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Estudia revela que hablar más de un idioma reduce el envejecimiento cognitivo hasta en un 50%
Un estudio publicado en la revista Nature Aging aporta la evidencia más sólida hasta la fecha sobre el poder del lenguaje para la salud cerebral. La investigación confirma que el multilingüismo actúa como un potente escudo biológico, reduciendo el envejecimiento cognitivo hasta en un 50%.
Un estudio pionero publicado en Nature Aging ha demostrado que el multilingüismo no solo enriquece la comunicación intercultural, sino que actúa como un potente escudo biológico contra el deterioro cognitivo asociado a la edad. Liderado por investigadores del Latin American Brain Health Institute (BrainLat) de la Universidad Adolfo Ibáñez (Chile), en colaboración con el Basque Center on Cognition, Brain and Language y Trinity College Dublin, el análisis de 86.149 personas entre 51 y 90 años provenientes de 27 países europeos revela que quienes dominan dos o más idiomas envejecen hasta un 50% más lento que los monolingües.
La investigación, titulada “Multilingualism protects against accelerated aging in cross-sectional and longitudinal analyses of 27 European countries”, empleó un innovador “reloj de envejecimiento bioconductual” basado en inteligencia artificial. Este modelo, que integra más de 200 variables médicas y conductuales —desde hipertensión y diabetes hasta niveles educativos y actividad física—, permite calcular la edad biológica real de una persona en comparación con su edad cronológica. Los resultados mostraron que quienes hablan un solo idioma tienen casi el doble de probabilidades de sufrir envejecimiento acelerado, mientras que cada lengua adicional reduce progresivamente este riesgo: el bilingüismo disminuye un 23%, el trilingüismo un 49%, y dominar cuatro o más idiomas multiplica el efecto protector.
¿Por qué el cerebro multilingüe envejece mejor?
Los científicos explican que alternar entre idiomas fortalece redes neuronales críticas para la atención sostenida, la memoria de trabajo y el control ejecutivo —funciones especialmente vulnerables al deterioro por la edad. “Nuestros resultados aportan evidencia sólida de que el multilingüismo funciona como un factor protector para un envejecimiento saludable”, señaló el Dr. Agustín Ibáñez, director científico de BrainLat UAI y profesor de Salud Cerebral Global en Trinity College Dublin. “Aprender y usar idiomas activa redes cerebrales vinculadas a la atención, la memoria y el control ejecutivo. Además de favorecer la interacción social, mecanismos que refuerzan la resiliencia a lo largo de la vida”.
La Dra. Lucía Amoruso, investigadora del Basque Center on Cognition, Brain and Language y coautora del estudio, destacó la relación dosis-respuesta hallada: “El efecto protector fue acumulativo: mientras más idiomas hablaban las personas, mayor era su protección frente al deterioro asociado al envejecimiento”. Este hallazgo respalda la teoría de la reserva cognitiva, según la cual el cerebro multilingüe desarrolla rutas alternativas para compensar el daño neuronal, retrasando hasta cinco años la aparición de síntomas en enfermedades como el Alzheimer.
Un hallazgo con impacto social
El Dr. Hernán Hernández, coautor del estudio e investigador de BrainLat UAI, subrayó la relevancia práctica de los resultados: “El multilingüismo es una herramienta accesible y de bajo costo para promover un envejecimiento saludable, complementando otros factores modificables como la creatividad y la educación”. Los datos, consistentes incluso tras ajustar por diferencias socioeconómicas y culturales entre países, sugieren que fomentar el aprendizaje de idiomas desde políticas educativas podría convertirse en una estrategia clave para reducir la carga global del envejecimiento poblacional.
Más allá del ámbito cerebral, el estudio apunta a beneficios sistémicos: el multilingüismo mejora la regulación emocional, reduce el estrés crónico y potencia la interacción social, factores que influyen positivamente en sistemas como el cardiovascular. Con una población mundial cada vez más envejecida, estos descubrimientos abren una vía innovadora para preservar la autonomía y calidad de vida en la vejez —demostrando que, en palabras de los investigadores, “cada nuevo idioma aprendido es una inversión en longevidad cognitiva”.