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Luz María Budge: “se demonizaron las pruebas estandardizadas y todo lo que fuera exigencia” PAÍS

Luz María Budge: “se demonizaron las pruebas estandardizadas y todo lo que fuera exigencia”

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Luis Felipe de la Vega
Por : Luis Felipe de la Vega Investigador educativo.
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La presidenta del Consejo Nacional de Educación critica el centralismo del Mineduc y pide priorizar la educación inicial, mayor transparencia para que los padres elijan colegios y una visión donde la rendición de cuentas sea hoja de ruta y no castigo.


La tercera entrevista de esta serie la realicé a Luz María Budge. Si bien no se define a sí misma como académica, ha sido decana de dos facultades de educación y mantiene un vínculo permanente con el mundo de las universidades. Lo hace, porque indica que su rol más representativo es con las escuelas, habiendo sido directora de una y, además, participando activa y largamente de la Fundación Astoreca. A su vez, ha sido miembro del directorio de diferentes instituciones, públicas y privadas, como la Agencia de Calidad de la Educación o Libertad y Desarrollo. Actualmente, es presidenta del Consejo Nacional de Educación.

Sostuvimos la conversación a la que hemos invitado a las personas invitadas a este ciclo de reflexión, partiendo por cuál o cuáles debieran ser, a su juicio, las prioridades que debieran considerar políticas educativas en Chile. A juicio de Budge, este foco debiera estar en el nivel de la educación parvularia.

“Yo creo que la gran política educativa, que pareciera llorar en este momento, en el sistema es dar vuelta al embudo y, en vez de empezar por la educación superior, debiera hacerlo por la educación preescolar, considerando la atención de niños desde muy chiquititos, especialmente. Hoy, más que nunca, vemos la evidencia de niños muy solos en sus casas, que sus madres trabajan o no, pero que no están yendo a las cunas y jardines infantiles. La mayoría de ellos pertenecen a los quintiles más pobres de la población. Vale decir, son niños que podemos suponer están más contactados con los teléfonos de las mamás -uno lo ve en los supermercados, en el metro, en todas partes, desde muy guaguas-, pero que tienen muy pocas posibilidades de desarrollo de vocabulario. El empobrecimiento del vocabulario es algo que realmente debería tenernos muy  preocupados. Un niño que parte con un retraso de vocabulario, que parte con problemas de sociabilidad que no son tan reparables en la casa, por
las características de las éstas y por las características de las familias actuales, arrastra todo eso durante su vida escolar”.

“Si tú miras los niveles de asistencia, están más o menos en el orden del 50% en aquellos hogares que más necesitarían o que más se beneficiarían con este nivel de educación. No tenemos muy claro el por qué. En algún grado puede tener que ver con que esas madres no ven el beneficio de llevar a sus niños al jardín, sino que ven el perjuicio; ahora, si esa madre no ve la ventaja del jardín y se queda con el niño en la casa, hay una justificación para que ella tampoco se desarrolle o tampoco salga a trabajar, por lo tanto, no solo se afecta al niño, sino que se afecta el contexto de una mujer”.

Siguiendo con las prioridades de política educativa y, desde un punto de vista institucional, nuestra entrevistada señala que el próximo gobierno debiera inhibir algún tipo de tendencia de reforma, para analizar en detalle las normas y políticas actuales y luego tomar decisiones. Junto con ello, apunta a una disminución del aparato de gestión estatal de la educación.

“Yo creo que un próximo gobierno tiene que hacer análisis racional de todo el sistema de Servicios Locales que, indudablemente para poder funcionar no pueden convertirse en mini ministerios ni en gigantes sostenedores. Yo me atrevería a decirte que, más que buscar nuevas leyes y generar nuevos reglamentos para las leyes, haría como una especie de pausa para  revisar todas las leyes que tocan directa o indirectamente al sistema educativo y buscar cuáles son los bemoles que ellas tienen, cuáles son las aristas que ayudan a mejorar la calidad y cuáles son las que no. Hay un montón de material incompleto e imperfecto, pero que ha mostrado un avance en montones de áreas y, por eso, yo no pretendería partir de nuevo”.

“Además, creo que un buen programa de educación significaría hacer un mejor uso de los recursos, eliminando una parte no menor del Ministerio de Educación, que está anquilosado en una institución ministerio muy centralizadora, con una cantidad de personas enorme, con muchas cosas que están duplicadas y mucha plata que se gasta en cosas que no necesariamente apuntan a los niños. Hay zonas del país que han quedado con déficit de
matrícula y otras en las cuales sobra la matrícula y alguien tiene que empezar a tomar decisiones, porque es muy caro mantener colegios de 70 niños o de 100 niños, que se justificaba cuando los caminos entre uno y otro colegio eran no pavimentados, pero hoy día no se justifica. Hoy día podría podríamos fusionar colegios, ahorrar recursos gigantes y mejorar la calidad. Hay niños que nunca han visto una cancha techada. ¿Por qué? Porque tienen 70 alumnos en el colegio y 70 alumnos no da la rentabilidad de la subvención, que hoy día es para 700 alumnos”.

Luz María Budge defiende que el sistema educativo chileno cuente con una provisión mixta, entre instituciones públicas y particulares. A su juicio, esta condición estructural puede potenciarse más, de manera de beneficiar a niños y niñas y adolescentes que se educan en el país. Dentro de ese
marco, comparte una reflexión sobre la reforma de la Nueva Educación Pública y el lugar que, a su juicio, debieran tener los establecimientos particulares subvencionados.

“Yo entiendo que exista la ambición de tener una muy buena educación pública, me parece que es perfectamente legítimo. Sin embargo, hoy día estamos poniendo toda cantidad de trabas y dificultades para que un colegio particular subvencionado pueda funcionar bien, pero no están las mismas trabas para los colegios públicos que están siendo apoyados por el Estado”.

“Entonces ahí me pregunto, ¿cuál es el rol del Estado? Si el rol del Estado es brindar oportunidades, estas tendrían que ser de igual calidad para todos. Y podemos decir que no todos los particulares subvencionados brindan buenas oportunidades de calidad, pero también podríamos decir que una parte no menor de lo público tampoco las entrega. Entonces, yo en lo personal, creo que la mejor política pública sería liberar toda la cantidad de información que se pueda acerca de cada colegio, para que efectivamente la decisión de los padres pudiera ser muy informada. Si fuera por mí, a mí me gustaría saber desde los metros cuadrados al número de profesores contratados, al promedio de profesores con licencia, que es toda  información pública”.

“Hace varios años, había muchos colegios en Tierra Amarilla, todos colegios en esa época municipales, todos de calidad insuficiente, o sea, sus resultados en el Simce estaban muy por debajo de todo el resto del país. Los niños no tenían cómo ser trasladados a otros colegios. Si se hubiera aplicado la ley de ordenación [mecanismo definido por la Ley de Aseguramiento de la Calidad de la Educación], esos colegios habrían tenido que cerrar. El problema es que, ¿qué hacías con esos niños? ¿Dónde las mandabas? No había colegios con mejores opciones, ni con matrícula a 30 km de distancia. A mí me preocupa que, cuando hablemos de calidad y teniendo tantas mediciones, finalmente terminemos escondiéndonos. Si un colegio particular pagado tiene 320 puntos en el Simce y lo comparas con un colegio público -en que los niños pasan frío, en que no tienen  estructura familiar, ni suficientes desafíos- encontramos que es bueno que tengan 250 puntos en el Simce. Pero, cuando vamos a lo concreto, al texto que ambos tenían que leer, unos sí lo pueden leer y entender y otros no. El mensaje que mandamos es, no lo pueden leer, porque el contexto es tan vulnerable que el niño no se puede desarrollar. No estamos viendo que tenemos que desarrollar en el colegio para que ese niño vulnerable sí lo logre. De aquí te hablo desde mi experiencia en Astoreca, que tiene 378 puntos en el Simce, más que cualquier colegio particular pagado. Y yo sé por qué se logra, porque yo dirigí ese colegio durante 9 años y porque sigo metida ahí”.

Budge enfatiza que, en el escenario que describe, el sistema educativo debe hacer un esfuerzo que permita poner a disposición de las familias la mayor cantidad de información posible, de manera que puedan escoger la mejor escuela para sus hijos e hijas.

“Hoy día, con la tecnología que tenemos, tú podrías utilizar toda esa información y ponerla a disposición de los padres. Ahora nos damos cuenta que los padres principalmente tienen la cercanía de los colegios como un factor a elegir a la hora de escoger colegio. Pero, cuando a ese padre se le pregunta por el proyecto educativo, no tiene nada; muchas veces ni siquiera saben si el colegio es particular subvencionado o si es eh municipal o si es SLEP. Y yo creo que ahí estamos al debe. Y toda la información que se recoge del sistema escolar, si se hace con recursos públicos, debería ser pública y los padres deberían saber cuántos sumarios sancionatorios, cuántos días de paro o cuántos días de clases efectivas ha tenido un colegio.
No solo el resultado del Simce, que es el resultado de dos cursos o tres cursos en el colegio, que dice mucho y yo lo valoro muchísimo, pero no es la foto completa. Entonces, ahí estamos hablando de igualdad de oportunidades, recién entonces podemos decir ciertamente que toda la información está a disposición de quién va a postular a ese colegio y, por lo tanto, va a servirse de la oportunidad. Tenemos un problema en la distribución de las oportunidades a lo largo del país y no hemos buscado una solución para eso”.

Un tema que se deriva del anterior, al ser mencionado en la respuesta de Luz María, es sobre el rol de las mediciones y de la rendición de cuentas, como estrategia de mejoramiento de un sistema educativo. Nuestra entrevistada considera que éste debe ser relevante, porque entrega beneficios
a las instituciones y actores del sistema.

“Yo creo que hay que girar la idea de que la accountability es un castigo, sino que es como una hoja de ruta y que, sin ésta, no es posible saber de dónde vienes, ni para dónde vas. Se demonizó la accountability, se demonizaron las pruebas estandardizadas y se demonizó todo lo que fuera exigencia. Hoy día no hay nadie que esté hablando en contra de las pruebas estandarizadas, pero sí se ha exacerbado lo socioemocional y no es que lo esté menos menospreciando, pero me gustaría decir que la sobrevaloración de la felicidad me parece que es tremendamente peligrosa para todos los seres humanos, que no podemos controlarlo todo en la vida. Yo pienso que preparar para la vida implica prepararse para la adversidad, para la
dificultad y no estar siempre esperando una felicidad que muchas veces nos es ajena. A mí se me murió un hijo y créeme que nadie nunca te preparó para eso. Pero, sin lugar a dudas, el haber trabajado tan fuerte en educación me ayudó mucho, porque uno aprende que la vida es una constante lucha por la superación de los problemas, sin evitarlos. Por eso creo que la accountability es importante, me indica a dónde quiero ir, dónde quiero llegar y, de esa forma, tú te enfocas en generar caminos de desarrollo de futuro”.

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