcha no se puede permitir fracasar. Fracasar dos veces en la Convención sería ya mucho, casi tanto como bajar de división en el fútbol profesional. Por eso que las críticas al proceso deben ser compatibles con que ahora sí se cumplan aquellos dos propósitos. El prestigio de un país no depende solo de los tratados de libre comercio que firma.

-¿Fue una buena manera de canalizar el descontento del 18 de octubre del 2019 con la necesidad de una nueva Constitución?
-Pudo y debió ser mejor, menos temerosa, pero está claro que el país ha tenido mucho que asimilar en el último tiempo: una crisis política y social, una larga pandemia, el fracaso parcial de una Convención Constitucional, y una crisis económica de difícil pronóstico. Hay también un recambio generacional en la política que desconcierta y hasta enrabia a muchos. Todo ocurre en medio de circunstancias y no se puede cerrar los ojos ante la incidencia de estas. Las constituciones de las dictaduras, de cualquier signo que estas sean, se reemplazan, no se reforman. Y en cuanto al recambio generacional, que es un hecho, sorprende ver a tantos de mi generación que lo denuncian como un mal que debió ser evitado, pero ¿qué quieren? ¿Que las nuevas generaciones adopten las mismas ideas que las antiguas? ¿Es que hicimos nosotros eso cuando fuimos jóvenes? ¿Es que nos referimos a los jóvenes como una promesa mientras los tratamos como una amenaza? La peor forma de envejecer, repito a menudo, es la efebofobia (odio o temor a los jóvenes), de la que tampoco uno se cura pasándose a la efebofilia (preferencia por los jóvenes), o sea, el aplauso incondicional a los jóvenes. También en esto nos falta moderación, equilibrio y dejar las furias de lado.

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