PAÍS
Marcela Ríos sobre voto Parisi: “Constata un problema de larga data del sistema político chileno”
“Tiene que ver con la dificultad de los partidos de conectarse con la sociedad y representar adecuadamente. Con voto voluntario había una suerte de espejismo”, dijo la directora regional de IDEA Internacional, a propósito de la irrupción de un electorado molesto con la política tradicional.
La directora regional para América Latina y el Caribe del Instituto Internacional para la Democracia y la Asistencia Electoral (IDEA Internacional), Marcela Ríos, analizó en profundidad los resultados electorales y el efecto que tuvo la irrupción del voto obligatorio, fenómeno que -a su juicio- reveló de manera nítida las dificultades estructurales de los partidos para conectar con la ciudadanía.
En conversación con El Mostrador, la exministra de Justicia señaló que el inesperado rendimiento de Franco Parisi y del PDG es un síntoma visible de esa desconexión. “Esto constata un problema de larga data del sistema político chileno”, advirtió, subrayando que los partidos tradicionales enfrentan hoy un desafío urgente de representación frente a un electorado más amplio, más heterogéneo y profundamente molesto con la política.
Ríos también examinó los atributos del electorado que optó por Parisi, destacando que “no están necesariamente optando por un modelo de país, sino por alguien que les habla de sus problemas cotidianos”.
Respecto al panorama para la centroizquierda, Ríos sostuvo que, pese a que la derrota fue menor a lo anticipado, persiste el desafío histórico de romper la lógica de alternancia que ha marcado las presidenciales desde 2005. Además enfatizó que el progresismo deberá decidir si defenderá con claridad su proyecto país o si intentará adaptarse a propuestas más populares que no necesariamente responden a su identidad. Finalmente, llamó a revisar con seriedad el rol de las encuestas, cuya incapacidad de anticipar fenómenos como el ascenso de Parisi -dijo- puede tener efectos dañinos en la competencia democrática y en la calidad del debate público.
-A propósito del fenómeno que significó la votación de Franco Parisi, que en su mayoría fue un electorado que se manifestó descontento con las ofertas de izquierda y derecha. ¿Qué representa eso respecto a cómo la política y los partidos tradicionales están desafiados en materia de representación?
-Esto constata un problema de larga data del sistema político chileno y que tiene que ver con la dificultad de los partidos de conectarse con la sociedad y representar adecuadamente. Con voto voluntario había una suerte de espejismo porque había mucha estabilidad y las personas más politizadas se identificaban ideológicamente, concurrían a votar a pesar de que puedan haber tenido una mirada crítica también de los partidos. Pero era la mitad de la población donde había más conexión con la política y finalmente se decantaban un poco más por las opciones tradicionales.
El voto obligatorio ha traído a la participación a un electorado que llevaba mucho tiempo sin ingresar y no estamos hablando solo de jóvenes, ya con voto voluntario nosotros veíamos que había una clara diferencia por el estrato socioeconómico, por regiones. Entonces el desafío es cómo representar, cómo conectarse con la sociedad.
Creo que la gran cantidad de partidos que quedaron excluidos muestra eso, pero al mismo los partidos tradicionales también tuvieron una votación menor. El desafío es para los partidos, para el sistema político en su conjunto, sobre cómo representar adecuadamente los intereses, los perfiles, las demandas de las personas.
-Una cosa es el descontento y la desconexión con la política tradicional, ¿pero por qué cree se asocia al PDG o a un candidato como Parisi, con una buena forma de hacer polícia, cuando ofrecen propuestas muy delicadas respecto al resguardo de la institucionalidad, por ejemplo, los retiros de fondos de pensiones?
-Creo que hay una mezcla de factores. Por un lado, una campaña exitosa, era el único candidato que estaba repitiendo permanentemente su identificación con su partido, insistió en todos los debates, en todas las entrevistas, en todas sus campañas de redes sociales, vinvuló muy fuertemente al PDG con su candidatura, eso ciertamente hizo más fácil que las personas identificaran una propuesta. Hay también un uso inteligente de redes sociales.
Pero después yo creo que este electorado, que está enojado con la política, puede no tener posiciones conservadoras o no identificarse como personas de derecha y, por lo tanto, ven en esta alternativa propuestas concretas para temas que les preocupan en su vida cotidiana.
Son un perfil de personas mucho más hombres que mujeres, eso hay que decirlo, más en el norte del país que en otras partes. Hombres que son emprendedores, empleados por cuenta propia, independientes, que tienen una distancia, por ejemplo, respecto del funcionamiento del Estado y que buscan soluciones quizás más sencillas para sus temas de vida cotidiana. No están necesariamente casándose u optando por un modelo de país, sino que están apostando a alguien que les habla de manera simple, les habla acerca de sus problemas cotidianos, que tiene un fuerte discurso antipolítico y yo creo que eso fue muy importante porque conecta con el sentimiento de molestia.
Y todos esos factores hacen que sea un discurso aparentemente muy atractivo para los hombres, creo que es bien importante enfatizar eso, porque creo que Parisi tiene muchas más dificultades en conectarse con las electoras mujeres, claramente su discurso no tiene la misma resonancia en el electorado femenino.
-En esa línea, ¿cómo analiza los desafíos particularmente para el progresismo en este ciclo electoral? Si bien no se cumplieron los pronósticos de una mayoría absoluta de derecha en ambas cámaras, si hubo un retroceso de escaños.
-Primero, la derrota fue mucho menos de lo que se pronosticó, creo que es importante constatar que la derecha tuvo un desempeño peor en las parlamentarias que en la elección presidencial. Y lo opuesto pasó con la centroizquierda, que tuvo un mejor desempeño parlamentario. Entonces creo que en general no fue una mala elección para la centroizquierda, obviamente no es la mejor, pero todos esperaban que la derecha iba a tener una mayoría aplastante y eso finalmente no ocurrió.
Pero hay desafíos importantes, efectivamente la historia pesa y pesa mucho. Chile lleva votando por la alternancia desde el 2005, desde que Lagos le pasa la banda presidencial a Bachelet, que hemos tenido solo alternancia entre derecha e izquierda, siempre ha ganado la oposición en todas las elecciones presidenciales.
Entonces esta trayectoria de buscar la alternancia es muy fuerte, difícil de contrarrestar, creo que no es solo un tema coyuntural de esta elección, sino que ha sido la dinámica incluso con gobiernos salientes que han tenido altos niveles de aprobación y que no han logrado dar continuidad a sus proyectos políticos. Ese es como un escenario que hace muy cuesta arriba para la centroizquierda romper esa dinámica.
Creo que la decisión que hay que tomar es que si se va a apostar por hacer una campaña defendiendo los principios y aclarando cuál es el proyecto que ofrece la centroizquierda al país, o se va a tratar de buscar medidas estratégicas y apegarse a propuestas que pueden ser populares pero que no están necesariamente en el ADN de la centroizquierda, esa es la gran interrogante.
No necesariamente apelar a políticas públicas populares van a asegurar un triunfo, entonces me parece que es muy importante que las personas tengan claro cuál es la oferta país, de futuro, qué es lo que la izquierda le ofrece como modelo de desarrollo, como modelo de sociedad, más que un asunto específico de políticas públicas.
-Por otro lado, lo que pasó con las encuestas y su incapacidad de medir las preferencias del votante obligado ha generado harta controversia, ¿cuál es la mejor forma de abordar este problema a su juicio, a propósito de los desafíos para el sistema democrático chileno?
-Esta es una conversación que tenemos que tener después de las elecciones con cabeza fría, mirar las experiencias de otros países. Hay un problema de falta de regulación, de autorregulación por parte de las encuestadoras y también una sobredimensión de la importancia de las encuestas por parte de los medios de comunicación y los actores políticos.
Los medios de comunicación informan poco respecto de las diferencias de calidad metodológica de las encuestas, toman todas las encuestas y las ponen en el mismo nivel, creo que eso es un problema porque no ayudan a que las personas puedan discernir. Hay demasiada mezcla de metodologías, no hay una autorregulación de la industria y tampoco hay estándares mínimos que, por ejemplo, pueda poner el Servel o los medios de comunicación.
Por otra parte, las decisiones de los partidos políticos. Una vez que se instalan candidatos en las encuestas, independiente si son buenas o malas, es muy difícil que los partidos tomen decisiones distintas a lo que dicen las encuestas. Entonces, hay que hacer una revisión.
Creo que lo que pasó respecto del error y de la minimización de la candidatura de Parisi es serio, no se tiene que tomar con liviandad. Tuvimos prácticamente semanas de discusión sobre que el candidato Kaiser había alcanzado al candidato Kast, y en los medios de comunicación se instaló esto como un tema de la campaña. Se instaló en la opinión pública, en las redes, y eso hizo que se amplificara el mensaje de un candidato.
Al mismo tiempo, se le dio menos atención y menos cobertura al candidato Parisi. Y eso, no lo sabemos, pero puede haber terminado teniendo un impacto también en sus niveles de votación. No sabemos si la votación de 20 puntos podría haber terminado siendo mayor si no hubiera sido porque las encuestas nunca lo vieron, nunca vieron este fenómeno.
Sí creo que es un tema que hay que analizar y que nos tenemos que sentar con altura de miras a tener una discusión pasada las elecciones para evitar que situaciones como esta puedan tener un efecto dañino en la competencia democrática.