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Dopamine Land: una experiencia multisensorial para jugar, moverse y reconectar con los sentidos PANORAMAS Créditos: Cedida.

Dopamine Land: una experiencia multisensorial para jugar, moverse y reconectar con los sentidos

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Una muestra inmersiva llegada desde Londres propone un recorrido activo por nueve salas que alternan estímulo y descanso, combinando juego, tecnología y contemplación para despertar los sentidos y reconectar con el niño interior.


Resumen
Síntesis generada con OpenAI
Dopamine Land es una muestra multisensorial que llega a Santiago con nueve salas inmersivas que combinan juego, movimiento y contemplación. Nacida en Londres hace tres años, ha recorrido ocho ciudades antes de llegar a Chile. El recorrido alterna espacios de alta estimulación y descanso, con experiencias como grafitis interactivos, una batalla de almohadas, piscinas de pelotas y salas de luces. Dura entre 45 minutos y una hora, está abierta a todas las edades y ofrece una experiencia opcional de realidad virtual con costo adicional.
Desarrollado por El Mostrador

Una guerra de almohadas, una sala donde puedes escribir lo que quieras, una piscina de pelotas y una cueva táctil son solo algunas de las experiencias que, desde este jueves, se pueden vivir en el mall Cenco Costanera. Se trata de Dopamine Land, una muestra multisensorial que invita a reconectar con los sentidos a través del juego, el movimiento y la contemplación.

La exposición nació hace tres años en Londres, en plena pandemia, como una respuesta a la necesidad de volver a estimularnos y reencontrarnos con nuestras sensaciones tras el encierro. Desde entonces, ha recorrido ocho ciudades del mundo, entre ellas Madrid, Singapur, Dubai y São Paulo, y hoy aterriza en Chile como un espacio pensado para activar y relajar los sentidos en partes iguales.

Lo primero que hay que saber sobre Dopamine Land es que se trata de una experiencia profundamente activa. El recorrido contempla nueve salas, organizadas estratégicamente para alternar momentos de alta estimulación con otros de descanso. Tras una sala intensa, siempre aparece otra más calmada, generando un equilibrio constante.

Si bien nadie está obligado a participar con la misma intensidad que el resto, para disfrutar plenamente del espacio hay que estar dispuesto a moverse: saltar, bailar, atravesar piscinas de pelotas de plástico, pero también detenerse, contemplar, recostarse en el suelo y tomarse un respiro.

De la calma cromática al caos lúdico

Las dos primeras salas, Colortopia y Grafitología podrían hacer pensar que el recorrido será tranquilo, aunque pronto queda claro que no será así.

Colortopia abre la experiencia con una pequeña sala cubierta de grafitis de neón y cintas brillantes que se atraviesan caminando: mucho color, pero aún sin un gran impacto sensorial.

Grafitología sube un poco el nivel. Es un cuarto completamente blanco donde el público tiene a disposición plumones para intervenir todas las superficies con mensajes, dibujos o simples rayones. Aunque la propuesta es atractiva, los colores pastel de los plumones pueden sentirse algo apagados; quizás es parte del concepto, aunque tonos más intensos habrían aportado mayor fuerza visual.

El primer gran punto alto del recorrido llega con Batalla de Almohadas. Aquí se ingresa a una especie de cama saltarina repleta de almohadas. Al presionar un botón, la música comienza a sonar y el espacio se ilumina, dando inicio al caos: tomar almohadas y lanzarlas a quien esté cerca. Es una dinámica simple, pero tremendamente liberadora, que provoca risas, cansancio —especialmente en los visitantes adultos— y un retorno seguro y nostálgico al juego infantil.

Tras ese golpe de energía, el recorrido baja las revoluciones con Laguna del Atardecer, un espacio bañado por una luz cálida y tenue, acompañado de música relajante. Aquí, los visitantes pueden flotar y descansar en una piscina de pelotas de plástico, reafirmando la lógica de contraste que estructura toda la experiencia.

El cierre llega con lo que, a juicio de este cronista, es la sala más atractiva: Oasis Cósmico. Se trata de un cuarto cubierto de luces colgantes que se multiplican hasta el infinito gracias a sus paredes y techo reflectantes. Es el espacio más tecnológico, visualmente impactante y, sin duda, el mejor para capturar fotografías y selfies memorables.

Un recorrido libre que despierta los sentidos y la nostalgia

El recorrido completo dura entre 45 minutos y una hora, dependiendo del tiempo que cada visitante decida permanecer en cada sala. Aunque el trayecto es lineal, no hay guías que apuren el avance: solo monitores que entregan instrucciones y explican el funcionamiento de cada espacio, dejando total libertad para disfrutar a tu propio ritmo.

Desde ilusiones ópticas y paisajes sonoros hipnóticos hasta batallas de almohadas y piscinas de pelotas cargadas de nostalgia, Dopamine Land propone una verdadera sinfonía de sensaciones que invita a conectar, explorar y crear recuerdos inolvidables.

“Estamos felices de recibirlos en nuestro gran lanzamiento en Santiago de la mano de Cenco Costanera, uno de los centros comerciales más emblemáticos de la ciudad, e incluso de todo Latinoamérica. Dopamine Land es una experiencia multisensorial que combina tecnología, juego e imaginación en un solo lugar e invita a todos a reconectar con su niño interior y no tan interior – para descansar de la rutina.” – Belén Nuñez, Dirigente global de Dopamine Land en Fever.

Abierta a todas las edades desde hoy, la experiencia recorre nueve salas temáticas inmersivas durante aproximadamente una hora. Las entradas están disponibles a través de la plataforma Fever, con precios que parten desde los $10.000 pesos chilenos.

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