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La ciencia de lo bizarro

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¡Buenas tardes, estimados lectores y lectoras de este Universo Paralelo!

En el principio no había monstruos. Solo leyes frías y perfectas moviendo gases y partículas sin intención alguna. No había belleza ni horror, solo física obedeciendo a sí misma. Y sin embargo, de esa indiferencia surgieron galaxias, volcanes, cuerpos, amores y miedos. Lo bizarro, si existe tal cosa, nació después, cuando apareció un animal capaz de mirar y de juzgar.

Porque la ciencia, en sí misma, no tiene ética ni moral. Para ella todo es neutro. El universo no es cruel: es exacto. Las estrellas devoran a sus compañeras, los virus invaden células, las mutaciones deforman cuerpos, y nada de eso es maldad. Solo somos nosotros quienes, al mirar, sentimos espanto o fascinación. La ciencia es el espejo donde nuestra sensibilidad se refleja con espasmos.

  • Con motivo de la próxima celebración de Halloween –una tradición estadounidense que ya se ha enraizado en nuestro país y que evoca a monstruos, fantasmas y otros demonios–, en esta edición de Universo Paralelo quisimos asomarnos a ese espejo de la ciencia y mirar sin filtros.
  • Desde la astronomía hasta la biología, desde la física hasta la mente humana, la ciencia está llena de fenómenos tan inquietantes como reales. Porque lo monstruoso, lo extraño, lo fuera de norma, también tienen su orden: el de las leyes naturales.

Al final, la ciencia no busca consuelo ni justicia: solo entender. Y en esa búsqueda, lo inquietante y lo maravilloso son parte del mismo experimento.

En este número contamos con la participación de Mauricio Oviedo, doctor en Física e investigador postdoctoral en la Universidad Andrés Bello y en el Instituto SAPHIR, y de Jilberto Zamora, doctor en Física y líder del equipo chileno en el experimento LHCb del CERN.

Junto a ellos, el geólogo Camilo Sánchez, el doctor en Ciencias Ignacio Retamal y la periodista Francisca Munita.

Gracias por acompañarnos en esta edición de Universo Paralelo, donde la curiosidad nos llevó a mirar lo inusual sin miedo ni morbo. La ciencia, al final, también es una forma de narrar el asombro: nos recuerda que cada rareza tiene una explicación y que incluso lo que incomoda puede enseñarnos algo sobre nosotros mismos

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1

CUANDO EL COSMOS SE VUELVE BESTIAL

Crédito: NASA / ESA / Chandra / Keck Observatory.

Representación artística de la “estrella zombi” Pa 30, una supernova que volvió a brillar.

Por Mauricio Oviedo
Doctor en Física

Nos gusta mirar el cielo estrellado. Es difícil no sentir asombro ante ese manto luminoso, que nos da calma y nos parece tan armonioso y regido por leyes perfectas. Pero la verdad es que allá afuera reina el caos. El cosmos es un zoológico de horrores y maravillas que harían palidecer a cualquier guionista de ciencia ficción. Solo que aquí cada “monstruo” está protagonizado por la física.

  • En el exoplaneta WASP-76b, por ejemplo, se especula que podría llover hierro. Su cara diurna, permanentemente expuesta a su estrella, alcanza más de 2400 °C, suficientes para vaporizar los metales. Los vientos supersónicos los arrastran al lado nocturno, donde se enfrían y condensan, cayendo como gotas metálicas incandescentes. Una especie de ciclo del agua, pero en versión siderúrgica. Es un recordatorio de que la física, cuando se exagera, puede volverse una alquimia infernal.

Y si las tormentas metálicas parecen extremas, los agujeros negros son directamente el extremo de la física. No hay metáfora que les haga justicia. Allí, la gravedad es tan intensa que el espacio y el tiempo se deforman hasta volverse irreconocibles. Una estrella que cae en uno de estos pozos infinitos se estira como un hilo luminoso –un proceso que los astrofísicos llaman “espaguetificación”– antes de desaparecer. Y, sin embargo, parte de su energía puede escapar en forma de radiación, un eco fantasmal de lo que fue. Es difícil imaginar algo más cercano al concepto de “maldición eterna”.

  • Otros comportamientos perturbadores los protagonizan las estrellas, algunas de las cuales pueden convertirse en caníbales cósmicas. En sistemas binarios, una de ellas roba lentamente el gas de su compañera. Lo hace por gravedad, claro, pero esa danza macabra puede prolongarse millones de años. Cuando la víctima se queda sin combustible, colapsa en una enana blanca, un cadáver estelar. La ladrona, hinchada de materia ajena, puede volverse inestable y explotar en una supernova. En ese estallido, el hierro, el calcio y el carbono que formarán planetas –y nuestros propios huesos– son devueltos al cosmos. Lo grotesco, a veces, es igualmente creador.

También hay lunas con secretos inquietantes. Ío, satélite de Júpiter, es un infierno volcánico. Su interior se recalienta por la constante torsión gravitacional del gigante gaseoso y sus lunas vecinas. Esa fricción interna funde las rocas y alimenta erupciones que arrojan azufre y lava a cientos de kilómetros de altura.

Los olores, cómo no, también son parte de este escenario escabroso. Por ejemplo, en Sagitario B2, una nube molecular cercana al centro galáctico, los astrónomos detectaron moléculas de etanotiol y formiato de etilo. La primera huele a huevos podridos; la segunda, curiosamente, a ron. Una mezcla intrigante. Ambas aparecen por reacciones químicas en el polvo interestelar, allí donde los rayos cósmicos y las temperaturas extremas convierten los átomos en cócteles inesperados.

  • Todo esto es real, comprobado por telescopios, espectroscopios y cerebros obstinados. Y lo más extraordinario es que no hay nada “sobrenatural” en ello. Son las mismas leyes de la física que rigen aquí, solo que allá, arriba, están llevadas al extremo: gravedad, termodinámica, mecánica orbital.

El cosmos, al final, no es un templo de serenidad. Es un laboratorio salvaje donde el equilibrio se mantiene a fuerza de explosiones, canibalismos y lluvias de metal. Y quizá por eso nos fascina tanto: porque en esa violencia descomunal reconocemos, con una sonrisa cómplice, algo profundamente humano.

2

MONSTRUOS Y GENIOS DEL LABORATORIO SOVIÉTICO

Crédito: Imagen generada por IA.

Por Jilberto Zamora
Doctor en Física

Durante los tres años que pasé en Dubna, Rusia, mientras hacía mi postdoctorado en el Joint Institute for Nuclear Research, aprendí que la ciencia rusa tiene algo profundamente humano: una mezcla de brillantez y temeridad, de fe en la razón y devoción casi religiosa por la grandeza colectiva. En sus laboratorios, la curiosidad nunca fue solo curiosidad; fue también una forma de patriotismo, un modo de demostrar que el conocimiento podía ser tan poderoso como un misil.

  • Recuerdo conversaciones con historiadores locales sobre los años de la Guerra Fría. Me hablaban con una mezcla de orgullo y pudor de los investigadores que llevaron la ciencia soviética al límite. Algunos cruzaron la frontera de lo éticamente aceptable, pero incluso esos nombres –que hoy parecen sacados de un cuento gótico– estaban impulsados por la misma pulsión: vencer a la naturaleza antes que el enemigo los venciera a ellos.

Uno de esos nombres era Ilia Ivanov, un zoólogo que, en los años veinte del pasado siglo, intentó crear un híbrido entre humano y chimpancé. No lo movía la crueldad ni la superstición, sino la convicción de que la biología podía revelar, e incluso controlar, el origen de lo humano. Ivanov había perfeccionado técnicas de inseminación artificial en animales domésticos y quiso dar el salto mayor: comprobar si nuestra cercanía evolutiva con los simios podía hacerse visible en un ser vivo. El proyecto fracasó, pero no por falta de método; simplemente, las leyes genéticas son más firmes que los ideales políticos.

Décadas después, otro nombre, Vladimir Demikhov, heredó ese impulso de trascender los límites. Fue uno de los cirujanos experimentales más brillantes del siglo XX. Pionero en trasplantes de corazón y pulmón, Demikhov creía que el cuerpo era un sistema reparable y que la cirugía podía devolver la vida allí donde la biología se rendía.

  • Sin embargo, lo que lo volvió célebre no fueron sus éxitos médicos, sino sus perros de dos cabezas: animales vivos durante unas horas, producto de una cirugía que unía el cuerpo de uno con la cabeza de otro. Aquellas imágenes dieron la vuelta al mundo como un símbolo de barbarie, pero detrás había una intuición científica real: la posibilidad de reconectar órganos y mantenerlos funcionales. Años después, sus técnicas serían estudiadas y aplicadas por Christiaan Barnard, el cirujano sudafricano que realizó el primer trasplante de corazón humano exitoso.

Ambos hombres, Ivanov y Demikhov, habrían sido recordados de otro modo si no hubieran trabajado tras el Telón de Acero. El aislamiento científico alimentó los rumores y los redujo a caricaturas. En realidad, fueron reflejos de su época: la Guerra Fría transformó la ciencia en una competencia ideológica y, en ese terreno, la ética era, a menudo, un lujo secundario.

  • Pero sería injusto juzgarlos solo por lo monstruoso. Detrás de esos experimentos había una búsqueda sincera: comprender los mecanismos de la vida, desafiar sus límites y, de paso, empujar la medicina y la biología hacia el futuro. En cierto modo, lo lograron. Sus trabajos, por discutibles que fueran, abrieron caminos que hoy salvan vidas.

Cuando camino por un laboratorio moderno, limpio, luminoso, pienso en ellos. En Ivanov, persiguiendo su quimera entre jaulas africanas, y en Demikhov, inclinado sobre un cuerpo que respiraba por partida doble. Ambos creían que la ciencia podía rehacer al hombre. Quizás tenían razón. Lo que nunca imaginaron es que el verdadero monstruo no era el que intentaban crear, sino la frontera moral que estaban dispuestos a cruzar para hacerlo.

3

NOTICIAS: LA SEMANA EN CIENCIA

Crédito: NASA / SpaceX – vía NASA Human Landing Systems Development.

Concepto artístico del sistema Starship HLS de SpaceX para la misión Artemis III, cuya fecha de alunizaje fue recientemente postergada por la NASA.

Por Francisca Munita
Periodista

Entre titulares repetidos y un mundo que parece girar en bucle, la ciencia sigue colándose con noticias que rompen el molde. Esta semana trae hallazgos que no buscan distraer, sino despertar: ideas, experimentos y rarezas que recuerdan que la curiosidad aún no se rinde.

  • Implante cerebral devuelve la visión a personas ciegas

Un equipo de la Universidad de Stanford presentó un implante cortical que permite a personas ciegas leer letras, reconocer rostros y distinguir objetos con notable precisión. El dispositivo no se coloca en los ojos, sino directamente sobre la corteza visual del cerebro, donde traduce señales digitales en impulsos eléctricos que el cerebro interpreta como imágenes. Los primeros ensayos con humanos muestran resultados esperanzadores: participantes que llevaban décadas sin ver, pudieron leer palabras completas tras semanas de entrenamiento
Dato curioso: los científicos describen la experiencia de los pacientes como “ver con el pensamiento”.
Publicado el 22 de octubre de 2025.  Conoce MÁS.

  • Descubren causa genética de la sordera congénita y posible cura con fármacos comunes

Investigadores identificaron mutaciones en el gen CPD que alteran el metabolismo de la arginina y la señalización del óxido nítrico, provocando sordera desde el nacimiento. En modelos animales, restaurar los niveles de arginina o administrar sildenafil (Viagra) reactivó las células ciliadas del oído interno y recuperó la audición parcial. El hallazgo abre una nueva vía terapéutica usando medicamentos ya disponibles en farmacias.
Dato curioso: el tratamiento se inspira en la misma vía bioquímica que regula la presión arterial.
Publicado el 25 de octubre de 2025.  Conoce MÁS.

  • NASA retrasa su regreso tripulado a la Luna

La NASA confirmó que la misión Artemis III, destinada a llevar nuevamente astronautas a la superficie lunar, no despegará antes de 2027. Los motivos incluyen problemas técnicos con el módulo de alunizaje de SpaceX y la necesidad de reforzar medidas de seguridad tras las pruebas del sistema SLS. El aplazamiento representa un golpe al calendario del programa Artemis, pero no a su objetivo: establecer una presencia humana sostenible en la Luna como paso previo a Marte.
Dato curioso: el traje espacial de próxima generación aún no pasa todas las pruebas de movilidad en gravedad reducida.
Publicado el 22 de octubre de 2025.  Conoce MÁS.

  • Dinosaurios prosperaban antes del asteroide que los exterminó

Un nuevo estudio geológico realizado en Nuevo México revela que los dinosaurios no estaban en declive antes del impacto del asteroide de hace 66 millones de años. Los fósiles muestran ecosistemas vigorosos, con alta diversidad de especies poco antes de la extinción masiva. Esto refuerza la idea de que su desaparición fue repentina y causada directamente por el evento catastrófico, no por un proceso de decadencia lenta.
Dato curioso: el análisis isotópico indica que la temperatura global cayó más de 15 °C en menos de una década tras el impacto.
Publicado el 23 de octubre.  Conoce  MÁS.

ÓRBITAS PARALELAS

Una ola gigante de estrellas sacude la Vía Láctea
El telescopio Gaia, de la Agencia Espacial Europea, detectó una onda colosal que atraviesa nuestra galaxia, moviendo miles de estrellas arriba y abajo como si el disco galáctico respirara. La perturbación, de decenas de miles de años luz, podría haber sido causada por antiguas colisiones con galaxias enanas. El hallazgo redefine cómo entendemos la dinámica interna de la Vía Láctea.
Más información.

 Mosquitos aparecen por primera vez en Islandia
Científicos islandeses confirmaron la presencia de mosquitos en el país por primera vez en la historia. Hasta ahora, el clima gélido había impedido su supervivencia, pero el aumento sostenido de las temperaturas permitió que algunas especies se adaptaran. El hallazgo encendió las alertas sanitarias y simboliza cómo el cambio climático altera incluso los ecosistemas más extremos del planeta.
Más información.

4

LA IMAGEN DE LA SEMANA

Crédito: Eye of Science/Science Source.

Tunga penetrans, conocida como la pulga de arena, un parásito que se aloja bajo la piel.

Por Camilo Sánchez
Geólogo

En 1492, en las costas de La Española, actual Haití y República Dominicana, encalló la Santa María, la famosa nao en la que Cristóbal Colón llegó a América. La tripulación sobrevivió al naufragio, pero en la arena los esperaba al acecho un huésped inesperado: una diminuta especie nativa, de menos de un milímetro de tamaño, que hasta hoy desafía a la salud pública con preguntas sin resolver. Se trata de Tunga penetrans, conocida como la pulga de arena.

  • La imagen de la semana en Universo Paraleloretrata precisamente a este parásito. Capturada mediante un microscopio electrónico de barrido, la imagen muestra a una Tunga penetrans alojada bajo la piel tras completar su proceso de penetración. Este parásito, originario de América, logró expandirse globalmente y hoy está presente en más de 80 países.

Actualmente no existe un tratamiento farmacológico eficaz para eliminarla. Una vez que la pulga hembra penetra la piel, particularmente en la planta de los pies, provoca una afección llamada tungiasis, caracterizada por picazón intensa, dolor, inflamación y la formación de pápulas con un punto negro central: el orificio que conecta al parásito con el exterior. La única forma de eliminarla sigue siendo la extracción manual, una práctica dolorosa y muchas veces riesgosa.

  • En 2013, la Asamblea Mundial de la Salud incluyó la tungiasis entre las enfermedades tropicales desatendidas, reconociendo su impacto en la salud y el bienestar de comunidades vulnerables. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), esta zoonosis afecta tanto a animales como a humanos, y su transmisión ocurre principalmente en viviendas con suelos de tierra sin sellar. Allí, las hembras adultas encuentran las condiciones ideales para adherirse a sus huéspedes, pudiendo multiplicar hasta dos mil veces su tamaño mientras permanecen incrustadas en la piel entre 4 y 6 semanas.

Pese a su impacto, aún persisten misterios sobre su ciclo reproductivo, comportamiento sexual y mecanismos de control, lo que dificulta el diseño de estrategias efectivas de erradicación. Como un Nosferatu microscópico, la pulga de arena se alimenta y fecunda sus huevos directamente dentro del cuerpo humano. Se presume que, al adherirse a los pies de los náufragos de la Santa María, logró embarcarse hacia Europa, iniciando su distribución global. Así, un parásito casi invisible se convirtió en un pasajero inadvertido de la historia, dejando una huella punzante en la piel de sus víctimas y en la ciencia para la salud pública.

5

BREVES PARALELAS

Fotografía histórica de Joseph Merrick, conocido como “el hombre elefante” (1889).
Crédito: Wikimedia Commons.

Por Francisca Munita
Periodista

GENÉTICA, MITOLOGÍA Y CRIATURAS QUE DAN MIEDO PORQUE SON REALES

No hace falta Halloween para encontrarse con criaturas dignas del asombro y el horror. La biología lleva siglos mostrando su propio catálogo de rarezas.

  • El síndrome de la sirena, o sirenomelia, fusiona las piernas en una sola extremidad, dando origen a las leyendas marinas y a antiguas esculturas de “niños pez” halladas en templos europeos. Es una malformación real causada por fallos en el desarrollo vascular del embrión y, aunque suele ser mortal, hoy existen cirugías reconstructivas que han permitido que algunos bebés sobrevivan.

La hipertricosis, que cubre el cuerpo entero de vello, inspiró al “hombre lobo” y los espectáculos de circo del siglo XIX. Hoy se trata con depilación láser y moduladores hormonales.

El síndrome del hombre elefante, que padeció Joseph Merrick, llevó a su exhibición pública en la Inglaterra victoriana. En la Antigüedad, figuras deformes se esculpían como presagios o advertencias divinas. Siglos después, la genética reveló que se trataba del síndrome de Proteus.

  • Y la licantropía clínica, un trastorno mental en que la persona cree transformarse en animal, hoy se trata con antipsicóticos y terapia cognitiva: una cura moderna para lo que antes, impulsado por la superstición, se castigaba quemando a las personas vivas en la hoguera.

Para la biología no son “monstruos”. Solo son variaciones, a veces terribles, pero humanas.

Los animales también tienen sus rarezas. Para algunos, estos comportamientos pueden provocarles repulsión, mientras que a otros les parecen simplemente fascinantes. La naturaleza, al ojo humano, puede ser bizarra.

  1. SEXO SIN REGLAS: CUANDO LA EVOLUCIÓN SE “DESCONTROLA

Los patos macho desarrollaron penes en espiral, más largos que su cuerpo, para competir en una batalla anatómica por la fertilización.

Algunas lagartijas hembras practican sexo lésbico: la fricción estimula la ovulación y aumenta la tasa de éxito reproductivo.

Los caracoles disparan pequeños “dardos de amor” a sus parejas antes del apareamiento. Una descarga química que aumenta sus probabilidades de reproducción.

  1. VIAJE COMPARTIDO: ANIMALES ALUCINANDO

Los delfines buscan a los peces globo para drogarse por diversión. Los muerden con cuidado, sin matarlos, solo para liberar una pequeña dosis de toxina que los deja suspendidos en un trance compartido.

Los pulpos son animales poco sociables, pero un experimento de la Universidad Johns Hopkins los cambió por un rato. Los científicos les administraron MDMA, la sustancia activa del éxtasis, para estudiar la empatía, y el resultado fue inesperado: los pulpos –normalmente solitarios y agresivos– comenzaron a acercarse y a tocarse con suavidad, algo inusual para su especie.

En las colinas de Gales, las ovejas, al parecer ya sabiendo sus efectos, comen frecuentemente plantas alucinógenas, lo que sugiere que no es casualidad. Así terminan moviéndose con patrones erráticos y pareciera vérseles felices bailando en los montes. ¿Quién dijo que la frase “loco como cabra” no podría aplicarse también a las ovejas?

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RECOMENDACIÓN: NOGUERA BAJA EL TELÓN

Crédito: Universidad Mayor.

Héctor Noguera en el emotivo homenaje realizado por la U. Mayor en conmemoración de sus 80 años.

Por Ignacio Retamal
Dentista y doctor en Ciencias

Héctor “Tito” Noguera, el hombre que nos habitó durante siete décadas desde el escenario y la pantalla, falleció a los 88 años. Su muerte marca el fin de una era para la actuación chilena, un vacío que se siente tanto en los sets de grabación como en los pasillos académicos.

  • En televisión, Noguera se hizo ineludiblemente grande. Su paso por la “época dorada” de las teleseries lo convirtió en el arquetipo de la autoridad. En el año 2000, interpretó a Melquíades Antichen Romané, el patriarca gitano de inmensa dignidad y severidad. Tres años después, en 2003, se instaló en el centro de la cultura popular con Machos, dando vida a Ángel Mercader, el padre controlador de siete hijos. Busca estos clips y capítulos en YouTube: ahí está su legado televisivo.

Pero la historia de Noguera no se cuenta solo con rating. Fue un hombre de teatro riguroso, fundador del Teatro Camino, y un maestro generoso con las nuevas generaciones. Su compromiso era profundo y su relación con la enseñanza se mantuvo hasta el final. En la celebración de los 80 años de su cumpleaños en la Universidad Mayor, donde fue decano por años, Noguera dejó una reflexión que es su mejor recomendación:

  • “Hay edades para todo, y esta edad en la que yo estoy es ideal para dar gracias. Para decir gracias por todo: por lo que se ha vivido, por lo que estoy viviendo y por lo que espero todavía vivir. A esta edad a uno siempre le piden recomendaciones, y yo les recomiendo no perder nunca la voluntad de aprender, que es lo más lindo de poder trabajar en una universidad”.

Esta voluntad inagotable fue la que lo llevó a seguir actuando y dirigiendo, y la que lo hizo imprescindible. Noguera no solo nos dejó un amplio catálogo de personajes. Nos dejó la enseñanza de que un artista debe ser, ante todo, un eterno aprendiz y un constructor.


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 Y esto es todo en esta edición de Universo Paralelo. Ya sabes, si tienes comentarios, recomendaciones, fotos, temas que aportar, puedes escribirme a universoparalelo@elmostrador.cl. Gracias por ser parte de este Universo Paralelo.

  • Mis agradecimientos al equipo editorial que me apoya en este proyecto: Fabiola ArévaloFrancisco Crespo, Francisca Munita, Ignacio Retamal, Camilo Sánchez y Sofía Vargas, y a todo el equipo de El Mostrador.

 

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