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Vinos envejecidos bajo el mar: la experiencia chilena que busca transformar la enología Coctelería Crédito: El Mostrador.

Vinos envejecidos bajo el mar: la experiencia chilena que busca transformar la enología

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Una inédita iniciativa permite sumergir botellas en el Pacífico para acelerar su maduración y obtener perfiles sensoriales imposibles de lograr en bodegas tradicionales.


La idea de que un vino pueda conservarse —e incluso mejorar— bajo el agua comenzó a tomar forma hace más de tres décadas, cuando se hallaron botellas intactas en antiguos naufragios del Báltico y el Atlántico. Lo que parecía una curiosidad arqueológica terminó inspirando una nueva forma de envejecimiento que hoy se practica en distintos países.

Chile, con su extensa costa y tradición vitivinícola, no se ha quedado atrás. En Pichidangui, una iniciativa conjunta entre ODC Buceo y la empresa Cava de Mar está desarrollando uno de los primeros programas de guarda submarina del país, aprovechando las condiciones únicas de las aguas del Pacífico.

Cómo se añeja un vino en el océano

La técnica consiste en sumergir las botellas entre 10 y 20 metros de profundidad durante periodos que van desde los ocho meses hasta un año. Cada unidad se sella cuidadosamente para evitar filtraciones y se almacena en jaulas metálicas que permiten controlar la estabilidad y la trazabilidad del proceso.

La experiencia se basa en tres factores naturales del entorno marino:

  • Temperatura constante (entre 11°C y 12°C todo el año)
  • Oscuridad absoluta, que evita la oxidación
  • Movimiento suave y permanente, producto de las corrientes

Estos elementos generan una evolución acelerada del vino. Según especialistas del sector, un año bajo el agua puede equivaler a tres años en bodega tradicional, lo que modifica la estructura, el aroma y la textura del producto final.

Eduardo Rojas, director de Cava de Mar, quien encabeza el proyecto junto a ODC Buceo, explica que “el vino evoluciona de una manera distinta bajo el mar. En Cava de Mar ofrecemos a las viñas chilenas el servicio de guarda submarina, con jaulas para entre 300 y 400 botellas, durante uno a doce meses”.

Las cepas blancas y de clima frío —como Chardonnay, Sauvignon Blanc y Pinot Noir— son algunas de las que mejor responden a la guarda submarina, aunque el sistema puede aplicarse a diversas variedades.

Además del desarrollo enológico, la iniciativa busca transformar la experiencia en un destino turístico especializado. ODC Buceo ofrece actividades complementarias que incluyen inmersiones guiadas, degustaciones frente al mar y eventos gastronómicos, convirtiendo la visita en una escapada ideal para quienes buscan una combinación de aventura y cultura vinícola.

Crédito: Cedida.

Chile y su potencial para las cavas submarinas

Con más de 4.000 kilómetros de costa y una industria vitivinícola reconocida a nivel mundial, Chile posee condiciones excepcionales para expandir esta tendencia. Las aguas frías y estables del Pacífico otorgan un entorno ideal que otras regiones del mundo buscan replicar con sistemas artificiales.

Por ahora, el proyecto en Pichidangui se perfila como un laboratorio natural que podría abrir camino a nuevas formas de producción y diferenciación para las viñas chilenas.

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