Investigación
Archivo
Las grietas del fallo de los iraníes que ingresaron a Chile con pasaportes falsos
Inteligencia británica alertó, horas antes de los hechos, que en el aeropuerto de Santiago tratarían de usar dos pasaportes de esa nacionalidad para emprender un viaje a Londres. El aviso llegó por canales diplomáticos a British Airways en Pudahuel.
Más dudas que certezas dejó el fallo del Primer Tribunal de Juicio Oral (TOP) de Santiago (TOP) que terminó condenando a dos años al iraní Alí Bagheri como autor de los delitos de uso malicioso de visa consular y pasaporte falsificado.
Como informó El Mostrador, el caso comenzó el 30 de abril de 2023, cuando personal de British Airways detectó a dos sujetos intentando abordar un vuelo desde Santiago a Londres utilizando pasaportes británicos, los que habían sido robados en 2022 a Jack Joseph Holloway y Fraser James Alisson.
Sin embargo, en realidad se trataba de los iraníes Alí Bagheri y Abolfazl Delhahfar, los cuales días antes habían emprendido un extenso e incomprensible viaje por medio mundo, que consideró la ruta Teherán-Moscú-Caracas-Ciudad de Panamá-Santiago y cuyo destino final era Londres, ciudad en la cual Carlos III asumiría como Rey el 6 de mayo, motivo por el cual las medidas de seguridad se habían extremado.
Luego de que personal de British Airways avisara a la PDI acerca del problema con los pasaportes, ambos sujetos –que en los primeros interrogatorios parecieron comprender el inglés, pero luego dijeron que no sabían nada de dicho idioma– fueron detenidos, formalizados y enviados a la cárcel, pero poco después la Fiscalía de Pudahuel se allanó a que quedaran con medidas cautelares de menor intensidad, lo que ambos aprovecharon para huir de Chile.
La historia que ambos contaron tras ser detenidos indicaba que eran un par de refugiados que luego de vender sus propiedades en Irán (incluyendo sus casas) juntaron los 25 mil dólares cobrados a cada uno de ellos para introducirlos en Londres, donde no podían entrar en forma directa.
También relataron que un sujeto a quien identificaban como “El Capitán”, que hablaba español y persa, y con quien se comunicaban a un número con prefijo de Ecuador, era quien les iba dando las instrucciones paso a paso. De hecho, ambos llegaron de madrugada a Santiago, el 30 de abril y, según sus dichos, fue “El Capitán” quien les dijo que en el baño alguien les pasaría (a cambio de 200 dólares) los pasaportes que debían entregar en la puerta del avión.
Efectivamente, un sujeto chileno –que antes había trabajado en el aeropuerto– no solo hizo eso, sino que además incluso fue a hablar con los empleados de British Airways, indicando que unos primos suyos abordarían el vuelo, pidiendo que les revisaran los pasaportes.
Antes de huir del país se produjeron hechos muy llamativos, y uno de ellos fue que Alí Basheri fijó su domicilio en una casa ubicada en El Olimpo 857, Maipú, una vivienda que –según un informe de inteligencia de Carabineros citado por Radio Bío Bío– había estado vinculada a Hezbolá, “el Partido de dios”, movimiento de origen chiita que es sindicado como el responsable de los atentados en contra de la Embajada de Israel en Buenos Aires (en 1992) y la Asociación Mutual Israelita Argentina (AMIA, en 1994), en la misma ciudad, que dejaron en total más de 110 víctimas fatales.
Sujetos vinculados a Hezbolá, además, han tenido una presencia histórica importante en otras tres zonas urbanas del continente: la Triple Frontera entre Paraguay, Argentina y Brasil, Iquique y Caracas.
De hecho, uno de los principales líderes de Hezbolá en América, Assad Barakat, sindicado como “el tesorero” del grupo, fue detenido en Foz de Iguazú, en 2018, después de haber residido varios años en Iquique. También es conocida la alianza que existe desde la época de Hugo Chávez entre Venezuela y la República Islámica de Irán.
La fuga
En septiembre de 2023 ambos huyeron del país, por la frontera norte, y recién en diciembre de 2024 Bagheri fue detenido en El Paso, Texas, tras ingresar a Estados Unidos por un paso clandestino ubicado en Ciudad Juárez (México).
A esas alturas la investigación ya había sido reasignada al Fiscal Regional de Antofagasta, Juan Castro Bekios, quien solicitó que se aplicara en su contra una pena de 15 años de cárcel por falsificación de sello del Estado, otros 5 años por receptación y otros 540 días por usurpación de nombre.
Bagheri, de 40 años en la actualidad, dijo a la PDI, tras ser detenido en 2023, que había nacido en Shiraz, Irán, y que era “soldador o gásfiter”, aunque en otro testimonio aseveró tener estudios universitarios completos, sin precisar su profesión. En el fallo del Primer Tribunal de Juicio Oral de Santiago, en tanto, se indica que tiene estudios y que además de soldador es ingeniero mecánico.
En el juicio, en que la Fiscalía estuvo representada por el fiscal Araya y su defensa a cargo del abogado de La Serena Juan Raicevic, Bagheri reiteró que “El Capitán” era quien gestionaba el viaje y que antes no había dicho el verdadero motivo de este, pues en las audiencias ante el Primer Juzgado de Garantía siempre había personal de la embajada de Irán, pero aseguró que el motivo por el que quería llegar a Inglaterra era que “cambió su religión del islam a cristianismo, lo que implica un castigo grave y pena de muerte en su país”.
Asimismo, dijo que una vez que quedó en libertad en Chile la embajada “le dio un domicilio para irse a quedar y las personas iraníes que viven en Chile en ese domicilio le encontraron un trabajo para él lavando autos, ya que no tenía papeles personales”.
Según su versión, “encontró por internet un camino para llegar a Estados Unidos” y por eso se fue “a Perú, luego a Ecuador, Colombia, Panamá, Costa Rica, Honduras, Guatemala, Haití (seguramente se refería a Belice), México y llegó finalmente a Estados Unidos”, según consta en el fallo.
Bagheri también aseveró que “en cada frontera pagaba cien dólares para pasar, salvo en dos en que solo se le dio un papelito para pasar. Lo hizo de forma terrestre todo ese viaje”, versión que genera suspicacias entre los investigadores del caso, dado que hubo lugares –como Lima– donde permaneció por varias semanas, sin saber español (según su versión) y sin dinero. En esas circunstancias, apunta una fuente cercana al caso, resulta poco creíble que haya llegado sin problemas a Estados Unidos.
Además, sobre Delkhah, aseguró que llegaron juntos a ese país, “pero la policía los separó y no sabe dónde está ahora, ya que no tiene contacto con él”. De hecho, Delkhah tiene hasta hoy en día calidad de prófugo.
Los estaban vigilando
Sin embargo, quizá el punto más difuso de todo lo que contiene el fallo es un detalle relativo a la declaración del jefe de turno de Acciona, la compañía que prestaba servicios a British Airways en el counter de Pudahuel, Patricio Escalona. Según su testimonio, allí “se acercó una persona, Carlos Gazzano, quien antes trabajó en esa empresa como portador de bandejas y de equipaje, como a las 11:30 o 12:00 horas, con dos pasaportes que estaban marcados como falsos, el que le pidió que chequeara a dos familiares, pues iban a viajar al aeropuerto”.
Ante ello, Escalona “le dijo que lo esperara y de forma discreta fue a la Policía de Investigaciones con los pasaportes que le entregó Carlos”, tras lo cual se produjo la detención de ambos sujetos.
Sin embargo, hay un hecho previo que Escalona relató en el juicio: “Antes, a las 09:30 cuando iba camino al aeropuerto recibió un llamado de una oficina de conexión entre migración de Inglaterra y las aerolíneas y le comentaron que probablemente se iban a acercar dos pasajeros con pasaportes que estaban marcados como robados o falsos, debiendo tener cuidado y reportar a las autoridades respectivas si ello ocurría”.
En otras palabras –explican las mismas fuentes–, la inteligencia británica estaba al tanto de que esos pasaportes serían utilizados por dos sujetos en Chile, y por eso se emitió el aviso, lo que explica además la reacción del empleado de la línea, que ya estaba advertido de que eso sucedería.
Lo anterior reafirma la tesis de los investigadores en orden a que el viaje de los dos imputados fue lo que en jerga de inteligencia se conoce como una “limpieza de ruta”, cuyo objetivo era que al entrar a Londres parecieran un par de ciudadanos británicos que arribaban desde Chile y no de países sospechosos de financiar o patrocinar actividades terroristas o ilícitas, como Irán o Venezuela.
De hecho, uno de los detectives que declaró en el juicio, Ángel Díaz, que tomó el procedimiento en el aeropuerto, dijo que “todo era muy sospechoso”.
El aviso cobra más relevancia a raíz de otro antecedente que apareció en el juicio, en orden a que al menos el pasaporte de Fraser James Allison no había sido robado en 2022, sino que había sido sustraído pocos días antes de estos hechos, pues en él constaba un timbre de entrada en Lima el 23 de abril de 2023 y del respectivo timbre de salida desde la misma ciudad, el 26 de abril de ese mismo año. Cabe indicar que en esos cuatro días (entre el 26 y el 30 de abril, cuando intentaron usarlo en Santiago) al pasaporte fue adulterado con la foto de Bagheri, todo lo cual, a juicio de las mismas fuentes, indica la existencia de gente experta detrás de esta trama.
La conexión chilena
Por cierto, en el proceso declararon también los dos chilenos que aparecen implicados en la trama, pues fueron quienes proveyeron a los iraníes con los pasaportes falsos.
Uno de ellos, Carlos Lagos, argumentó que todo lo hacía a pedido de un sujeto que lo contactaba por WhatsApp, a quien solo identificó como “Braúl”. Según su relato, fue este quien envió los pasaportes, aseverando que “esa actividad la realizó entre diez a doce veces anteriormente y lo hizo de la misma forma, siempre con el mismo contacto, utilizando a Carlos Gazzano, pues era quien se mantenía en el aeropuerto trabajando, ya que el dejó de trabajar ahí en la pandemia”.
Gazzano, a su vez, se defendió diciendo que “el día anterior en el Metro Lourdes le pasó una mujer unos pasaportes, como a las 10:00 de la mañana, ya que Carlos le indicó que debía hacer ese trámite”.
Del mismo modo, afirmó que “los llevó ese mismo día a su trabajo y después a su domicilio y al día siguiente a su trabajo nuevamente, donde debía ir a la máquina a imprimir las tarjetas de embarque respectivas. Todo lo hacía por instrucción de Carlos Lagos, quien, a su vez, se contactaba con un sujeto de afuera, que le decía qué hacer a Carlos y este a él”.
Al día siguiente dice que fue al aeropuerto y a eso de las 10:00 hrs. se dio cuenta de que había problemas con los tickets, por lo que le avisó a Lagos, quien le dijo “que lo conocía, pero una vez antes le señaló que era colombiano o peruano”.
Ante ello, y como “Carlos lo presionaba que lo hiciera bien y le señaló que realizara algo para solucionar la situación”, Gazzano partió al counter a hablar con Patricio Escobedo, con los pasaportes en la mano, y le solicitó que los chequeara, pasándole esos dos documentos. Él nunca revisó los pasaportes. Carlos le reprochó por qué le había pasado los pasaportes sin que estuvieran presentes esas dos personas”.
Tras ello, fue al baño ubicado frente a la puerta 10 y dejó los pasaportes adentro. Como Lagos le había enviado fotos de los iraníes estaba atento a ver si llegaban a retirar los documentos, pero no los vio. Sin embargo, 15 minutos después regresó al baño, constando que se habían llevado los documentos y que habían dejado un sobre con 200 dólares y dos pasaportes iraníes nuevos adentro, que solo tenían un timbre, por lo cual todo indica que para cada tramo del viaje utilizaron distintos juegos de pasaportes y que probablemente hicieron maniobras semejantes en los aeropuertos donde estuvieron en forma previa, según indica una fuente investigativa.
Tras ello vio cómo los iraníes eran detenidos por la PDI. En el juicio, donde declaró en calidad de testigo (igual que Lagos) dijo también que “con Carlos había hecho como 10 veces antes estas mismas gestiones y no siempre recibió pago, pues en algunas oportunidades los pasajeros no viajaban”.
Finalmente, el TOP decidió condenar a Bagheri solo por dos delitos, uso malicioso de visa consular y pasaporte falsificados.
En la sentencia, los magistrados absolvieron al iraní del delito de receptación, criticando fuertemente a la PDI, asegurando que “resultó evidente que las declaraciones de los diversos detectives que depusieron en el juicio resultaron extraordinariamente vagas, generales e imprecisas, en orden a referir antecedentes o datos básicos y esenciales para establecer que el pasaporte usado por el pasajero detenido a la sazón había sido efectivamente objeto de un robo. Nada”.
Del mismo modo, coincidieron con el defensor de Bagheri en que “tampoco se demostró con la prueba rendida que el encausado hubiere sabido o, al menos, estuviese en condiciones de conocer que el pasaporte que retiró desde un basurero de un baño había sido objeto de un robo, como se planteó en la acusación”.
Algo parecido razonaron respecto de la segunda acusación, la de usurpación de identidad, afirmando que “no se demostró, en un contexto de tanta falsificación e incertezas, que efectivamente haya existido la persona cuyo nombre fue usurpado por el acusado, es decir, Fraser James Alisson”.
Cabe indicar que Alí indicó que tenía donde vivir, en el departamento de otro iraní con domicilio en La Serena, pero ese argumento no sirvió para que el tribunal considerara que tenía un arraigo en Chile, por lo cual lo condenó a pagar una multa de seis UTM por el delito de uso de pasaporte falso y a dos años por el uso malicioso de instrumento público (la visa chilena falsificada con la que ingresó al país), a los cuales, sin embargo, le abonaron los 371 días previos que permaneció privado de libertad.
Lee el veredicto contra Alí Bagheri