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Elecciones 2025
Dinero pierde poder electoral: la billetera ya no asegura el respaldo en las urnas PAÍS Foto: AgenciaUNO

Dinero pierde poder electoral: la billetera ya no asegura el respaldo en las urnas

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Andrés Cárdenas Guzmán
Por : Andrés Cárdenas Guzmán Periodista El Mostrador
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Matthei tuvo la campaña más abultada y quedó quinta; Kast avanzó con menos –aunque algunos empresarios apostaron por ambos–; y Parisi irrumpió sin respaldo estructural. Hoy, coinciden analistas, mandan la identidad y la conexión, no el cheque.


En la elección presidencial del 16 de noviembre, Evelyn Matthei obtuvo apenas 12,46% de los votos, ubicándose en el quinto lugar –muy lejos de Jeannette Jara (26,85%) y José Antonio Kast (23,92%)–. El dato sería solo anecdótico en lo político si no fuera porque la candidata de la derecha tradicional (Chile Vamos, Demócratas y Amarillos) fue, con holgura, la campaña mejor financiada del ciclo electoral.

De acuerdo con los registros del Servel hasta el último corte legal del 14 de noviembre, Matthei acumuló $3.285 millones, combinando aportes partidarios, donaciones privadas y un masivo crédito contra reembolso de $1.760 millones. Sin considerar préstamos, solo por aportes públicos y privados obtuvo más de $843 millones, muy por encima de las otras candidaturas.

La siguieron Jeannette Jara, con una recaudación de $2.233 millones –respaldada por grandes aportes del PS y el Frente Amplio, además de un crédito contra reembolso del mismo monto que Matthei–, y la UDI, el partido de Matthei, con $2.073 millones.

José Antonio Kast –su rival directo en el mismo electorado de derecha– reunió $1.721 millones, casi la mitad del financiamiento de Matthei, pero terminó con 23,92% de los votos, duplicando a su contrincante y pasando a segunda vuelta con Jara. Los aportes de partidos y personas naturales para Kast suman $208 millones.

Si alguna vez la correlación entre dinero y votos fue un axioma de la política chilena postransición, esta elección la puso en tela de juicio con contundencia. Esa dispersión dejó dos señales: se diluyó el concepto de candidato único del empresariado. Y los recursos siguieron a convicciones ideológicas, no necesariamente a proyecciones de triunfo.

Así lo definió el director del Centro Democracia y Opinión Pública UCEN, Marco Moreno: “Lo que observamos es que en un ciclo donde pesan más la identidad, el relato y la sintonía emocional, la asimetría de recursos explica cada vez menos los desempeños”. Según comentó el académico a El Mostrador, “hoy la eficacia electoral depende menos del gasto y más de conectar con un clima político que se ha vuelto refractario a las campañas tradicionales”. Y, a su juicio, Kast fue más efectivo captando mejor el “voto del orden”.

Más plata ≠ más votos

En términos simples: el dinero llegó donde siempre llegaba, pero no generó el mismo efecto político. Aunque esto no necesariamente representa una pérdida para la billetera empresarial. Figuras como Wolf von Appen, Nicolás Ibáñez Scott, José Yuraszeck, Bernardo Larraín Matte, Juan Sutil y Alejandro García-Huidobro aportaron incluso a ambos candidatos presidenciales y a candidatos parlamentarios del sector.

  • José Antonio Kast: entre sus principales financistas se encuentran Carlos Larraín Peña (expresidente de RN), Lucy Ana Avilés (familia Walton/Walmart), Nicolás Ibáñez (exdueño de Lider y figura emblemática del mundo libertario), Francisca Díaz Del Río (grupo Del Río/Falabella), Carlos Cox Vial (Banco Consorcio) y Gonzalo Martino González (holding Contempora, Turbus).
  • Evelyn Matthei: entre sus mayores aportantes figuran José Luis del Río Goudie (familia Del Río), el propio Nicolás Ibáñez, Patricia Matte Larraín (familia Matte/BICE), Jorge Larraín Bunster (ingeniero comercial, vínculo Matte) y Fernando Echeverría Vial (exministro de Energía).

El fenómeno no se limita a la presidencial: en la elección parlamentaria también se evidenció el desgaste del peso del capital político tradicional.

Ejemplos emblemáticos:

  • María José Hoffmann (UDI): una de las candidatas más financiadas del país, con respaldo de grandes empresarios como José Yuraszeck y Juan Ibáñez Walker, no resultó electa.
  • Arturo Squella (Republicano), también con fuerte financiamiento, sí ganó, pero sus montos no superaron en proporción lo invertido por Hoffmann.
  • En la Cámara, figuras como Diego Schalper, Guillermo Ramírez y Constanza Hube recibieron aportes considerables de mecenas como Wolf von Appen, Bernardo Larraín Matte y Juan Sutil, pero la tasa de éxito de estos donantes fue baja: en algunos casos, menos de la mitad de las apuestas parlamentarias terminaron electas.

Hernán Campos, académico de la Escuela de Ciencia Política UDP, señaló a El Mostrador que, luego de la elección de convencionales constituyentes en 2021, el dinero dejó de ser un factor determinante en el éxito de las campañas electorales. “Aunque es una variable importante, no necesariamente garantiza el triunfo de un candidato”, enfatiza.

El profesor Campos explica que existen otros elementos que generaron un impacto mayor. Por ejemplo, “un relato de campaña consistente, la creatividad de los equipos de campaña en el manejo de plataformas digitales, la capacidad de proponer iniciativas que conecten con la realidad de las personas, o bien, la seguridad que proyecta el candidato a la hora de ser interpelado por los medios de comunicación o por sus rivales”.

En ese sentido, se identifican tres factores estructurales detrás del declive del poder del dinero en las urnas:

  1. Desalineamiento partidario: ya no existen bloques estables que transformen plata en votos; hoy el electorado se mueve por identidad, rabia, redes sociales o rechazo a elites.
  2. Redes sociales como contrapeso: candidatos con presupuestos mínimos logran viralidad y alcance equivalente al gasto en propaganda tradicional.
  3. Desconfianza poscasos SQM, Penta, Hermosilla, Audio y ley de Lobby: el financiamiento privado ya no legitima; puede incluso penalizar.

Cabe mencionar que, fuera del podio de los tres candidatos que registran mayor cantidad de saldo en aportes de campaña, aparece el otrora abanderado del Partido Nacional Libertario, Johannes Kaiser. El diputado sumó $901.240.425 para su campaña presidencial. De este número $800 millones llegaron por un crédito contra reembolso. Su partido político depositó $30 millones en dos ocasiones, además de $4,7 millones adicionales.

Parisi –que logró 19,71% sin grandes aportes de personas naturales identificadas– es el mejor ejemplo del voto “antipolítico”, desanclado del financiamiento estructural. De hecho, cinco de los 14 diputados electos del Partido de la Gente (PDG) llegarán al Congreso sin haber registrado ningún aporte ante el Servel, ni siquiera de su propio bolsillo. Se trata de Alex Nahuelquín (exconcejal PPD), Lilian Betancurt, Patricio Briones (excandidato a concejal por la UDI), Paula Olmos y Tamara Ramírez, quienes compitieron en distritos de Biobío, Atacama, Los Lagos y la Región Metropolitana.

Franco Parisi, el abanderado presidencial del Partido de la Gente (PDG), se ubica en el quinto lugar de los aportes de campañas recibidos durante este período. Su suma llega a los $850.295.206, aunque en este total corresponden dos créditos contra reembolso, uno por $500 millones y otro por $350 millones. La cifra más alta de los aportes naturales que registra identificados no supera los $30 mil.

El resto de los electos del PDG declaró montos muy bajos. Por ejemplo, Pamela Jiles, la más votada de la bancada, solo reportó $600 mil, incluyendo $200 mil donados por su pareja Pablo Maltés, mientras que Zandra Parisi –hermana de Franco– consignó $692 mil, de los cuales $101 mil fueron de su propio aporte.

La excepción fue Fabián Ossandón, quien declaró $21,5 millones, casi en su totalidad como crédito contra reembolso ($20 millones).

En total, el PDG reportó $409,7 millones para su campaña a diputados, todos provenientes del financiamiento inicial entregado por el fisco según el desempeño electoral previo del partido.

Chile no dejó de tener influencia económica en política. Los grandes donantes continúan ahí, los partidos siguen dependiendo de créditos contra reembolso, y ninguna campaña seria compite sin recursos. Pero el vínculo entre plata y poder electoral ya no es lineal.

Matthei fue la candidata más financiada y una de las menos votadas. Kast gastó menos y pasó a disputar La Moneda. Parisi llegó tercero sin respaldo empresarial estructurado. Varios candidatos millonariamente financiados perdieron. Otros, con aportes marginales, ganaron.

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