La grandeza de lo invisible
¡Buenas tardes, estimados lectores y lectoras de este Universo Paralelo!
En 1961, en un artículo en la revista Science, el físico nuclear estadounidense Alvin M. Weinberg escribió:
“Cuando la historia mire al siglo XX, verá en la ciencia y la tecnología su tema central; encontrará en los monumentos de la Big Science –los enormes cohetes, los aceleradores de alta energía, los reactores de investigación de alto flujo– símbolos de nuestra época, con la misma claridad con que reconoce en Notre Dame un símbolo de la Edad Media”.
Allí nació el término “Big Science” –o Gran Ciencia–, para referirse a los millonarios proyectos en que los países se embarcaron sin escatimar en gastos. El primero y más tristemente célebre fue el Proyecto Manhattan, que construyó las bombas atómicas lanzadas en Hiroshima y Nagasaki. Luego están el Sputnik y el proyecto Apolo 11; una feroz competencia, hija de la Guerra Fría, por conquistar el espacio. Culminó con algo que parecía imposible: la primera caminata de un ser humano sobre la superficie de la Luna.
Estos primeros monumentos de la Gran Ciencia nacieron al alero de la guerra. Pero no toda ella surgió de la confrontación. Paralelamente emergió otra manera de hacer ciencia, la cooperación internacional:
- Europa, marcada por la posguerra, fundó en 1954 el CERN, un laboratorio enfocado en desentrañar la estructura íntima de la materia. Para eso se levantó la infraestructura más compleja construida por la humanidad.
- La Estación Espacial Internacional retomó ese mismo espíritu: un laboratorio en órbita mantenido por países que, en la Tierra, apenas dialogaban.
Hoy el CERN cumple 70 años y su legado es múltiple. En sus túneles se confirmó la existencia del bosón de Higgs y nació la World Wide Web. Del otro lado, en el espacio, telescopios como el James Webb se asoman a las primeras galaxias del universo. Son proyectos muy distintos, pero conectados por una misma pulsión: revelar las profundidades invisibles del universo, descubrir sus bellezas más ocultas, encontrar nuestro lugar en él.
Esta edición está dedicada a esos grandes esfuerzos, que se realizan tanto en los grandes polos de desarrollo como en Chile y Latinoamérica, recordándonos que la exploración es una vocación verdaderamente universal.
Para profundizar en el tema, este número cuenta con la participación de Sofía Vargas, doctora en Ciencias; Fabiola Arévalo, doctora en Física; y Jilberto Zamora, doctor en Física y miembro del equipo del LHCb, uno de los cuatro grandes experimentos del CERN. También colaboran Ignacio Retamal, doctor en Ciencias, y la periodista Francisca Munita.
Gracias por acompañarnos en este número especial, donde miramos hacia esos proyectos gigantescos que intentan responder preguntas aun más grandes. Porque la ciencia no solo avanza con tubos de ensayo: también necesita túneles subterráneos, antenas que escuchan el cosmos y mentes dispuestas a imaginar lo que todavía no existe.
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SUEÑOS DE EXPLORACION ESPACIAL

Crédito: NASA / JPL‑Caltech
El primer registro en el que Voyager 1 captó a la Tierra y la Luna juntos en un solo encuadre, el 18 de septiembre de 1977.
Una gran frase que se atribuye a Isaac Newton es la siguiente:
- “No sé cómo pueda parecer al mundo; pero a mí me parece que no he sido sino como un niño que juega en la orilla del mar, divirtiéndose de vez en cuando al encontrar un guijarro más liso o una concha más hermosa de lo normal, mientras el gran océano de la verdad yacía todo inexplorado ante mí”.
Pocas metáforas expresan con tanta claridad el vértigo que produce el enfrentarse al universo, vasto, inexplorado e incomprensible. La historia de la ciencia ha demostrado cómo el Homo sapiens ha sido capaz de entender cada vez más fenómenos, pero, al final, por enorme que sea un hallazgo, siempre es apenas un grano de arena frente a la inmensidad del misterio que esconde la naturaleza.
Sin embargo, a partir de los años 50 del siglo pasado, la humanidad ha empezado a lanzar algunas piedras desde la Tierra al océano cósmico. Primero fueron los Sputnik y las misiones Apolo; hoy, sondas como las Voyager viajan hacia el espacio interestelar, mientras telescopios espaciales como el James Webb orbitan la Tierra, observando galaxias formadas poco después del Big Bang.
- En paralelo, empresas como SpaceX han transformado el negocio espacial: cohetes que despegan, aterrizan y vuelven a volar han reducido los costos de acceso al espacio, democratizando un territorio antes reservado a unas pocas superpotencias.
En ese contexto global emerge un proyecto singular en América Latina: el Centro Espacial Nacional que construye la Fuerza Aérea de Chile (FACh) en Cerrillos. Con más de 5 mil metros cuadrados de infraestructura, incluirá grandes salas limpias para el ensamblaje de satélites, laboratorios de ciencia de datos y un centro de control de misiones.
Su propósito es fabricar y operar satélites de distintos tipos y tamaños. Algunos destinados a observar la Tierra –para vigilar glaciares, anticipar sequías o detectar incendios–; otros de comunicaciones y geoposicionamiento; y también satélites experimentales, diseñados, por ejemplo, para estudiar cómo se comportan distintos materiales y sistemas biológicos en microgravedad.
El desarrollo espacial es de importancia fundamental no solo para monitorear la Tierra o para satisfacer nuestra curiosidad científica. Muchas de las tecnologías creadas para funcionar en condiciones extremas –reciclaje de agua, generación de energía solar, agricultura en ambientes cerrados– terminan aplicándose aquí en la Tierra para enfrentar desafíos tan urgentes como el cambio climático o la escasez de recursos hídricos.
Los seres humanos estamos condenados a mirar el mundo desde nuestra orilla y navegar mar adentro algunos metros. La sonda Voyager 1 es el instrumento que hemos enviado más lejos, encontrándose a más de 24.500 millones de kilómetros de casa. La luz se demora casi todo un día en llegar allí. Parece mucho, pero a nuestra galaxia más cercana, Andrómeda, se demora más de 2 millones de años.
Lejos de ser motivo de frustración, este contraste debería inspirar. Desde el sur del mundo, armados con los más sofisticados telescopios construidos en la superficie terrestre y, ahora, con la capacidad de fabricar y operar satélites, estamos en un lugar privilegiado para emprender el mejor viaje de exploración posible: el que nos conduce a comprender, paso a paso, las entrañas del universo.
ISS, EL LABORATORIO ESPACIAL

Crédito: STS‑122 Shuttle Crew, NASA
La Estación Espacial Internacional (ISS), con sus amplios paneles solares, flota majestuosamente sobre la Tierra. Vista captada desde el transbordador espacial Atlantis.

En 1998 no solo se celebró el Mundial de Francia, donde Chile con la dupla Za-Sa regresaba a las canchas internacionales después de 16 años, sino que también fue un año que marcó un hito en la investigación espacial: se lanzó el primer módulo, Zarya, de la Estación Espacial Internacional (ISS).
- Desde entonces, este laboratorio espacial y multinacional, que orbita a unos 400 kilómetros de la Tierra, ha recibido miles de investigaciones y experimentos de distintas partes del mundo. Es allí donde se han captado las icónicas imágenes de astronautas en microgravedad, con líquidos flotando y objetos suspendidos en el aire.
Si bien para la mayoría de quienes leen esta columna la idea de salir de la Tierra puede parecer muy lejana, lo cierto es que en un par de oportunidades pequeños y microscópicos seres han salido desde Chile y han habitado la Estación Espacial Internacional. En 1999, un grupo de estudiantes del Liceo 1 Javiera Carrera, en colaboración con la NASA, envió chinitas para estudiar su comportamiento en el espacio. Casi dos décadas después, el artista chileno Luis Guzmán, con apoyo del MediaLab del MIT, envió diatomeas, un tipo de alga unicelular, como parte de un proyecto interdisciplinario de otra gran dupla: la ciencia y el arte.
- El año pasado fue el turno del equipo de investigadores del Laboratorio de Exploración Espacial y Planetaria (SPEL) de la Facultad de Ciencias Físicas y Matemáticas de la Universidad de Chile, quienes, además de poner en órbita satélitesmade in Chile, anunciaron que enviarían un conjunto de experimentos a la ISS. Para ello, se abrió una consulta ciudadana preguntando: “¿Qué enviarías tú al espacio?”.
Las respuestas fueron tan diversas como sorprendentes: desde plantas, animales y microorganismos, cactus, hongos, semillas en peligro de extinción, tortugas y osos de agua, hasta alimentos típicos de estas fechas, como empanadas y vino. Algunos propusieron enviar masa madre con el fin de estudiar su conservación en microgravedad. También aparecieron propuestas más simbólicas, como peluches, libros y dibujos de niños, lo que refleja la dimensión humana y lúdica de esta aventura.
- Si eres de esas personas que disfruta mirar el cielo, quizás la semana pasada viste un punto en movimiento, y puede que no haya sido un satélite. De acuerdo con información proporcionada por el centro CATA, la ISS fue visible por algunos minutos desde los cielos de Chile.
Un recordatorio brillante de que este laboratorio espacial, que ha sido habitado por diversos seres humanos y no humanos, pasa continuamente hace más de 25 años sobre nosotros.
NOTICIAS: LA SEMANA EN CIENCIA

Crédito: ESO/ALMA
Imagen real captada por ALMA muestra un disco protoplanetario con anillos claros, donde se formarían planetas como WISPIT 2b, detectado hace unos días.

Esta semana, la ciencia se puso intensa (y no nos estamos quejando). Entre potencias que compiten por llegar a la Luna, planetas que nacen ante nuestros ojos, bacterias que podrían cruzar la línea entre especies, y recuerdos que se apagan con luz, las noticias vinieron cargadas de futuro, misterio y una pizca de ansiedad existencial.
Bienvenidos a un nuevo resumen semanal de noticias, que parecen sacadas de un guion de Hollywood, pero están ocurriendo ahora mismo.
- Borrar recuerdos con luz: la ciencia ficción se hace realidad
Investigadores de la Universidad de Tokio eliminaron recuerdos específicos en ratones usando luz azul y manipulación genética (optogenética sináptica), para debilitar conexiones neuronales particulares, sin afectar otras funciones cerebrales. Esto abre la posibilidad de intervenir selectivamente memorias traumáticas o disfuncionales, lo que podría revolucionar tratamientos para fobias, traumas o el trastorno de estrés postraumático.
Dato curioso: no requiere cirugía ni químicos, solo luz dirigida a circuitos específicos.
Publicado el 5 de septiembre de 2025. Conoce más AQUÍ.
- Alerta en EE.UU.: China podría ganar la carrera lunar antes de 2030
Durante una audiencia del Comité de Comercio del Senado de EE.UU., titulada “Se avecina una Luna malvada” (3 de septiembre), expertos como el exadministrador de la NASA Jim Bridenstine advirtieron que China podría llegar primero a la Luna si el programa estadounidense Artemis no acelera su ejecución. Según Space.com, China planea establecer una base lunar para 2030, mientras que EE.UU. enfrenta retrasos técnicos en el cohete SLS y la nave Orion, con Artemis II reprogramada para 2026.
Dato geoestratégico: esta competencia no solo impulsa la exploración espacial. Si China se adelanta, podría establecer primero zonas de extracción y uso de recursos lunares, como el hielo para producir combustible, redefiniendo las reglas de la exploración espacial y afectando directamente la economía global, las futuras rutas espaciales y la seguridad nacional de otras potencias. Ante este escenario, la NASA ha anunciado que redirigirá fondos originalmente destinados a ciencia climática hacia sus misiones lunares y marcianas, intentando contrarrestar el liderazgo chino en el espacio profundo.
Publicado el 4 de septiembre de 2025. Conoce más AQUÍ.
- Planeta en formación visible por primera vez: WISPIT 2b
Los datos del telescopio espacial James Webb han permitido la observación directa de WISPIT 2b, un planeta en pleno proceso de formación dentro de un disco de polvo alrededor de una estrella similar al Sol, a unos 380 años luz de distancia. El hallazgo fue publicado por ScienceDaily.
Dato fascinante: es la primera vez que vemos un “mundo guagua” en una brecha protoplanetaria, lo que ofrece pistas únicas sobre cómo nacen los planetas rocosos como el nuestro y la rareza o abundancia de vida extraterrestre, guiando futuras misiones de búsqueda.
Publicado el 9 de septiembre de 2025. Conoce más AQUÍ.
- Nueva bacteria en moscas de arena amazónica podría saltar a humanos y causar enfermedades
En el Parque Nacional de la Amazonía (Pará, Brasil), investigadores han identificado una nueva bacteria del género Bartonella en moscas de arena (flebotomíneos), según reportó ScienceDaily. Su ADN es genéticamente parecido a cepas andinas como B. bacilliformis y B. ancashensis, responsables de la bartonelosis humana (verruga peruana y fiebre de Oroya).
Dato alarmante: aunque no hay casos confirmados en Brasil, esta cercanía genética sugiere un riesgo emergente de zoonosis en zonas tropicales, reforzando la urgencia de vigilancia epidemiológica regional.
Publicado el 6 de septiembre. Conoce más AQUÍ.
ÓRBITAS PARALELAS
Tormenta solar “caníbal” ilumina auroras invernales en pleno Labor Day
Una rara “tormenta solar caníbal”, conocida como una eyección de masa coronal (CME) que engulle otra en el camino, alcanzó la Tierra el 1 de septiembre, generando una tormenta geomagnética clase G2-G3. El resultado: auroras espectaculares hasta en 18 estados de EE.UU., desde latitudes inauditas.
Más información.
LA IMAGEN DE LA SEMANA

Crédito: NASA, JPL-Caltech, Voyager 2, Kevin M. Gill
Uno de los hitos de la exploración espacial fue el lanzamiento de las dos sondas Voyager por la NASA, en agosto y septiembre de 1977. Se trata de los primeros objetos construidos por el ser humano en alcanzar el espacio interestelar, enviándonos información de sus hallazgos.
En su camino hacia los confines de nuestro sistema planetario, en 1979 la Voyager 2 se encontró con Calisto, una de las lunas de Júpiter, obteniendo la imagen que aquí exhibimos.
- Esta fue reprocesada recientemente, a partir de los datos originales, por el ingeniero y artista en visualización de datos científicos Kevin M. Gill.
Calisto, más grande que nuestra Luna, está compuesta de hielo y roca. Su superficie es la más densamente cubierta de cráteres en todo el sistema solar: cada punto luminoso que se observa corresponde a un impacto ocurrido a lo largo de miles de millones de años.
Se especula que podría esconder un gran océano subterráneo de agua líquida con la posibilidad de albergar alguna forma de vida.
Las misiones JUICE de la Agencia Espacial Europea y Europa Clipper de la NASA ya viajan rumbo a Júpiter, con el objetivo de descifrar los misterios ocultos bajo el hielo de lunas como Calisto, Ganímedes y Europa.
BREVES PARALELAS

Crédito: Foto: Simon Waldherr – Wikimedia Commons | Licencia: CC BY-SA 4.0
El experimento Compact Muon Solenoid (CMS) es un detector de física de partículas en el Gran Colisionador de Hadrones (LHC) del CERN.

Este septiembre de 2025, el CERN cumple 70 años. Aunque parezca algo distante, su existencia está mucho más conectada de lo que imaginas con tu vida cotidiana –y con el hecho de que estés leyendo este newsletter–.
El CERN opera el laboratorio de física más grande del mundo. Allí se han logrado hitos como el descubrimiento del bosón de Higgs o la producción del primer antihidrógeno. Pero hay un aporte más inesperado: en 1989 el físico británico Tim Berners-Lee, junto al ingeniero belga Robert Cailliau, inventaron la World Wide Web. Sí, el famoso “www” que abre todas las direcciones de internet en una telaraña mundial de información.
En ese entonces, físicos por todo el mundo necesitaban compartir datos, pero sus computadores y programas eran diferentes. Lo que comenzó como un sistema interno para resolver ese problema, se transformó en una herramienta universal para intercambiar información de todo tipo.
“Nosotros estamos muy interesados en extender la web a otras áreas, teniendo servidores Gateway para otros datos. ¡Bienvenidos los colaboradores!”, fue el primer mensaje de Tim Berners-Lee.
El resultado fue una auténtica revolución. Así que la próxima vez que navegues en internet, piensa: ¿te imaginas tu vida, o el mundo actual, sin este invento nacido en los pasillos del CERN?

Choque de partículas
Imagina que eres un detective cósmico y tu misión es descubrir el secreto mejor guardado del universo: ¿de qué está hecho todo lo que vemos?
- Los protones que chocan en el LHC son como automóviles que transportan ese secreto en su interior. Nuestra estrategia, tan audaz como brutal, es hacerlos colisionar de frente a velocidades inimaginables hasta que estallen en mil pedazos, esparciendo sus piezas más íntimas para que podamos observarlas. ¡Y sí, es exactamente lo que hacemos!
Partamos de la base de que no tenemos un manual de instrucciones. Si estos autos chocan a baja velocidad (digamos, a 10 km/h), solo obtendremos migajas: un espejo retrovisor, una placa patente… pistas triviales. Pero si queremos desentrañar sus misterios fundamentales, necesitamos una fuerza abrumadora. ¡Debemos catapultarlos el uno contra el otro a una velocidad cercana a la de la luz! Tras un impacto tan cataclísmico, el escenario está plagado de tesoros: no solo ruedas, sino el bloque del motor, pistones, bujías, cables, etcétera, los componentes fundamentales que anhelamos encontrar.
- Pero aquí es donde la magia de la estadística y la perseverancia entran en juego. ¿Cómo podemos estar seguros? Repitiendo el experimento. Una y otra vez. Millones de veces. Imagina que tienes dos teorías rivales: una dice que el auto tiene cuatro ruedas y otra que tiene seis. Tras destrozar millones de pares de autos idénticos, te arremangas y empiezas a contar en la montaña de chatarra. El veredicto es claro e incontrovertible: siempre encuentras ocho ruedas. ¡Ajá! La evidencia demuestra que cada auto tiene cuatro. La teoría de las seis ruedas es arrojada al basurero de la historia.
Este mismo emocionante proceso de descubrimiento es el que nos llevó al bosón de Higgs. No estábamos buscando una rueda, sino una pieza exótica y elusiva: un “tornillo dorado” teórico que debía existir para que todo lo demás tuviera masa. Tras colisionar protones durante años y analizar una cantidad de datos que haría palidecer a cualquier biblioteca, nuestros detectores captaron la firma inconfundible de esa nueva partícula, con una masa específica de 125 GeV. Fue un momento de éxtasis para la ciencia: ¡habíamos encontrado el tornillo que ensambla el universo!
RECOMENDACIÓN: UN PUENTE PARA LA EXPLORACIÓN PERSONAL DEL CERN

Crédito: Imagen generada por IA.

Para quienes deseen acercarse al fascinante mundo del CERN, la organización ofrece una rica variedad de recursos digitales y experiencias en línea. El CERN Science Gateway es la puerta de entrada para el público, con exhibiciones y eventos que cubren el espectro de la ciencia y el arte.
- Para explorar las instalaciones desde casa, el CERN dispone de tours virtuales. Estas experiencias de una hora, guiadas por expertos, pueden enfocarse en experimentos específicos como ALICE y ATLAS, la fábrica de antimateria o el centro de datos del CERN. Son accesibles para mayores de 14 años y no requieren conocimientos científicos previos. La inscripción es sencilla y las sesiones se ofrecen regularmente en inglés y francés, con otros idiomas disponibles de forma ocasional.
Con el objetivo de inspirar a la próxima generación de científicos, el CERN ha desarrollado programas como el Spanish Teacher Programme. Este compromiso se traduce en una serie de conferencias, talleres y visitas dirigidas a docentes de ciencias y tecnología, con el fin de que se conviertan en “embajadores de la ciencia”.
- Además de estos programas, el CERN pone a disposición del público una gran cantidad de materiales educativos en línea, como cómics, juegos y guías de actividades. Estos recursos buscan promover un aprendizaje basado en la indagación y fomentar la educación STEM, haciendo que la física de partículas sea más accesible en las aulas.
Finalmente, el universo del CERN ha sido una rica fuente de inspiración para numerosos proyectos audiovisuales. Un ejemplo notable es el documental CERN (2013), dirigido por Nikolaus Geyrhalter. Este filme explora la infraestructura del centro de investigación y recrea el escenario del Big Bang a través de entrevistas con expertos, ofreciendo una mirada profunda a la complejidad de la institución y la búsqueda de partículas. El documental está disponible en Prime Video.
Estos recursos demuestran que la búsqueda de las respuestas más profundas del universo está al alcance de todos. Los invitamos a explorar estos materiales y unirse a la aventura de la ciencia, porque en el CERN la curiosidad es el primer paso hacia el descubrimiento.
Y esto es todo en esta edición de Universo Paralelo. Ya sabes, si tienes comentarios, recomendaciones, fotos, temas que aportar, puedes escribirme a universoparalelo@elmostrador.cl. Gracias por ser parte de este Universo Paralelo.
- Mis agradecimientos al equipo editorial que me apoya en este proyecto: Fabiola Arévalo, Francisco Crespo, Francisca Munita, Ignacio Retamal, Camilo Sánchez y Sofía Vargas, y a todo el equipo de El Mostrador.
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