
“Marchas sin Violencia”: la receta de Kast al estilo Milei y Trump para frenar protestas en Chile
El republicano presentó un paquete de medidas que incluye una Fiscalía Antidisturbios, el uso de taser, infiltración policial y la responsabilidad legal de los convocantes por destrozos, en un plan que sigue la línea “antipiquetes” de Argentina y de las medidas contra protestas migratorias en EEUU.
El candidato presidencial del Partido Republicano, José Antonio Kast, presentó este lunes su plan “Marchas sin Violencia”, con un paquete de medidas destinadas a endurecer el control sobre las manifestaciones en Chile. La propuesta contempla desde la creación de una Fiscalía Antidisturbios hasta el uso de armas no letales como pistolas taser —dispositivos para incapacitar a una persona mediante descargas eléctricas que imitan las señales nerviosas— y pintura para marcar a encapuchados.
Uno de los puntos más controvertidos es la idea de que los convocantes de marchas deberán hacerse responsables de los daños que se produzcan en bienes públicos o privados, con eventuales acciones legales en su contra. Kast además planteó que Carabineros pueda infiltrar manifestaciones para identificar a los “más violentos” y garantizar una “inteligencia preventiva” que evite disturbios.
“Si algún dirigente de alguna organización o partido político convoca o apoya una de esas marchas, a él se le va a perseguir servilmente por cualquier daño y perjuicio que sufra la estructura pública, como también los bienes particulares que se vean dañados”, advirtió el republicano, asegurando que el derecho a protestar debe ejercerse “en paz y sin violencia”.
Ecos de Milei en Argentina
Las propuestas de Kast guardan similitud con el “Protocolo Antipiquetes” implementado en Argentina por el gobierno de Javier Milei, bajo la conducción de la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich. Allí se dispuso que las marchas no puedan cortar calles ni rutas, habilitando a las fuerzas federales a desalojar manifestantes, detener encapuchados y registrar a quienes lleven elementos de protesta.
Además, el plan argentino estableció un registro de organizaciones sociales que convocan movilizaciones y trasladó a ellas el costo de los operativos de seguridad, bajo la consigna: “El que corta no cobra”. Según el Ejecutivo trasandino, la estrategia permitió en menos de un año reducir drásticamente los piquetes en Buenos Aires y debilitar a las organizaciones piqueteras.
El espejo de Trump en EE.UU.
El discurso de Kast también resuena con las políticas de mano dura de Donald Trump frente a protestas en Estados Unidos. El exmandatario desplegó fuerzas federales y militares en ciudades como Los Ángeles para sofocar disturbios ligados a redadas migratorias, defendiendo el uso de balas de goma, gases lacrimógenos y despliegues masivos de seguridad como respuesta a la violencia callejera.
Trump justificó esas acciones asegurando que “no se puede defender cuando la gente empieza a incendiar cosas o atacar a las fuerzas del orden”, mientras responsabilizaba a gobernadores y alcaldes demócratas por “fomentar el caos”.
Con su plan, Kast se inscribe en la línea de líderes de derecha que han apostado por restringir las protestas sociales y trasladar el costo de los desórdenes a sus convocantes. La propuesta, presentada a poco más de dos meses de las elecciones presidenciales, abre un debate en Chile sobre el equilibrio entre orden público y derecho a la protesta, en un país donde las manifestaciones han marcado momentos clave de su historia reciente.
Cabe mencionar que cuando Kast oficializó su candidatura presidencial, en enero de este año, el republicano presentó medidas y enfoques que recordaron al presidente argentino Javier Milei y al estadounidense Donald Trump, destacando la disciplina fiscal, el control migratorio y el combate a la “cultura woke”. Kast prometió reducir el gasto político, cerrar efectivamente los pasos a la inmigración ilegal y perseguir a quienes vulneren la normativa migratoria, mientras Milei y Trump enfatizan políticas similares de restricción fiscal, control de fronteras y restauración del orden. Los tres líderes comparten la retórica de recuperar la seguridad y la prosperidad nacional, alineando sus discursos en torno a la libertad, la defensa de valores tradicionales y la disminución de la intervención estatal.